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La Foto de semana 26-07-2015: "El bosque encantado"





En su delirio hubiera jurado que aquellos árboles podían moverse. Era un día gris y la luz apenas atravesaba la frondosidad del bosque. Tan sólo diferenciaba sombras. Siluetas alargadas en blanco y negro que se le antojaban gigantescos y amenazantes seres encantados. Nunca debía haber aceptado la pócima de Rebeca. Sin embargo la desesperación por encontrar a su amada le hubiera llevado a firmar un pacto con el mismísimo diablo si de ese modo hubiera tenido tan sólo una oportunidad de recuperarla. 
Le hablaron de Rebeca, la vieja curandera que vivía sola en una cabaña perdida en el bosque. Le aseguraron que si alguien podía idear un modo de hacer volver a un ser querido era sin duda Rebeca. Así que en un intento desesperado por huir de la realidad aporreó la desvencijada puerta de madera de su cabaña, le explicó su problema y aceptó beber  su pócima milagrosa con la esperanza de despertar junto a su querida Daniela como si todo hubiera sido únicamente un mal sueño.
La cabeza le daba vueltas, los árboles se le antojaban cada vez más altos y amenazadores. Sentía un profundo dolor en el estómago y su cabeza estaba a punto de estallar. En las tinieblas de su imaginación le pareció ver a Daniela. Tan hermosa como siempre. Ella le tomaba una mano y mirándole dulcemente a los ojos le susurraba unas palabras que recordaría el resto de sus días. Déjame ir. Libera mi espíritu para que pueda descansar en paz. Conserva mi recuerdo, pero deja ir mi alma. Algún día volveremos a encontrarnos. No en este espacio ni tiempo pero nuestros espíritus serán uno para siempre. En su ensoñación él aceptó, ella sonrió y su imagen desapareció entre las sombras de los árboles. 
Al despertar, tendido aún en el medio del bosque, comprendió que Rebeca tan sólo le había hecho enfrentarse a sus propios fantasmas. Daniela no regresaría a su vida. Era parte del pasado y debía dejarla ir para poder vivir su presente. Adiós Daniela... Adiós. 


Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza

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La Foto de la semana 28-06-2015: "Bronce"


A Teodora le gustaba vivir en Brujas. A sus once años le parecía la ciudad más maravillosa de cuantas pudieran existir. Le gustaban sus calles empedradas, su atmósfera antigua y misteriosa. Y entre todos los de la ciudad, su rincón favorito era la fuente del caballo. Podía pasarse horas enteras observando cada detalle. Las orejas en pose de atención, las crines alrededor de sus ojos, las aletas de la nariz abiertas y la boca demandando unas gotas de agua. Mil historias había inventado alrededor de por qué Bronce, así lo había bautizado, había terminado convertido en estatua y fuente para toda la eternidad. Así en la imaginación de la pequeña, Bronce había sido bestia de tiro, montura de un bravo general del ejército, un potro salvaje a quien jamás pudo domarse, un afable jamelgo de paseo en una de las carretas turísticas que recorrían las calles del centro... Incluso había llevado a sus lomos a un famoso ladrón de ricos al más puro estilo Robin Hood. 
Cuando creía que nadie podía verla, Teodora conversaba animadamente con Bronce. En realidad, más que una conversación era un monólogo pero a ella le bastaba para rellenar las horas muertas de su monótona vida. Acariciando su hocico con ambas manos compartía sus más inquietantes frustraciones:
- Algún día Bronce, tu y yo, cabalgaremos a todo galope por los prados. Seremos libres y recorreremos todos los lugares que siempre hemos soñado. ¿Verdad que si Bronce? ¿Verdad que si?.
Cada día al anochecer, sus ensoñaciones se veían interrumpidas del mismo modo. Siempre bajo la cantarina voz de su padre al grito de "¡A cenar!".
Aquella tarde Mateo se acercó a la fuente para recoger a su hija.
- Vamos Teodora, no se que magia ejerce este pedazo de metal para tenerte aquí ensimismada tarde tras tarde.
- Papá ¿Es que no lo entiendes?. Porque viniendo aquí cada tarde alimento la esperanza de que un día Bronce podrá liberarse de la prisión de esta fuente como yo lo haré de esta silla.
Y airada, la niña puso sus manitas enfundadas en guantes de cuero sobre ambas ruedas e impulsó su silla por los adoquines de la mágica ciudad de Brujas. Mateo respiró profundamente, miró a Bronce y una sonrisa amarga dibujó su rostro.




Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Ciudad de Brujas    (Datos de disparo: f/2; 1/125; ISO 200)

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La Foto de la semana 22-06-2015: "Un rayo de sol"




¿A ver? Sí. Creo que si me quedo en esta zona podré disfrutar del sol y el calorcito veraniego al menos hasta que esa sombra de ahí avance lo suficiente como para cubrir esta parte de la roca. Si mis cálculos no me fallan eso me proporcionará aproximadamente... diez minutos. Se que a vosotros los humanos os llama poderosamente la atención el hecho de que las lagartijas tomemos el sol. En realidad lo necesitamos puesto que somos animales ectotermos. O sea, que a diferencia de vosotros nuestro cuerpo no es capaz de generar calor, si no que debemos regular nuestra temperatura corporal a través de la temperatura ambiental. Por eso nos encanta exponernos a la radiación solar y colocarnos sobre piedras recalentadas por el astro rey. Sin embargo, una vez alcanzado el nivel deseado, nos retiramos a una zona sombría para que los grados se reduzcan hasta un  nivel confortable. 
También podemos desprendernos de la parte final de nuestra cola. Es una solución que sólo utilizamos en casos extremos cuando necesitamos escapar de un depredador que nos tiene acorralados. Intentamos evitarlo ya que en esa parte de la cola almacenamos grasas para las épocas de escasez y además nos sirve de equilibrio para correr con mayor agilidad. Sin embargo, debo reconocer que en situaciones límite, consigue distraer a nuestros perseguidores, ya que una vez desprendida la cola continúa moviéndose durante unos segundos lo cual confunde al enemigo y nos proporciona una ventaja que puede salvar nuestra vida. Pasado un tiempo la cola vuelve a crecernos, ya que las células de esa parte de nuestro cuerpo se regeneran con cierta facilidad, sin embargo, ya no será tan robusta como la original. 
En fin queridos humanos, en este primer día oficial de verano os deseo sol y buenas vibraciones ¡Hasta pronto!




Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Lagartija ibicenca    (Datos de disparo: f/8; 1/400; ISO 100)

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La Foto de la semana 14-06-2015: "Ala"






Cuando su madre estaba embarazada soñaba con cruzar el atlántico en avión. Cuando su niña nació, la llamó Ala. Cada Navidad o cumpleaños le regalaba aviones de juguete. Cuando no quería comer, las cucharas se convertían en aeroplanos de mercancías cargados de alimentos rumbo al estómago de Ala. En su casa, Papá Noel no llegaba en trineo ni se escurría por la chimenea, llegaba volando y aterrizaba en el jardín. Cuando creció, Ala quería volar. ¿O quizá tan sólo era un deseo aprendido? Lo cierto es que cuando tuvo edad suficiente, aprendió a pilotar. Se convirtió en la primera mujer de su país en manejar un aeroplano, en realizar vuelo acrobático. Su rostro se publicaba en los periódicos locales y nacionales cada semana. Cuando parecía que Ala había alcanzado la cima, aún sorprendía a sus seguidores con algo aún más arriesgado. Otra vuelta de tuerca, reinventando lo imposible. Un domingo Ala desafío a la gravedad con más descaro que nunca. Pero ese día le tocó perder. Se precipitó al vacío desde dos mil pies de altitud. Fueron varios segundos de caída libre. Sí, tan libre como Ala jamás se había sentido. En esos instantes vertiginosos hacia la muerte comprendió que en realidad ella nunca había querido volar. Y ahora, por fin, volaba hacia su libertad. Ala cerró los ojos, sonrió y antes de estrellarse contra la tierra... fue feliz.


Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Exhibición aérea    (Datos de disparo: f/5.6; 1/1000; ISO 100)

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La Foto de la semana 26-04-2015: "Por los pelos"


Era un perro pequeño. Con el pelaje blanco y varias áreas negras en algunas zonas de su cuerpo. Hubiera preferido llamarse Golfo, Beethoven, Pluto o Lassie, pero tuvo que conformarse con Manchas. Ese era el nombre grabado en la placa que colgaba de su cuello. No era una mascota cinematográfica, ni sería recordado por millones de niños y adultos, sin embargo, Manchas estaba a punto de salvar a la humanidad, desde el anonimato de sus veinte centímetros de estatura y su nombre de andar por casa. Miguel había camuflado en su collar un microchip que contenía los códigos de bloqueo de todas las centrales de gas del país. Consiguió esconderlo justo antes de que una bala de 9 milímetros atravesara su sien. Manchas tenía que entregar el chip en la embajada antes de que cayera en manos de los asesinos que pretendían mezclar una sustancia tóxica con el gas ciudad y distribuirla a través de las tuberías a los hogares de millones de personas que quedarían fulminadas en cuanto encendieran sus radiadores, el agua caliente o el fuego para cocinar. Miguel cayó al suelo y su cabeza se rodeó rápidamente de un enorme charco de sangre. Manchas corrió escaleras abajo, tan rápido como sus diminutas pero ágiles patitas le permitían. En pocos instantes, los asesinos reconocieron la situación. En el silencio de una tarde de domingo se oyó retumbar entre las paredes de las desiertas calles ¡A por el perro! ¡Lo tiene el perro!. 
Manchas continuó corriendo, salió del laberinto de callejas del casco antiguo, cruzó una de las plazas más grandes de la ciudad donde por poco cae aplastado bajo las ruedas de un turista que paseaba en bibicleta. Casi no podía respirar pero continuó corriendo. Podía escuchar los gritos amenazadores de sus perseguidores, pero estaba muy cerca, divisó a tan sólo unos metros los brillantes barrotes de acero con adornos dorados de las rejas de la embajada. No quedaba tiempo, Manchas tomó impulso en sus patas traseras y en un último y desesperado esfuerzo saltó por encima de la verja. Las afiladas puntas de los barrotes rasgaron su barriga al tiempo que a lo lejos oía salvar los disparos de sus perseguidores en un último intento por detenerle. La guardia de la embajada que le esperaba salió a su encuentro en el patio trasero. Recuperaron el chip de su collar, transmitieron los datos a las centrales para asegurar que los conductos de la ciudad estaban a salvo y trasladaron a Manchas al interior del edificio. Tenía varios cortes en la panza por los rasguños de los barrotes y una bala había rozado su costado izquierdo por donde sangraba abundantemente, pero nada que hiciera temer por su vida. Manchas había salvado el futuro de la humanidad. Aquel pequeño perrillo con nombre de andar por casa, descansaba con la satisfacción del deber cumplido. Una vez sus heridas estuvieron vendadas, lo colocaron en una pulida cesta para que durmiera un rato. Manchas apoyó la cabeza en los almohadones y resoplando pensó ¡Por los pelos!.



Fotografía: Edurne Iza: Black White photography series (Datos de disparo: f/8.0; 1/20; ISO 100)

Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 29-03-2015: "Y girarán y girarán..."

El cielo oscureció en apenas unos segundos. Era como si la noche hubiera inundado cada centímetro del lugar. Nunca pensó que la maldición fuera a cumplirse y mucho menos que sus efectos se notaran tan rápido. Se sentía culpable de aquel desastre. Si tan sólo hubiera accedido a los deseos de Lamaz... Pero no, había tenido que dejar que su orgullo de campesino, como le recriminaba su padre, prevaleciera por encima de la sensatez.
¿Pero era acaso sensato aceptar los designios de un futuro injusto?. Primero sería la boda ¿Y luego?. Si claudicaba la primera vez, sería como una hoja al viento de los caprichos del malvado conde. 
Lamaz tenía una hija tan fea y monstruosa como negra era su alma. La muchacha se había enamorado de Mertel, el apuesto hijo del molinero y su padre estaba dispuesto a satisfacer el antojo de su niña a cualquier precio. Así que amenazó a Mertel con sumir la aldea en una noche eterna y hacer soplar el viento de forma tan constante e intensa que las aspas del molino rotaran a mucha velocidad y no se detuvieran jamás, lo cual haría imposible su uso y llevaría a la ruina a Mertel y su padre. Mientras movía las manos de forma frenética dibujando círculos en el aire Lamaz pronunció su conjuro: la oscuridad caerá sobre la aldea y las aspas de tu molino girarán y girarán hasta que decidas pedir la mano de mi hija... o morir. 
Cuando Mertel comprobó que no eran vanas las amenazas proferidas, comprendió que no podía poner en riesgo la vida de su padre ni del resto de habitantes de la aldea así que se dirigió al palacio de Lamaz y solicitó audiencia. El conde complacido le atendió de inmediato y Mertel accedió a casarse con su hija. Lamaz no quería correr el riesgo de que el joven cambiara de opinión así que mandó llamar al obispo para que improvisara un ceremonia de forma inmediata. Apenas un par de horas después los muchachos estaban casados, el viento cesó de soplar y el sol brilló de nuevo sobre la aldea. Mertel pidió permiso para despedirse de su padre. Al llegar al molino, ató una cuerda de la zona más elevada de las aspas, puso en funcionamiento la rueca, pasó la cuerda alrededor de su cuello y dejó que el movimiento lento de las aspas lo alzara durante varios minutos, la falta de oxígeno le hizo enrojecer, patalear, tambalearse con movimientos espasmódicos y finalmente expirar. Mertel liberó a la aldea de la maldición y acto seguido liberó su propia alma. Podrás dominar mi orgullo en esta vida, pero atrévete a seguirme a la siguiente, pensó mientras el último soplo de vida se extinguía de su cuerpo.


Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/500 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 14-03-2015: "La exposición"

Había esperado aquel momento toda su vida. Desde niño había acudido a todas las exposiciones posibles. Pintura, escultura, fotografía. Sintió la llamada del arte mucho antes de tener conciencia de ello. Rodeado de obras de diversas disciplinas y artistas se sentía feliz. Notaba manar su creatividad por cada uno de los poros de su cuerpo. Encontraba inspiración en el resultado de la inspiración de otros artistas. Se prometió a sí mismo que algún día cientos de personas harían cola para ver su obra, tal y como él hacía para disfrutar la de tantos otros. Artistas consagrados todos ellos, pero algún día él también lo conseguiría. Realizó todo tipo de trabajos de medio pelo que le permitieron subsistir y enfocar sus energías a su verdadera pasión. No le importaban las comidas frías de lata, ni el frío del invierno. Ignoraba a todos aquellos que le consideraban invisible, incontable, incoloro e insignificante porque su propósito en la vida iba mucho más allá. La vida en sí carecía de importancia si al final de las vías el tren se detenía en la estación correcta. 
Pasaron décadas hasta que su sueño se cumplió y su obra se expuso en una de las galerías más prestigiosas del país. Sus penurias por cumplir sus anhelos le llevaron a la miseria extrema y pereció fruto de una neumonía en un invierno algo más duro de lo normal. Había esperado aquel momento toda su vida, pero el momento llegó pocos meses después de su muerte. 

Este es un tributo a todos los seres humanos, artistas o no, que dedican cada segundo de sus vidas a cumplir sus sueños. 


Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/60 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 08-03-2015: "Vida. En femenino"

Speyer, Alemania

Vida era una mujer adulta. Ni joven ni mayor. Ni guapa ni fea. Ni gorda ni flaca. Le gustaba coleccionar sellos y siempre que podía se acercaba paseando por las calles empredradas del casco antiguo de la ciudad hasta la oficina de Correos. Estaba situada en una céntrica plaza que albergaba un precioso kiosko cubierto con estructura metálica y muy cerca estaba la torre del reloj que tanto le gustaba observar. Aprovechaba esos paseos para contemplar la preciosa ciudad en la que vivía, imaginarse los tiempos pasados y cómo aquellas mismas piedras, muros y edificios habrían sido testigos de tantos acontecimientos históricos. El tiempo era espléndido, así que se sentó en la terraza de un pequeño café que le permitía observar el conjunto de la plaza en todo su esplendor. Embriagada por la suave temperatura primaveral y el aroma del café recién tostado posó sus ojos una tras otra en las personas que transitaban por la zona. La camarera que servía las mesas caminaba incansable con su libreta llena de pedidos. Al fondo una muchacha pasaba en bicicleta con su cesto lleno de pan, leche y frutas frescas. Su rostro reflejaba que llevaba prisa y Vida se percató de que cargaba a la espalda una mochila de escuela repleta de libros. Una guía turística era seguida por un grupo de jubilados de una esquina a otra de la plaza mientras escuchaban obnubilados sus explicaciones en varios idiomas. Una mujer vestida con traje y portando un maletín recibió una llamada telefónica. Vida alcanzó a escuchar parte de la conversación, al parecer era la guardería que le avisaba de que su hijo estaba enfermo y debía pasar a recogerlo de inmediato. Su rostro reflejaba contrariedad, preocupación y estrés. Continuó haciendo llamadas, esta vez a la oficina. Vida sólo pudo oir "lo siento, llegaré tarde". Al otro extremo de la plaza descubrió a una anciana que empujaba una silla de ruedas, sin duda su marido. Parecía cansada, pero continuaba guiando la silla hacia un rinconcito soleado. Se sentó en un banco y colocó al anciano junto a ella. Le arregló la camisa, acarició su rostro surcado de arrugas y besó su mano con devoción infinita. En la parada del autobús esperaba una mujer de unos treinta años. Estaba embarazada. Con una mano acariciaba su enorme barriga y con la otra mecía con movimiento constante un cochecito que portaba dos preciosos bebés iguales como dos gotas de agua. Vida suspiró, apuró el último sorbo de café y pensó. Definitivamente, vida se escribe en femenino.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/8.0 ; 1/500 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 01-03-2015: "La Torre"


- ¡Mira Mamá! Qué torre tan bonita. 
- A mi me resulta una imagen triste.
- ¿Triste? ¡Pero si parece sacada de un libro caballeresco! Estoy convencida de que alberga entre sus piedras historias de princesas y batallas con espada.
- En eso tienes razón y quizá sea el motivo por el que me apena pasear por aquí.
- Mamá, tú sabes algo ¿verdad? Vamos por favor, cuéntamelo, por favor.
- Está bien, pero no digas que no te lo avisé.
Hace muchos años, esta torre su utilizaba como prisión para encarcelar a los contrarios al régimen  en el gobierno. Los arrancaban de sus camas en plena noche ante los ojos angustiados de sus familias que impotentes no podían evitar la tragedia. 
En algunos casos los detenidos estaban involucrados en política y de uno u otro modo trabajaban en la oposición con la esperanza de poder algún día cambiar el futuro de la nación. Sin embargo, otros muchos eran detenidos fruto de la envidia de algún vecino mal intencionado, un amante despechado o un prestamista con pagos atrasados que filtraba datos falsos y provocaba la detención.
El gobierno no quería correr el más mínimo riesgo así que a la primera sombra de sospecha sobre la fidelidad al régimen de algún ciudadano, no se molestaban en comprobar la veracidad de la información y sencillamente lo encerraban en la torre. Nunca nadie consiguió salir con vida de esos muros. Los ancianos contaban que a medianoche si te acercas al arco principal aún se escucha el eco de los aullidos de los prisioneros sometidos a las más crueles torturas. Algunos de los marcos de puertas y ventanas aún se pintan de rojo, como la sangre derramada durante años.
- ¡Caramba! vaya historia tan desgarradora.
- Desgarradora y real. Por eso para mi esa torre proyecta una sombra de tristeza y abandono. Varios siglos después la mayoría de ciudadanos han olvidado esta historia y la torre se utiliza para albergar eventos festivos y culturales. A mi, me cuesta sonreír bajo el recuerdo de tanto sufrimiento. 




Fotografía: "Puerta de Gentpoort,Brujas" Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/250 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza (Este texto es ficción y no basado en hechos reales)

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La Foto de la semana 22-02-2015: "Si pudiera ver..."

A veces pienso que la vida es una infinita consecución de incógnitas. De preguntas abiertas cuyas respuestas tardan en llegar tanto tiempo como los acontecimientos en desarrollarse. Nos vemos obligados cada día a tomar decisiones. Unas trascendentales y otras por completo banales. Pero siempre con una visibilidad limitada. Es como si se nos permitiera ver el futuro a través de una puerta semi entornada. Podemos ver pequeños retazos de mañana, pinceladas de eventos que con la información de que disponemos en la actualidad imaginamos o suponemos que van a acontecer. Sin embargo, cuando pretendemos acercarnos a esa realidad virtual que sólo existe en nuestro cerebro, debemos decidir y avanzar en nuestras vidas con información limitada. A menudo deseamos conocer la respuesta adecuada a nuestras incógnitas vitales. Si pudiera ver el mañana... Pero no. Si pudiera ver el mañana, mi existencia no tendría sentido, porque la aventura de vivir es una fotografía en blanco y negro que cobra color a cada paso que damos, es un libro sin palabras en el que vamos escribiendo día a día. Así que cierra los ojos y atrévete a vivir.



Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/125 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 15-02-2015: "El barquero"

Pilotaba su barca taxi desde hacía más de veinte años. Transportaba personas de un lado al otro de la bahía. Muchos eran turistas, otros, empleados o amas de casa que necesitaban acceder al otro lado del puerto para fines de lo más variopintos. Tomás estaba acostumbrado a las estereotipadas caras de estudiantes, oficinistas, bancarios, corredores de seguros, turistas... Lo que nunca hubiera imaginado era que en aquella mañana lluviosa de finales de Diciembre uno de sus pasajeros era un asesino. En realidad en aquel trayecto de apenas tres minutos de duración, en la barca estaban solos Tomás y aquel hombre sin escrúpulos que repasaba mentalmente todos los detalles para ejecutar a su víctima y desaparecer como de costumbre mimetizado con la rutina de las gentes corrientes. Tomás se despistó por un segundo de la conducción al ver un gran barco de cruceros abandonando el puerto en la lejanía, cuando volvió a fijar sus ojos en la proa del barco, tuvo que realizar una brusca maniobra de giro para evitar arrollar a un piragüista. El golpe de timón generó un extraño efecto en la embarcación que elevó la proa para caer de forma brusca nuevamente sobre la superficie marina. El pantocazo tomó por sorpresa al siniestro pasajero cuya bolsa de mano, donde transportaba el arma semiautomática con la que perpetraría su gélido crimen, salió despedida por la borda. 

Al reparar en el incidente Tomás se deshizo en disculpas y perdones, ante lo que el hombre reaccionó de manera violenta y maleducada insultando a Tomás que para ese momento ya había atracado en el muelle de llegada. El barquero angustiado no podía más que repetir si había algo que en su mano estuviera para reparar el daño y las molestias causadas. De pie en el embarcadero de madera, ante la atónita mirada de los siguientes pasajeros que aguardaban ansiosos su turno de acceso a la embarcación, Tomás vio como el hombre se alejaba sin mediar más palabra y desaparecía entre los viandantes atropellados con sus estresantes rutinas.

¿Qué podía hacer yo? ¿Pasar por encima del pobre piragüista?, mascullaba el viejo mientras intentaba retomar la compostura antes de recibir a sus nuevos huéspedes por los siguientes tres minutos. Tomás nunca supo que aquella mañana lluviosa de finales de Diciembre... Había salvado una vida.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/400 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 08-02-2015: "Por una vida mejor"

El mismo recorrido cada mañana, día tras día, durante más de veinte años. El mismo empedrado, la misma visión en el horizonte. A veces con lluvia, otras con sol. Amaneceres helados, atardeceres rasos. Diez horas de trabajo alienante en una fábrica, o en una oficina o quizá al aire libre recogiendo papeles del suelo o podando los árboles de un parque. Pequeñas gotas de agua en el torrente imparable de la vida. Microscópicos corpúsculos en el universo de lo aceptable, de lo establecido, de lo orquestado por quienes con piadoso egoísmo nos dictan lo que es correcto. Lo que debemos hacer... Por una vida mejor.
Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/11.0 ; 1/500 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la Semana 01-02-2015: "Gandalf"


Gandalf es un personaje ficticio perteneciente al legendarium del escritor británico J. R. R. Tolkien. Es uno de los principales personajes de las novelas El hobbit y El Señor de los Anillos, aunque también aparece en El Silmarillion, donde se narran sus orígenes. Es conocido por muchos nombres en la Tierra Media; según sus propias palabras: «Mithrandir entre los elfos, Tharkún para los enanos; Olórin era en mi juventud en el Oeste que nadie recuerda, Incánus en el Sur, Gandalf en el Norte; al Este nunca voy».
Es un istar (‘mago’), uno de los espíritus maia enviados a la Tierra Media durante la Tercera Edad del Sol para ayudar a sus habitantes en la lucha contra el «señor oscuro» Sauron. Allí adoptó el aspecto de un anciano de barba luenga y de color blanca grisácea, vestido con una gran capa gris, un sombrero puntiagudo de color azul y un gran cayado.
Gandalf es considerado junto a Merlín como el estereotipo del mago de la cultura occidental
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 En la mitología nórdica, Gandalf es un Dvergr (enano), que aparece en el poema Völuspá de la Edda poética.1 El nombre deriva de las palabras en nórdico antiguo gandr (vara) y álfr (elfo), es decir, un espíritu protector que esgrime una vara, tal vez una varita mágica. Cf. lat. "gandus", esp. "gandul".
En sus obras ficticias, J. R. R. Tolkien nombró a su mago Gandalf por el Dvergr.



Fotografía: Edurne Iza. Puerto de Amsterdam  (Datos de disparo: f/8.0 ; 1/250 ; 200 ISO)

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Gandalf
             http://es.wikipedia.org/wiki/Gandalf_%28mitolog%C3%ADa%29
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La Foto de la semana 18-01-2015: "Un fuerte aplauso para los caricaturistas del mundo"

Tener la capacidad de reírse de uno mismo es saludable. Exagerar aquello que nos hace especiales es un modo de reconocer precisamente eso, lo que nos hace diferentes a otros grupos humanos. Una nariz pronunciada, un acento marcado e identificativo de un país en concreto, un gusto alimenticio y sí, por qué no, también temas más personales como creencias religiosas, inclinaciones sexuales o políticas. Por ello, el oficio de caricaturista es y será imprescindible en nuestra sociedad, porque nadie, bajo ningún concepto o circunstancia, debería jamás olvidar que aquello que como seres humanos nos representa y distingue de los demás no nos da el derecho a sentirnos por encima del resto. Políticos, representantes religiosos, personalidades del cine o la música y ciudadanos de a pie. Cada uno de nosotros es único y especial, es cierto, pero dentro de esa exclusividad, todos deberíamos tener los mismos derechos fundamentales. Así pues, sonriamos ante una caricatura y aplaudamos al artista capaz de captar y plasmar esa esencia única impresa en nuestro ADN.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/250 ; 200 ISO)

Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 11-01-2015: "Sobre ruedas"


Arranca un nuevo año. Tenemos la mente llena de nuevas y mejores intenciones y propósitos que el año anterior. Doce meses para cumplirlos o trescientos sesenta y cinco días para fustigarnos por no haberlo hecho. En realidad algunas de esas promesas que nos hacemos cada principio de calendario, se repiten una y otra vez. Son como uno de esos coches antiguos que perviven aparcados en las calles de nuestras ciudades. Clásicos de la historia conviviendo con el progreso y los nuevos modelos. A pesar de pertenecer a otra época, de ser un retal de otra era, no queremos deshacernos de ellos, porque de algún modo nos han acompañado hasta aquí, en el largo camino de nuestras vidas. ¿Qué sería un inicio de año sin el firme propósito de comenzar a ir al gimnasio, dejar de fumar o hacer dieta?. El Fiat 500L marcó a varias generaciones y al verlo hoy estacionado junto a poderosos vehículos de tecnología alemana, me doy cuenta que a lo largo de todos estos años, sólo ha ganado en glamour, encanto y un exquisito halo de romántica nostalgia. Exactamente igual que todos los buenos propósitos con los que arrancamos cada Enero, aunque rara vez lleguemos a hacerlos realidad.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/125 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La foto de la semana 04-01-2015: "Amsterdam"

Ámsterdam5 o Amsterdam, según la pronunciación etimológica (Acerca de este sonido Amsterdam [ɑmstər'dɑm]), es la capital oficial de los Países Bajos. La ciudad está situada entre la bahía del IJ, al norte, y a las orillas del río Amstel, al sureste. Fue fundada en el siglo XII como un pequeño pueblo pesquero. Sin embargo, en la actualidad es la ciudad más grande del país y un gran centro financiero y cultural de proyección internacional.
Tiene una población de unos 810 000 habitantes y en su área metropolitana residen aproximadamente 1,5 millones. Cabe destacar que Ámsterdam forma parte de la gran conurbación neerlandesa llamada Randstad (junto con las ciudades de La Haya, Róterdam y Utrecht), que cuenta con más de 6,5 millones de habitantes. Este núcleo es una de las conurbaciones más grandes de Europa.
El centro histórico de la ciudad fue construido en gran parte en el siglo XVII y es hoy en día uno de los centros históricos más grandes de Europa. En aquella época se construyeron una serie de canales semicirculares alrededor del casco antiguo ya existente de la ciudad. Después se edificaron las nuevas calles que ahora habían sido creadas con casas y almacenes en un estilo típico neerlandés que es una de las imágenes más famosas de Ámsterdam y del país. Al igual que otras ciudades de Europa septentrional con abundancia de agua, como Brujas, Hamburgo y Estocolmo, es conocida coloquialmente como la «Venecia del norte».
Aunque durante casi toda su historia (excepto entre 1808–1810) ha sido la capital oficial de los Países Bajos, nunca ha sido la sede de la justicia, el gobierno o el parlamento neerlandés, ya que todos estos órganos se encuentran en la ciudad de La Haya, que por tanto es la principal ciudad del país con respecto a política y justicia. Ámsterdam tampoco es la capital de la provincia de Holanda Septentrional, que siempre ha sido Haarlem.

Fotografía: Edurne Iza
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%81msterdam


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La Foto de la semana 21-12-2014: "Felicidad"

  Merry Christmas & Happy New Year for everybody



Matilde era desgraciada. Su vida había sido, desde siempre, una consecución de despropósitos. Su corazón no bombeaba sangre, sólo lágrimas. Cada mañana al abrir los ojos, Matilde lloraba. Al principio lloraba a causa de sus problemas económicos, porque se sentía sola, no tenía trabajo, porque apenas podía alimentarse. Su situación mejoró cuando respondió al anuncio del supermercado de la esquina y la contrataron como cajera. Sin embargo, cada mañana al abrir los ojos, Matilde lloraba. Consiguió mudarse a un barrio mejor, a su mesa cada noche servía una cena caliente, pudo comprarse algo de ropa. Pero cada mañana al abrir los ojos, Matilde lloraba. Ya no recordaba por qué, pero continuaba llorando de manera rutinaria igual que se lavaba los dientes. Era el día de Navidad y Matilde, no tenía que trabajar. Sonó el despertador conectado con la emisora de radio local y tocaban su canción favorita. Ese día Matilde se olvidó de llorar. Lo mismo sucedió la siguiente mañana y la otra. Hasta que un día se despertó y una enorme sonrisa iluminó su rostro. Se sentía feliz y ni siquiera recordaba los millones de lágrimas derramadas.
A menudo utilizamos de forma casi inconsciente la palabra felicidad. Deseamos felices fiestas, decimos que tenemos una vida feliz, que somos felices. Que esto o aquello nos hace felices. 
Sin embargo la felicidad es mucho más etérea. Sólo tiene sentido en un determinado espacio e instante temporal. Es efímera, abstracta, intangible e incontable. 
Hay quien hace de ella el propósito de su vida. Hay quien desperdicia su vida buscándola y muere en el intento. En realidad, la felicidad es un sentimiento tan profundo y satisfactorio que apenas unos segundos nos compensan una larga serie de penurias. Por ello, me atrevería a definir la felicidad como un instante fugaz de satisfacción infinita. 
Así, para el nuevo año, desde Fotografía Edurne Iza, os deseamos dos mil quince diminutos e intensos instantes de felicidad. Doce meses de vida plena. Trescientos sesenta y cinco amaneceres con vuestra canción favorita en la radio. Que si una pena os inunda  de tristeza, a la mañana siguiente os olvidéis de llorar. Que vuestro corazón no bombee lágrimas si no sonrisas y buenas vibraciones. Que en este nuevo año os convirtáis en recolectores de instantes felices.




Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 14-12-2014: "Vaquebra"

El vaquebra es en realidad un personaje real y que inunda nuestras vidas. En el caso de la imagen que nos ocupa es una vaca con aspiraciones de cebra, a la que hemos denominado vaquebra. Sin embargo, en nuestro día a día estamos rodeados de ellos. El vecino que conduce un coche de alta gama y envía a sus hijos a colegios que no puede pagar. Que viste ropa de marca pero debe dinero a amigos y compañeros de trabajo, por no decir que el banco le ha cancelado todas sus tarjetas, es un vaquebra. 
También los encontramos en el trabajo. Son estos personajillos de tres al cuarto que gesticulan ampliamente para cubrir los espacios que la triste realidad de sus vidas dejan al descubierto. Los que inflan su currículum diciendo por ejemplo "empresario del sector de la comunicación" cuando en realidad tienen la franquicia de un kiosco de prensa. Directivo hostelero, el que regenta una caravana móvil que es a su vez su vivienda y la churrería de la esquina.
No me malinterpretéis, todas las anteriores son profesiones muy loables, válgame Dios, lo que es una pena es no poder decir, soy churrero o tengo un kiosco. En el fondo los vaquebras sufren mucho. No quisiera encontrarme bajo su piel, y no por lo de las rayas que hoy en día en la Pasarela Gaudí, Cibeles o Milano están muy de moda, tanto rayas como topos. Y ya que estamos puestos con la simbología animal, más ciego que un topo habría que estar para no identificar a un vaquebra.
En fin, estoy segura de que ahora que les hemos puesto nombre si miráis a vuestro alrededor reconocéis a más de uno y de que la próxima vez que alguien os pregunte dónde vais a pasar las vacaciones de Navidad, antes de contestar "en una cabaña en la nieve, en un pueblecito de las montañas", reconoceréis qué vais a visitar a la familia, que vive en un pueblo perdido del que todos los jóvenes huyeron hace décadas por no existir futuro profesional.

Moraleja: seas vaca, cebra o topo... Nunca te avergüences de quien en realidad eres. La belleza está en ser auténtico. 



Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 07-12-2014: "La luna y la güadaña"

Luna soñaba con un amor verdadero. Pasaba noches y días imaginando encontrar a quien le aceptara tal y como era. Con sus luces y sus sombras. Con su belleza radiante y con su cara oculta. Al fin y al cabo, ¿quién no la tiene en esta vida? pensaba ella para sus adentros. La única diferencia es que unos lo muestran y otros no. Hay quien valientemente enseña lo mejor y lo peor de sí mismo y quien atraviesa este mundo como si de un escenario de teatro se tratara y el lema "el espectáculo debe continuar" domina sus vidas. Luna era consecuente con su forma de ser. Quizá mejor, quizá peor, no estaba interesada en juzgarlo, tan sólo se comportaba conforme su ética le guiaba.

Un día Luna conoció a un hombre siniestro. Vestía de negro y portaba una enorme y afilada guadaña en su mano derecha. El hombre aterrorizaba a Luna, al tiempo que la llenaba de intriga y curiosidad. El desconocido le prometió lo que a ella le parecía imposible. Le ofreció presentarle a esa persona especial que llevaba toda su vida esperando. Leyendo entre las líneas de novelas caballerescas y escudriñando en las caras de cada nuevo vecino, de los viandantes que se cruzaban con ella en los semáforos de la ciudad. ¿A cambio de qué? preguntó inquisitiva, No soy tonta, ¿sabe?. 

 que eres una muchacha muy inteligente y por eso te hago la propuesta a ti y no a cualquiera de los otros cientos de chicas con las que me cruzo por la calle cada día. Lo único que te pediré a cambio es que aceptes que el Sol gire en torno a tí e ilumine tus días. A cambio tu iluminarás sus noches.

La chica estaba algo confundida, no entendía exactamente los términos del trato pero antes de que pudiera profundizar en las condiciones el hombre le mostró la imagen de una pareja feliz. Ellos no llegan a casa y están solos. Se tienen el uno al otro. Comparten alegrías y tristezas, son una familia, construyen juntos su futuro. ¿No es eso lo que anhelas joven Luna?.

Antes de que el hombre terminara sus palabras Luna se dejó llevar por el profundo sentimiento de abandono y contestó tajante. Sí, acepto. 

El hombre esbozó una malévola sonrisa y puso frente a Luna una vida perfecta. De pronto tenía una preciosa casa, cenaba junto al hombre de sus sueños y compartía una existencia tanto o más feliz que la que tantas veces había imaginado. Disfrutó de las horas más maravillosas de su vida. Sin embargo, apenas los primeros rayos del sol brillaron en el firmamento el timbre de la puerta sonó con insistencia. Aún somnolienta abrió y se encontró en el umbral al oscuro individuo. No tuvo tiempo de reaccionar cuando él blandió su enorme y afilada guadaña en el aire y dibujando movimientos rítmicos y violentos se acercó tanto a Luna que ésta comenzó a temblar. La negra figura emitió un grito ensordecedor y la guadaña cayó implacable sobre la joven. No hubo sangre ni su cuerpo quedó cercenado. Tan sólo comenzó a girar a gran velocidad y se elevó hasta el cielo ocupando la exacta posición de la Luna. Ese fue su triste destino, pasar los días iluminada por el Sol dando brillo a sus noches. 

Cuentan los más ancianos que en su cara oculta, Luna llora lamentando su error. Ya no tiene sueños. Solo tiene días y noches y una infinita soledad desde la cual observa a hombres y mujeres ser felices y desgraciados, perseguir sus ilusiones, triunfar y fracasar. Ser lo que ella nunca podrá volver a ser...Humanos.



Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 30-11-2014: "Noches de fuego y flores"

Cuando el sol acaricia el horizonte, todo cuanto nuestro ojos alcanzan a ver se tiñe de fuego. El día se extingue entre sus llamas y todas la criaturas diurnas apuran los últimos minutos de actividad. Las flores estiran sus pétalos atrapando los últimos resquicios de calor y energía, antes de plegarse sobre sí mismas y recogerse hasta el amanecer. Existe un instante en que el firmamento se ha ahogado en las tinieblas y tan sólo quedan unas llamas lejanas que reflejan en las últimas flores despiertas en la pradera. Ese instante, esa magia es casi tan difícil de capturar como la Aurora Boreal. Hoy "La Foto de la semana" os regala Noches de fuego y flores, un instante mágico atrapado para siempre en forma de fotografía. 


Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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