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La Foto de la semana 14-06-2015: "Ala"






Cuando su madre estaba embarazada soñaba con cruzar el atlántico en avión. Cuando su niña nació, la llamó Ala. Cada Navidad o cumpleaños le regalaba aviones de juguete. Cuando no quería comer, las cucharas se convertían en aeroplanos de mercancías cargados de alimentos rumbo al estómago de Ala. En su casa, Papá Noel no llegaba en trineo ni se escurría por la chimenea, llegaba volando y aterrizaba en el jardín. Cuando creció, Ala quería volar. ¿O quizá tan sólo era un deseo aprendido? Lo cierto es que cuando tuvo edad suficiente, aprendió a pilotar. Se convirtió en la primera mujer de su país en manejar un aeroplano, en realizar vuelo acrobático. Su rostro se publicaba en los periódicos locales y nacionales cada semana. Cuando parecía que Ala había alcanzado la cima, aún sorprendía a sus seguidores con algo aún más arriesgado. Otra vuelta de tuerca, reinventando lo imposible. Un domingo Ala desafío a la gravedad con más descaro que nunca. Pero ese día le tocó perder. Se precipitó al vacío desde dos mil pies de altitud. Fueron varios segundos de caída libre. Sí, tan libre como Ala jamás se había sentido. En esos instantes vertiginosos hacia la muerte comprendió que en realidad ella nunca había querido volar. Y ahora, por fin, volaba hacia su libertad. Ala cerró los ojos, sonrió y antes de estrellarse contra la tierra... fue feliz.


Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Exhibición aérea    (Datos de disparo: f/5.6; 1/1000; ISO 100)

Puedes descargarte esta foto libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la  misma. No olvides que   toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.

La Foto de la semana 20-07-2014: "Si soplas, vuelo"



Pablo paseaba por el prado en un día de primavera. Observaba las plantas, las flores, percibía el aroma de la naturaleza. De pronto escuchó una vocecita que decía con suavidad:

- Soy una flor delicada, atractiva y si soplas, vuelo. 

Pablo miró a su alrededor y comprobó que estaba completamente solo. Sin embargo, la voz repitió una y otra vez las mismas palabras. Desesperado, pues no sabía de dónde procedía el sonido, decidió sentarse sobre la hierba y analizar la situación. Entonces descubrió una flor blanca, de aspecto frágil y esponjoso que parecía formada por miles de diminutas fibras de algodón. Aún incrédulo se dirigió a ella con cautela:

- ¿Eres tú, hermosa flor, la que hablas?
- ¿Y quién si no?, respondió airada. Soy una flor delicada, atractiva y si soplas, vuelo.
- Entonces ¿Quieres que sople? ¿Quieres volar?
- ¿Quieres tú verme volar?
- ¿Si lo hago desaparecerás?
- Volar, es ser libre. Dejaré de estar a tu alcance, de tener la forma actual. Recuerda, la materia no desaparece, tan sólo se transforma.

Pablo dudó unos segundos. Luego llenó sus pulmones de aire y sopló. La hermosa flor se deshizo en miles de diminutas pelusillas blancas que flotaron en todas direcciones. El muchacho hubiera jurado que antes de alejarse tanto entre ellas que fuera imposible seguirlas con la mirada, dibujaron una sonrisa en el aire. Después cada hebra del color de la nieve emprendió un vuelo en solitario. Hacia un nuevo destino.

Pablo permaneció sentado con la vista perdida en el infinito repitiendo para sus adentros: si soplas vuelo; volar es ser libre; la materia no desaparece, tan sólo se transforma.



Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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