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La Foto de semana 26-07-2015: "El bosque encantado"





En su delirio hubiera jurado que aquellos árboles podían moverse. Era un día gris y la luz apenas atravesaba la frondosidad del bosque. Tan sólo diferenciaba sombras. Siluetas alargadas en blanco y negro que se le antojaban gigantescos y amenazantes seres encantados. Nunca debía haber aceptado la pócima de Rebeca. Sin embargo la desesperación por encontrar a su amada le hubiera llevado a firmar un pacto con el mismísimo diablo si de ese modo hubiera tenido tan sólo una oportunidad de recuperarla. 
Le hablaron de Rebeca, la vieja curandera que vivía sola en una cabaña perdida en el bosque. Le aseguraron que si alguien podía idear un modo de hacer volver a un ser querido era sin duda Rebeca. Así que en un intento desesperado por huir de la realidad aporreó la desvencijada puerta de madera de su cabaña, le explicó su problema y aceptó beber  su pócima milagrosa con la esperanza de despertar junto a su querida Daniela como si todo hubiera sido únicamente un mal sueño.
La cabeza le daba vueltas, los árboles se le antojaban cada vez más altos y amenazadores. Sentía un profundo dolor en el estómago y su cabeza estaba a punto de estallar. En las tinieblas de su imaginación le pareció ver a Daniela. Tan hermosa como siempre. Ella le tomaba una mano y mirándole dulcemente a los ojos le susurraba unas palabras que recordaría el resto de sus días. Déjame ir. Libera mi espíritu para que pueda descansar en paz. Conserva mi recuerdo, pero deja ir mi alma. Algún día volveremos a encontrarnos. No en este espacio ni tiempo pero nuestros espíritus serán uno para siempre. En su ensoñación él aceptó, ella sonrió y su imagen desapareció entre las sombras de los árboles. 
Al despertar, tendido aún en el medio del bosque, comprendió que Rebeca tan sólo le había hecho enfrentarse a sus propios fantasmas. Daniela no regresaría a su vida. Era parte del pasado y debía dejarla ir para poder vivir su presente. Adiós Daniela... Adiós. 


Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza

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La Foto de la semana 12-07-2015: "Rebeca, una sirena moderna"





La reina de las profundidades le había dicho que lo sabría. Que cuándo llegara el momento de escoger, su corazón le diría claramente cuál era la decisión correcta. Sin embargo, allí estaba ella, una diminuta cabeza asomando en la superficie marina, justo en el medio de los dos gigantescos buques de carga. Uno llegaba y el otro abandonaba el puerto de Rotterdam y en uno de los dos viajaba su destino. El hombre cuyo beso rompería el hechizo que le había convertido en sirena y condenado a vivir en las profundidades. Lejos de su familia, lejos de sus amigos, condenada a no amar ni ser amada. Pero la reina de las profundidades le había dicho claramente el lugar y la hora. Así que Rebeca tomó su iPhone 6 con carcasa acuática, conectó el Google maps y nadó a toda la velocidad que los movimientos armoniosos de su cola le permitían, para llegar a tiempo a la que se antojaba sería la cita más importante de su vida. Sí, Rebeca era una sirena del siglo XXI. Le apasionaban las tecnologías, llevaba un piercing en el ombligo y había decorado su brillante cola con un par de tatuajes de colores. Era una chica normal como cualquier otra de su edad, en todo, menos en que durante una clase de química en la universidad una de sus compañeros mezcló equivocadamente dos sustancias y generó un compuesto que comenzó a emitir humo negro con un fuerte olor. Se puso tan nervioso que al intentar vaciar la probeta y detener la humareda vertió todo su contenido sobre Rebeca que muy enfadada por la torpeza del otro alumno, se marchó a casa para darse una ducha y cambiarse de ropa. Decidió tomarse la tarde libre y se quedó encerrada en su habitación con la música a todo volumen y chateando con una de sus amigas. Se acostó pronto, se sentía especialmente cansada. A la mañana siguiente sintió un irreprimible deseo de acercarse a la playa. Era temprano, le daba tiempo de dar un pequeño paseo antes de que comenzaran las clases. Se descalzó y caminó por la orilla, tan pronto sus pies entraron en contacto con el agua se produjo la transformación. Sus piernas desaparecieron para dejar paso a una larga y esbelta cola cubierta de brillantes escamas... Era una sirena.
Rebeca no sabía que hacer, cada uno de los barcos avanzaba en una dirección opuesta y según la Reina ese era el lugar exacto, por tanto su misterioso salvador debía por fuerza viajar a bordo de uno de ellos. En ese momento de angustia e indecisión, Rebeca recordó las palabras de su madre "Cuando no sepas que hacer... No hagas nada". Así que resignada, respiró hondo y nadó con suavidad de un lado al otro de ambas estelas. De pronto de uno de los buques vio caer algo por la borda, se acercó sumergida y vio que era un hombre. Estaba inconsciente y su cuerpo inerte se hundía a gran velocidad. Rebeca lo asió por los brazos y lo arrastró con rapidez a una cala oculta detrás de la dársena principal del puerto. No sin dificultad consiguió sacar al joven del agua. Sobre las piedras de la playa Rebeca no tenía mucha movilidad, pero se las apañó para colocarse junto a él y con gran cuidado realizarle la respiración boca a boca. Después de unos interminables segundos el hombre no respondía. Comenzó a asustarse. ¿Estaría muerto? Alejó de su mente todo pensamiento negativo y continuó introduciendo aire en sus pulmones. De pronto el joven tosió, expulsó gran cantidad de agua por nariz y boca y abrió los ojos. Pasados unos minutos de absoluta confusión, Rebeca pensó que debía desaparecer de inmediato, antes de que él se diera cuenta de que era una sirena. Intentó arrastrarse hacia el agua y notó algo extraño en su cola. Había desaparecido y en su lugar se movían de forma independiente dos largas y esbeltas piernas. 
La decisión que hubo de tomar, fue no hacer nada. Hubo de salvar la vida a su supuesto salvador. No fue él quien le besó si no ella quien posó sus labios en los de él para realizarle el boca a boca. Con algunos matices, pero la Reina de las Profundidades había cumplido su palabra. Rebeca volvía a ser una chica normal. Aunque después de haber sido una sirena ¿podría ser alguna vez una chica normal?. 





Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Puerto de Rotterdam   (Datos de disparo: f/8; 1/1000; ISO 200)

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La Foto de la semana 28-06-2015: "Bronce"


A Teodora le gustaba vivir en Brujas. A sus once años le parecía la ciudad más maravillosa de cuantas pudieran existir. Le gustaban sus calles empedradas, su atmósfera antigua y misteriosa. Y entre todos los de la ciudad, su rincón favorito era la fuente del caballo. Podía pasarse horas enteras observando cada detalle. Las orejas en pose de atención, las crines alrededor de sus ojos, las aletas de la nariz abiertas y la boca demandando unas gotas de agua. Mil historias había inventado alrededor de por qué Bronce, así lo había bautizado, había terminado convertido en estatua y fuente para toda la eternidad. Así en la imaginación de la pequeña, Bronce había sido bestia de tiro, montura de un bravo general del ejército, un potro salvaje a quien jamás pudo domarse, un afable jamelgo de paseo en una de las carretas turísticas que recorrían las calles del centro... Incluso había llevado a sus lomos a un famoso ladrón de ricos al más puro estilo Robin Hood. 
Cuando creía que nadie podía verla, Teodora conversaba animadamente con Bronce. En realidad, más que una conversación era un monólogo pero a ella le bastaba para rellenar las horas muertas de su monótona vida. Acariciando su hocico con ambas manos compartía sus más inquietantes frustraciones:
- Algún día Bronce, tu y yo, cabalgaremos a todo galope por los prados. Seremos libres y recorreremos todos los lugares que siempre hemos soñado. ¿Verdad que si Bronce? ¿Verdad que si?.
Cada día al anochecer, sus ensoñaciones se veían interrumpidas del mismo modo. Siempre bajo la cantarina voz de su padre al grito de "¡A cenar!".
Aquella tarde Mateo se acercó a la fuente para recoger a su hija.
- Vamos Teodora, no se que magia ejerce este pedazo de metal para tenerte aquí ensimismada tarde tras tarde.
- Papá ¿Es que no lo entiendes?. Porque viniendo aquí cada tarde alimento la esperanza de que un día Bronce podrá liberarse de la prisión de esta fuente como yo lo haré de esta silla.
Y airada, la niña puso sus manitas enfundadas en guantes de cuero sobre ambas ruedas e impulsó su silla por los adoquines de la mágica ciudad de Brujas. Mateo respiró profundamente, miró a Bronce y una sonrisa amarga dibujó su rostro.




Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Ciudad de Brujas    (Datos de disparo: f/2; 1/125; ISO 200)

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La Foto de la semana 22-06-2015: "Un rayo de sol"




¿A ver? Sí. Creo que si me quedo en esta zona podré disfrutar del sol y el calorcito veraniego al menos hasta que esa sombra de ahí avance lo suficiente como para cubrir esta parte de la roca. Si mis cálculos no me fallan eso me proporcionará aproximadamente... diez minutos. Se que a vosotros los humanos os llama poderosamente la atención el hecho de que las lagartijas tomemos el sol. En realidad lo necesitamos puesto que somos animales ectotermos. O sea, que a diferencia de vosotros nuestro cuerpo no es capaz de generar calor, si no que debemos regular nuestra temperatura corporal a través de la temperatura ambiental. Por eso nos encanta exponernos a la radiación solar y colocarnos sobre piedras recalentadas por el astro rey. Sin embargo, una vez alcanzado el nivel deseado, nos retiramos a una zona sombría para que los grados se reduzcan hasta un  nivel confortable. 
También podemos desprendernos de la parte final de nuestra cola. Es una solución que sólo utilizamos en casos extremos cuando necesitamos escapar de un depredador que nos tiene acorralados. Intentamos evitarlo ya que en esa parte de la cola almacenamos grasas para las épocas de escasez y además nos sirve de equilibrio para correr con mayor agilidad. Sin embargo, debo reconocer que en situaciones límite, consigue distraer a nuestros perseguidores, ya que una vez desprendida la cola continúa moviéndose durante unos segundos lo cual confunde al enemigo y nos proporciona una ventaja que puede salvar nuestra vida. Pasado un tiempo la cola vuelve a crecernos, ya que las células de esa parte de nuestro cuerpo se regeneran con cierta facilidad, sin embargo, ya no será tan robusta como la original. 
En fin queridos humanos, en este primer día oficial de verano os deseo sol y buenas vibraciones ¡Hasta pronto!




Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Lagartija ibicenca    (Datos de disparo: f/8; 1/400; ISO 100)

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La Foto de la semana 14-06-2015: "Ala"






Cuando su madre estaba embarazada soñaba con cruzar el atlántico en avión. Cuando su niña nació, la llamó Ala. Cada Navidad o cumpleaños le regalaba aviones de juguete. Cuando no quería comer, las cucharas se convertían en aeroplanos de mercancías cargados de alimentos rumbo al estómago de Ala. En su casa, Papá Noel no llegaba en trineo ni se escurría por la chimenea, llegaba volando y aterrizaba en el jardín. Cuando creció, Ala quería volar. ¿O quizá tan sólo era un deseo aprendido? Lo cierto es que cuando tuvo edad suficiente, aprendió a pilotar. Se convirtió en la primera mujer de su país en manejar un aeroplano, en realizar vuelo acrobático. Su rostro se publicaba en los periódicos locales y nacionales cada semana. Cuando parecía que Ala había alcanzado la cima, aún sorprendía a sus seguidores con algo aún más arriesgado. Otra vuelta de tuerca, reinventando lo imposible. Un domingo Ala desafío a la gravedad con más descaro que nunca. Pero ese día le tocó perder. Se precipitó al vacío desde dos mil pies de altitud. Fueron varios segundos de caída libre. Sí, tan libre como Ala jamás se había sentido. En esos instantes vertiginosos hacia la muerte comprendió que en realidad ella nunca había querido volar. Y ahora, por fin, volaba hacia su libertad. Ala cerró los ojos, sonrió y antes de estrellarse contra la tierra... fue feliz.


Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Exhibición aérea    (Datos de disparo: f/5.6; 1/1000; ISO 100)

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La Foto de la semana 24-05-2015: "Barco de papel"




Tardes enteras pasó en el estanque del parque jugando con sus barcos de papel. Imaginando, durante los minutos que el material tardaba en deshacerse y desaparecer bajo las aguas, que recorría parajes inhóspitos habitados por criaturas fantásticas. Mundos tan sólo alcanzables en lo más profundo de su infantil imaginación. Más de veinticinco años habían pasado desde entonces pero sus sueños seguían más vivos que nunca. 


Terminó sus estudios de ingeniería naval e invirtió hasta el último céntimo de la herencia de su padre en hacer realidad su sueño. Construyó su barco de papel. Con materiales modernos, ultraligeros. Con más imaginación y técnica que presupuesto.  Pero era su barco. Zarpó del puerto de Amsterdam una soleada mañana de Enero. La tripulación, él. Rumbo a conquistar sus sueños más anhelados. 

La prensa local, varias cadenas de radio y televisión holandesas así como los medios de su ciudad natal cubrieron con expectación y entusiasmo la partida del aventurero. Mantuvo puntual contacto por radio durante semanas. Describiendo con todo detalle los paisajes, las escalas que realizaba, las inclemencias del tiempo, el comportamiento de la embarcación, su estado de ánimo... Era como un reality, pero sin anuncios ni argucias televisivas. 

A finales de Mayo se recibió su último mensaje. Era un mensaje de buenos días, con aroma de café y salitre. Impregnado del optimismo que le caracterizaba. Era él en estado puro. Nunca más se recibió noticia, ni el barco apareció, ni su cuerpo con ni sin vida. Se esfumó como lo hacían cuando era niño los barcos de papel que tanto le gustaban.

Los más dramáticos afirman que el mar se lo tragó junto con sus fantasías y sueños. A mi me gusta pensar que encontró el paraíso perdido donde hacer realidad sus fantasías y sueños y que como en el estanque del parque cuando era un niño... todo es posible en su barco de papel.



Fotografía: Edurne Iza: Amsterdam  (Datos de disparo: f/4.0; 1/4000; ISO 400)

Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 03-05-2015: "Día de la madre"



Homenaje a las madres. Las que lo dieron todo por sus hijos y las que lo siguen dando,
Maite zaitugu ama                                                                                                                              Edurne y Onintza


Fotografía: Edurne Iza "Edurne Iza Amutxastegi año 1993"

La Foto de la semana 26-04-2015: "Por los pelos"


Era un perro pequeño. Con el pelaje blanco y varias áreas negras en algunas zonas de su cuerpo. Hubiera preferido llamarse Golfo, Beethoven, Pluto o Lassie, pero tuvo que conformarse con Manchas. Ese era el nombre grabado en la placa que colgaba de su cuello. No era una mascota cinematográfica, ni sería recordado por millones de niños y adultos, sin embargo, Manchas estaba a punto de salvar a la humanidad, desde el anonimato de sus veinte centímetros de estatura y su nombre de andar por casa. Miguel había camuflado en su collar un microchip que contenía los códigos de bloqueo de todas las centrales de gas del país. Consiguió esconderlo justo antes de que una bala de 9 milímetros atravesara su sien. Manchas tenía que entregar el chip en la embajada antes de que cayera en manos de los asesinos que pretendían mezclar una sustancia tóxica con el gas ciudad y distribuirla a través de las tuberías a los hogares de millones de personas que quedarían fulminadas en cuanto encendieran sus radiadores, el agua caliente o el fuego para cocinar. Miguel cayó al suelo y su cabeza se rodeó rápidamente de un enorme charco de sangre. Manchas corrió escaleras abajo, tan rápido como sus diminutas pero ágiles patitas le permitían. En pocos instantes, los asesinos reconocieron la situación. En el silencio de una tarde de domingo se oyó retumbar entre las paredes de las desiertas calles ¡A por el perro! ¡Lo tiene el perro!. 
Manchas continuó corriendo, salió del laberinto de callejas del casco antiguo, cruzó una de las plazas más grandes de la ciudad donde por poco cae aplastado bajo las ruedas de un turista que paseaba en bibicleta. Casi no podía respirar pero continuó corriendo. Podía escuchar los gritos amenazadores de sus perseguidores, pero estaba muy cerca, divisó a tan sólo unos metros los brillantes barrotes de acero con adornos dorados de las rejas de la embajada. No quedaba tiempo, Manchas tomó impulso en sus patas traseras y en un último y desesperado esfuerzo saltó por encima de la verja. Las afiladas puntas de los barrotes rasgaron su barriga al tiempo que a lo lejos oía salvar los disparos de sus perseguidores en un último intento por detenerle. La guardia de la embajada que le esperaba salió a su encuentro en el patio trasero. Recuperaron el chip de su collar, transmitieron los datos a las centrales para asegurar que los conductos de la ciudad estaban a salvo y trasladaron a Manchas al interior del edificio. Tenía varios cortes en la panza por los rasguños de los barrotes y una bala había rozado su costado izquierdo por donde sangraba abundantemente, pero nada que hiciera temer por su vida. Manchas había salvado el futuro de la humanidad. Aquel pequeño perrillo con nombre de andar por casa, descansaba con la satisfacción del deber cumplido. Una vez sus heridas estuvieron vendadas, lo colocaron en una pulida cesta para que durmiera un rato. Manchas apoyó la cabeza en los almohadones y resoplando pensó ¡Por los pelos!.



Fotografía: Edurne Iza: Black White photography series (Datos de disparo: f/8.0; 1/20; ISO 100)

Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 12-04-2015: "Espuma de mar"


    
Era invierno, caía la noche. El mar engullía las rocas como una fuerza imparable. Las piedras se tornaban negras al desaparecer el sol, destellaban bravura al sumergirse bajo las aguas. Era el momento en que las criaturas de las profundidades emergían a nuestro mundo, protegidas por las sombras de la noche, envueltas en la espuma del mar. Los humanos temen la noche y ésta sirve de camuflaje perfecto a los hijos de las sombras. Martín debía haber recogido sus aparejos antes de la caída del sol, pero la pesca había sido mala y no tenía nada que llevar a casa para la cena. Sabía que sus pequeños lo esperaban hambriento y quería aprovechar hasta el último segundo para probar suerte con su caña. Apenas podía ya distinguir sus propios pies. La espuma del mar al romper contra el arrecife proyectaba los únicos destellos que aún le permitían distinguir entre tierra y océano. Tenía la sensación de escuchar susurros procedentes del otro lado del acantilado, voces lejanas que parecían entonar una melodía. Se dio valor intentando no recordar las docenas de historias aterradoras que sobre el poder del fondo marino su abuela le había contado junto a la chimenea en las noches de invierno. Recordó a sus hijos, se dio valor para seguir con su labor unos minutos más.
Al amanecer, el sol hizo, como siempre, retornar los colores al paisaje marino. Martín nunca regresó a casa. Su cuerpo tampoco fue hallado. Su caña y aparejos aparecieron flotando en una cala cercana. La mayoría piensa que la marea le sorprendió y no pudo volver a casa, que dio un mal paso en la oscuridad de la noche y se golpeó mortalmente contra las rocas para luego ser arrastrado mar adentro. Nosotros y las criaturas de las profundidades... Sabemos la verdad.



Fotografía: Edurne Iza:Mediterranean sea,Black & White photography series (Datos de disparo: f/16.0; 3"; ISO 200)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 29-03-2015: "Y girarán y girarán..."

El cielo oscureció en apenas unos segundos. Era como si la noche hubiera inundado cada centímetro del lugar. Nunca pensó que la maldición fuera a cumplirse y mucho menos que sus efectos se notaran tan rápido. Se sentía culpable de aquel desastre. Si tan sólo hubiera accedido a los deseos de Lamaz... Pero no, había tenido que dejar que su orgullo de campesino, como le recriminaba su padre, prevaleciera por encima de la sensatez.
¿Pero era acaso sensato aceptar los designios de un futuro injusto?. Primero sería la boda ¿Y luego?. Si claudicaba la primera vez, sería como una hoja al viento de los caprichos del malvado conde. 
Lamaz tenía una hija tan fea y monstruosa como negra era su alma. La muchacha se había enamorado de Mertel, el apuesto hijo del molinero y su padre estaba dispuesto a satisfacer el antojo de su niña a cualquier precio. Así que amenazó a Mertel con sumir la aldea en una noche eterna y hacer soplar el viento de forma tan constante e intensa que las aspas del molino rotaran a mucha velocidad y no se detuvieran jamás, lo cual haría imposible su uso y llevaría a la ruina a Mertel y su padre. Mientras movía las manos de forma frenética dibujando círculos en el aire Lamaz pronunció su conjuro: la oscuridad caerá sobre la aldea y las aspas de tu molino girarán y girarán hasta que decidas pedir la mano de mi hija... o morir. 
Cuando Mertel comprobó que no eran vanas las amenazas proferidas, comprendió que no podía poner en riesgo la vida de su padre ni del resto de habitantes de la aldea así que se dirigió al palacio de Lamaz y solicitó audiencia. El conde complacido le atendió de inmediato y Mertel accedió a casarse con su hija. Lamaz no quería correr el riesgo de que el joven cambiara de opinión así que mandó llamar al obispo para que improvisara un ceremonia de forma inmediata. Apenas un par de horas después los muchachos estaban casados, el viento cesó de soplar y el sol brilló de nuevo sobre la aldea. Mertel pidió permiso para despedirse de su padre. Al llegar al molino, ató una cuerda de la zona más elevada de las aspas, puso en funcionamiento la rueca, pasó la cuerda alrededor de su cuello y dejó que el movimiento lento de las aspas lo alzara durante varios minutos, la falta de oxígeno le hizo enrojecer, patalear, tambalearse con movimientos espasmódicos y finalmente expirar. Mertel liberó a la aldea de la maldición y acto seguido liberó su propia alma. Podrás dominar mi orgullo en esta vida, pero atrévete a seguirme a la siguiente, pensó mientras el último soplo de vida se extinguía de su cuerpo.


Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/500 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la Semana 22-03-2015: "La era de la manzana"

Dicen que Adán mordió la manzana por culpa de Eva. Ambos cometieron un pecado imperdonable y todos los demás fuimos castigados por siempre jamás. Una versión algo resumida, pero estoy segura de que reconocéis la historia. Sin embargo, siglos después del desdichado evento, una gran parte de la población nos volvemos locos por morder la manzana. Arrastrados por el lenguaje i nos seduce disfrutar de tan maravillosas prestaciones. iPod, iPad, iMac, iPhone... Y lo único que tiene de pecado son los euros que se gastan en adquirir los preciados equipos. En breve saldrá al mercado el Apple Watch, el último desarrollo de los ingenieros manzaniles, y ya son miles los que se afilan los dientes y preparan la cartera para adquirir el suyo. 
Así que pensándolo bien, estoy algo confundida ¿Disfrutar de los máximos avances en tecnología con una cosmética inmejorable y un servicio al cliente de lo más exquisito es el castigo por pecar mordiendo la manzana?
Pues en ese caso yo... me confieso pecadora y ya he preparado mi alma para vivir eternamente en un purgatorio de alta tecnología, donde podré controlar la temperatura con una app gratuita y localizar al demonio con el que tenga más afinidad con tan sólo un par de clicks. Así que prepárate Satán que ha llegado la era de la manzana.



Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/16.0  ; 100 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 14-03-2015: "La exposición"

Había esperado aquel momento toda su vida. Desde niño había acudido a todas las exposiciones posibles. Pintura, escultura, fotografía. Sintió la llamada del arte mucho antes de tener conciencia de ello. Rodeado de obras de diversas disciplinas y artistas se sentía feliz. Notaba manar su creatividad por cada uno de los poros de su cuerpo. Encontraba inspiración en el resultado de la inspiración de otros artistas. Se prometió a sí mismo que algún día cientos de personas harían cola para ver su obra, tal y como él hacía para disfrutar la de tantos otros. Artistas consagrados todos ellos, pero algún día él también lo conseguiría. Realizó todo tipo de trabajos de medio pelo que le permitieron subsistir y enfocar sus energías a su verdadera pasión. No le importaban las comidas frías de lata, ni el frío del invierno. Ignoraba a todos aquellos que le consideraban invisible, incontable, incoloro e insignificante porque su propósito en la vida iba mucho más allá. La vida en sí carecía de importancia si al final de las vías el tren se detenía en la estación correcta. 
Pasaron décadas hasta que su sueño se cumplió y su obra se expuso en una de las galerías más prestigiosas del país. Sus penurias por cumplir sus anhelos le llevaron a la miseria extrema y pereció fruto de una neumonía en un invierno algo más duro de lo normal. Había esperado aquel momento toda su vida, pero el momento llegó pocos meses después de su muerte. 

Este es un tributo a todos los seres humanos, artistas o no, que dedican cada segundo de sus vidas a cumplir sus sueños. 


Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/60 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 08-03-2015: "Vida. En femenino"

Speyer, Alemania

Vida era una mujer adulta. Ni joven ni mayor. Ni guapa ni fea. Ni gorda ni flaca. Le gustaba coleccionar sellos y siempre que podía se acercaba paseando por las calles empredradas del casco antiguo de la ciudad hasta la oficina de Correos. Estaba situada en una céntrica plaza que albergaba un precioso kiosko cubierto con estructura metálica y muy cerca estaba la torre del reloj que tanto le gustaba observar. Aprovechaba esos paseos para contemplar la preciosa ciudad en la que vivía, imaginarse los tiempos pasados y cómo aquellas mismas piedras, muros y edificios habrían sido testigos de tantos acontecimientos históricos. El tiempo era espléndido, así que se sentó en la terraza de un pequeño café que le permitía observar el conjunto de la plaza en todo su esplendor. Embriagada por la suave temperatura primaveral y el aroma del café recién tostado posó sus ojos una tras otra en las personas que transitaban por la zona. La camarera que servía las mesas caminaba incansable con su libreta llena de pedidos. Al fondo una muchacha pasaba en bicicleta con su cesto lleno de pan, leche y frutas frescas. Su rostro reflejaba que llevaba prisa y Vida se percató de que cargaba a la espalda una mochila de escuela repleta de libros. Una guía turística era seguida por un grupo de jubilados de una esquina a otra de la plaza mientras escuchaban obnubilados sus explicaciones en varios idiomas. Una mujer vestida con traje y portando un maletín recibió una llamada telefónica. Vida alcanzó a escuchar parte de la conversación, al parecer era la guardería que le avisaba de que su hijo estaba enfermo y debía pasar a recogerlo de inmediato. Su rostro reflejaba contrariedad, preocupación y estrés. Continuó haciendo llamadas, esta vez a la oficina. Vida sólo pudo oir "lo siento, llegaré tarde". Al otro extremo de la plaza descubrió a una anciana que empujaba una silla de ruedas, sin duda su marido. Parecía cansada, pero continuaba guiando la silla hacia un rinconcito soleado. Se sentó en un banco y colocó al anciano junto a ella. Le arregló la camisa, acarició su rostro surcado de arrugas y besó su mano con devoción infinita. En la parada del autobús esperaba una mujer de unos treinta años. Estaba embarazada. Con una mano acariciaba su enorme barriga y con la otra mecía con movimiento constante un cochecito que portaba dos preciosos bebés iguales como dos gotas de agua. Vida suspiró, apuró el último sorbo de café y pensó. Definitivamente, vida se escribe en femenino.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/8.0 ; 1/500 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 01-03-2015: "La Torre"


- ¡Mira Mamá! Qué torre tan bonita. 
- A mi me resulta una imagen triste.
- ¿Triste? ¡Pero si parece sacada de un libro caballeresco! Estoy convencida de que alberga entre sus piedras historias de princesas y batallas con espada.
- En eso tienes razón y quizá sea el motivo por el que me apena pasear por aquí.
- Mamá, tú sabes algo ¿verdad? Vamos por favor, cuéntamelo, por favor.
- Está bien, pero no digas que no te lo avisé.
Hace muchos años, esta torre su utilizaba como prisión para encarcelar a los contrarios al régimen  en el gobierno. Los arrancaban de sus camas en plena noche ante los ojos angustiados de sus familias que impotentes no podían evitar la tragedia. 
En algunos casos los detenidos estaban involucrados en política y de uno u otro modo trabajaban en la oposición con la esperanza de poder algún día cambiar el futuro de la nación. Sin embargo, otros muchos eran detenidos fruto de la envidia de algún vecino mal intencionado, un amante despechado o un prestamista con pagos atrasados que filtraba datos falsos y provocaba la detención.
El gobierno no quería correr el más mínimo riesgo así que a la primera sombra de sospecha sobre la fidelidad al régimen de algún ciudadano, no se molestaban en comprobar la veracidad de la información y sencillamente lo encerraban en la torre. Nunca nadie consiguió salir con vida de esos muros. Los ancianos contaban que a medianoche si te acercas al arco principal aún se escucha el eco de los aullidos de los prisioneros sometidos a las más crueles torturas. Algunos de los marcos de puertas y ventanas aún se pintan de rojo, como la sangre derramada durante años.
- ¡Caramba! vaya historia tan desgarradora.
- Desgarradora y real. Por eso para mi esa torre proyecta una sombra de tristeza y abandono. Varios siglos después la mayoría de ciudadanos han olvidado esta historia y la torre se utiliza para albergar eventos festivos y culturales. A mi, me cuesta sonreír bajo el recuerdo de tanto sufrimiento. 




Fotografía: "Puerta de Gentpoort,Brujas" Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/250 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza (Este texto es ficción y no basado en hechos reales)

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La Foto de la semana 22-02-2015: "Si pudiera ver..."

A veces pienso que la vida es una infinita consecución de incógnitas. De preguntas abiertas cuyas respuestas tardan en llegar tanto tiempo como los acontecimientos en desarrollarse. Nos vemos obligados cada día a tomar decisiones. Unas trascendentales y otras por completo banales. Pero siempre con una visibilidad limitada. Es como si se nos permitiera ver el futuro a través de una puerta semi entornada. Podemos ver pequeños retazos de mañana, pinceladas de eventos que con la información de que disponemos en la actualidad imaginamos o suponemos que van a acontecer. Sin embargo, cuando pretendemos acercarnos a esa realidad virtual que sólo existe en nuestro cerebro, debemos decidir y avanzar en nuestras vidas con información limitada. A menudo deseamos conocer la respuesta adecuada a nuestras incógnitas vitales. Si pudiera ver el mañana... Pero no. Si pudiera ver el mañana, mi existencia no tendría sentido, porque la aventura de vivir es una fotografía en blanco y negro que cobra color a cada paso que damos, es un libro sin palabras en el que vamos escribiendo día a día. Así que cierra los ojos y atrévete a vivir.



Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/125 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 15-02-2015: "El barquero"

Pilotaba su barca taxi desde hacía más de veinte años. Transportaba personas de un lado al otro de la bahía. Muchos eran turistas, otros, empleados o amas de casa que necesitaban acceder al otro lado del puerto para fines de lo más variopintos. Tomás estaba acostumbrado a las estereotipadas caras de estudiantes, oficinistas, bancarios, corredores de seguros, turistas... Lo que nunca hubiera imaginado era que en aquella mañana lluviosa de finales de Diciembre uno de sus pasajeros era un asesino. En realidad en aquel trayecto de apenas tres minutos de duración, en la barca estaban solos Tomás y aquel hombre sin escrúpulos que repasaba mentalmente todos los detalles para ejecutar a su víctima y desaparecer como de costumbre mimetizado con la rutina de las gentes corrientes. Tomás se despistó por un segundo de la conducción al ver un gran barco de cruceros abandonando el puerto en la lejanía, cuando volvió a fijar sus ojos en la proa del barco, tuvo que realizar una brusca maniobra de giro para evitar arrollar a un piragüista. El golpe de timón generó un extraño efecto en la embarcación que elevó la proa para caer de forma brusca nuevamente sobre la superficie marina. El pantocazo tomó por sorpresa al siniestro pasajero cuya bolsa de mano, donde transportaba el arma semiautomática con la que perpetraría su gélido crimen, salió despedida por la borda. 

Al reparar en el incidente Tomás se deshizo en disculpas y perdones, ante lo que el hombre reaccionó de manera violenta y maleducada insultando a Tomás que para ese momento ya había atracado en el muelle de llegada. El barquero angustiado no podía más que repetir si había algo que en su mano estuviera para reparar el daño y las molestias causadas. De pie en el embarcadero de madera, ante la atónita mirada de los siguientes pasajeros que aguardaban ansiosos su turno de acceso a la embarcación, Tomás vio como el hombre se alejaba sin mediar más palabra y desaparecía entre los viandantes atropellados con sus estresantes rutinas.

¿Qué podía hacer yo? ¿Pasar por encima del pobre piragüista?, mascullaba el viejo mientras intentaba retomar la compostura antes de recibir a sus nuevos huéspedes por los siguientes tres minutos. Tomás nunca supo que aquella mañana lluviosa de finales de Diciembre... Había salvado una vida.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/400 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 08-02-2015: "Por una vida mejor"

El mismo recorrido cada mañana, día tras día, durante más de veinte años. El mismo empedrado, la misma visión en el horizonte. A veces con lluvia, otras con sol. Amaneceres helados, atardeceres rasos. Diez horas de trabajo alienante en una fábrica, o en una oficina o quizá al aire libre recogiendo papeles del suelo o podando los árboles de un parque. Pequeñas gotas de agua en el torrente imparable de la vida. Microscópicos corpúsculos en el universo de lo aceptable, de lo establecido, de lo orquestado por quienes con piadoso egoísmo nos dictan lo que es correcto. Lo que debemos hacer... Por una vida mejor.
Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/11.0 ; 1/500 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la Semana 01-02-2015: "Gandalf"


Gandalf es un personaje ficticio perteneciente al legendarium del escritor británico J. R. R. Tolkien. Es uno de los principales personajes de las novelas El hobbit y El Señor de los Anillos, aunque también aparece en El Silmarillion, donde se narran sus orígenes. Es conocido por muchos nombres en la Tierra Media; según sus propias palabras: «Mithrandir entre los elfos, Tharkún para los enanos; Olórin era en mi juventud en el Oeste que nadie recuerda, Incánus en el Sur, Gandalf en el Norte; al Este nunca voy».
Es un istar (‘mago’), uno de los espíritus maia enviados a la Tierra Media durante la Tercera Edad del Sol para ayudar a sus habitantes en la lucha contra el «señor oscuro» Sauron. Allí adoptó el aspecto de un anciano de barba luenga y de color blanca grisácea, vestido con una gran capa gris, un sombrero puntiagudo de color azul y un gran cayado.
Gandalf es considerado junto a Merlín como el estereotipo del mago de la cultura occidental
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 En la mitología nórdica, Gandalf es un Dvergr (enano), que aparece en el poema Völuspá de la Edda poética.1 El nombre deriva de las palabras en nórdico antiguo gandr (vara) y álfr (elfo), es decir, un espíritu protector que esgrime una vara, tal vez una varita mágica. Cf. lat. "gandus", esp. "gandul".
En sus obras ficticias, J. R. R. Tolkien nombró a su mago Gandalf por el Dvergr.



Fotografía: Edurne Iza. Puerto de Amsterdam  (Datos de disparo: f/8.0 ; 1/250 ; 200 ISO)

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Gandalf
             http://es.wikipedia.org/wiki/Gandalf_%28mitolog%C3%ADa%29
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La Foto de la Semana 25-01-2015: "Por primera vez"


Lo habían conseguido. María y Elena. Como tantas otras mujeres sexagenarias, eran invisibles. Nombres normales y vidas corrientes. Se casaron jóvenes, tuvieron hijos, los criaron, éstos se independizaron, soportaron unas cuantas infidelidades de sus maridos, algún que otro grito por protestar o por tener la osadía de aspirar a una vida plena con más reconocimiento que el mero "gracias mamá, la cena estaba muy buena" o el "ponme más que tengo hambre". Sus vidas establecidas según las normas de la sociedad transcurrieron sin mayores sorpresas. Siempre hicieron lo que se esperaba de ellas, incluso al enviudar, mantuvieron un riguroso respeto a sus fallecidos esposos durante más de un año, en el que no se permitieron apenas sonreír o disfrutar de actividades sociales. En sus tardes de solitarios pensamientos se hicieron compañía. Descubrieron que a pocas manzanas de distancia, sin apenas haber intimado en tantos años, habían tenido vidas paralelas. De hecho, llegaron a la conclusión de que la mayoría de las mujeres que les rodeaban habían tenido las mismas vidas que ellas. Y de ese modo copita de jerez tras copita de jerez y mano de mus tras otra, Elena y María se hicieron amigas y decidieron compartir cada tarde una primera vez. Así, por primera, vez fueron al fútbol. Por primera vez vieron borroso el amanecer tomando chocolate con churros después de una noche de fiesta y alcohol. Por primera vez ligaron en una discoteca y amanecieron junto a un hombre que no se tiraba pedos. Por primera vez pidieron comida china de entrega a domicilio y la comieron con palillos desechables directamente de los recipientes de cartón, igual que en las películas americanas. Por primera vez se fueron de compras juntas y como dos quinceañeras adquirieron dos paraguas iguales y de color morado como símbolo de su hermandad. Por primera vez... Descubrieron lo que era vivir sin pasar cuentas a nadie. 
Jugaban cada semana a la quiniela y un día acertaron un pleno al quince. Así que por primera vez, tomaron sus dos paraguas iguales y morados y se fueron de viaje a recorrer todas aquellas ciudades que siempre habían soñado visitar.



Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/250 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 18-01-2015: "Un fuerte aplauso para los caricaturistas del mundo"

Tener la capacidad de reírse de uno mismo es saludable. Exagerar aquello que nos hace especiales es un modo de reconocer precisamente eso, lo que nos hace diferentes a otros grupos humanos. Una nariz pronunciada, un acento marcado e identificativo de un país en concreto, un gusto alimenticio y sí, por qué no, también temas más personales como creencias religiosas, inclinaciones sexuales o políticas. Por ello, el oficio de caricaturista es y será imprescindible en nuestra sociedad, porque nadie, bajo ningún concepto o circunstancia, debería jamás olvidar que aquello que como seres humanos nos representa y distingue de los demás no nos da el derecho a sentirnos por encima del resto. Políticos, representantes religiosos, personalidades del cine o la música y ciudadanos de a pie. Cada uno de nosotros es único y especial, es cierto, pero dentro de esa exclusividad, todos deberíamos tener los mismos derechos fundamentales. Así pues, sonriamos ante una caricatura y aplaudamos al artista capaz de captar y plasmar esa esencia única impresa en nuestro ADN.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/250 ; 200 ISO)

Texto: Onintza Otamendi Iza
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