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La Foto de la semana 12-07-2015: "Rebeca, una sirena moderna"





La reina de las profundidades le había dicho que lo sabría. Que cuándo llegara el momento de escoger, su corazón le diría claramente cuál era la decisión correcta. Sin embargo, allí estaba ella, una diminuta cabeza asomando en la superficie marina, justo en el medio de los dos gigantescos buques de carga. Uno llegaba y el otro abandonaba el puerto de Rotterdam y en uno de los dos viajaba su destino. El hombre cuyo beso rompería el hechizo que le había convertido en sirena y condenado a vivir en las profundidades. Lejos de su familia, lejos de sus amigos, condenada a no amar ni ser amada. Pero la reina de las profundidades le había dicho claramente el lugar y la hora. Así que Rebeca tomó su iPhone 6 con carcasa acuática, conectó el Google maps y nadó a toda la velocidad que los movimientos armoniosos de su cola le permitían, para llegar a tiempo a la que se antojaba sería la cita más importante de su vida. Sí, Rebeca era una sirena del siglo XXI. Le apasionaban las tecnologías, llevaba un piercing en el ombligo y había decorado su brillante cola con un par de tatuajes de colores. Era una chica normal como cualquier otra de su edad, en todo, menos en que durante una clase de química en la universidad una de sus compañeros mezcló equivocadamente dos sustancias y generó un compuesto que comenzó a emitir humo negro con un fuerte olor. Se puso tan nervioso que al intentar vaciar la probeta y detener la humareda vertió todo su contenido sobre Rebeca que muy enfadada por la torpeza del otro alumno, se marchó a casa para darse una ducha y cambiarse de ropa. Decidió tomarse la tarde libre y se quedó encerrada en su habitación con la música a todo volumen y chateando con una de sus amigas. Se acostó pronto, se sentía especialmente cansada. A la mañana siguiente sintió un irreprimible deseo de acercarse a la playa. Era temprano, le daba tiempo de dar un pequeño paseo antes de que comenzaran las clases. Se descalzó y caminó por la orilla, tan pronto sus pies entraron en contacto con el agua se produjo la transformación. Sus piernas desaparecieron para dejar paso a una larga y esbelta cola cubierta de brillantes escamas... Era una sirena.
Rebeca no sabía que hacer, cada uno de los barcos avanzaba en una dirección opuesta y según la Reina ese era el lugar exacto, por tanto su misterioso salvador debía por fuerza viajar a bordo de uno de ellos. En ese momento de angustia e indecisión, Rebeca recordó las palabras de su madre "Cuando no sepas que hacer... No hagas nada". Así que resignada, respiró hondo y nadó con suavidad de un lado al otro de ambas estelas. De pronto de uno de los buques vio caer algo por la borda, se acercó sumergida y vio que era un hombre. Estaba inconsciente y su cuerpo inerte se hundía a gran velocidad. Rebeca lo asió por los brazos y lo arrastró con rapidez a una cala oculta detrás de la dársena principal del puerto. No sin dificultad consiguió sacar al joven del agua. Sobre las piedras de la playa Rebeca no tenía mucha movilidad, pero se las apañó para colocarse junto a él y con gran cuidado realizarle la respiración boca a boca. Después de unos interminables segundos el hombre no respondía. Comenzó a asustarse. ¿Estaría muerto? Alejó de su mente todo pensamiento negativo y continuó introduciendo aire en sus pulmones. De pronto el joven tosió, expulsó gran cantidad de agua por nariz y boca y abrió los ojos. Pasados unos minutos de absoluta confusión, Rebeca pensó que debía desaparecer de inmediato, antes de que él se diera cuenta de que era una sirena. Intentó arrastrarse hacia el agua y notó algo extraño en su cola. Había desaparecido y en su lugar se movían de forma independiente dos largas y esbeltas piernas. 
La decisión que hubo de tomar, fue no hacer nada. Hubo de salvar la vida a su supuesto salvador. No fue él quien le besó si no ella quien posó sus labios en los de él para realizarle el boca a boca. Con algunos matices, pero la Reina de las Profundidades había cumplido su palabra. Rebeca volvía a ser una chica normal. Aunque después de haber sido una sirena ¿podría ser alguna vez una chica normal?. 





Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Puerto de Rotterdam   (Datos de disparo: f/8; 1/1000; ISO 200)

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