La Foto de la semana 15-06-2014: "El profesor"

Manuela se afanaba por decorar el escaparate con los adornos típicos de la Pascua. Le parecía una tradición entrañable y disfrutaba llenando de colorido su establecimiento. Concentrada en su tarea miró hacia el exterior a través del cristal delantero de la tienda. Entonces lo vio pasar. Con paso firme, hablando por el móvil con la cabeza baja, concentrado en la conversación. No cabía lugar a dudas. Las gafas, la típicas chaquetas de cuadros que tanto le gustaba vestir, las largas zancadas... Se trataba del profesor. Aquel hombre taciturno con aspecto corriente y cerebro privilegiado que había descubierto la cura del cáncer y cuya vida estaba en peligro ya que determinados laboratorios farmacéuticos querían especular con la fórmula, mientras que el profesor quería compartirla con el mundo de forma gratuita.
Manuela había sido alumna suya en la universidad y había seguido los pasos del profesor hasta que le perdió la pista en uno de los numerosos cambios de identidad a los que tuvo que someterse para escapar de las garras de la prensa y de la persecución de los laboratorios. Manuela sintió una necesidad incontenible de acercarse a él, de invitarle a un café y preguntarle a qué se dedicaba en este momento, si había algo que ella pudiera hacer para contribuir a hacer público tan maravilloso descubrimiento. Estaba dispuesta a correr cualquier riesgo. Abrió la puerta y corrió a su encuentro. ¡Profesor! ¡Profesor!, él se detuvo en el centro de la calzada y se giró buscando el origen de aquella voz que tan familiar le resultaba y entonces... un autobús urbano que pareció surgir de la nada, lo arrolló dejándolo tendido en el suelo, inerte. El conductor se dio a la fuga y Manuela se quedó arrodillada junto a su maestro comprobando que no había pulso, que había fallecido en el acto y que se había llevado consigo la esperanza de vida de millones de seres humanos.


Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 08-06-2014: "Contrapposto"

 
Contrapposto o chiasmo es un término italiano que designa la oposición armónica de las distintas partes del cuerpo de la figura humana, lo que proporciona cierto movimiento y contribuye a romper la ley de la frontalidad.
Se usa en la escultura para dar sensación de movimiento. Una de las piernas está fija en el suelo y la otra se adelanta, los brazos hacen lo propio, mientras la cabeza mira hacia un lado simulando un paso.
Fue el escultor Policleto quien lo puso en práctica en obras como el Doríforo, influyendo mucho en las escultura del Renacimiento (por ejemplo, en el David de Miguel Ángel). Básicamente consiste en representar a la figura humana con una pierna ligeramente flexionada, con lo que la cadera del lado opuesto aparece más elevada, al igual que el hombro de ese mismo lado está a menor altura que el contrario, lo que da lugar a que la figura describa una ligera curva y contracurva (una S) en su recorrido vertical. El escultor griego del siglo IV a. C. Praxíteles practicó un contrapposto muy particular y elegante que fue denominado “curva praxiteliana”.
En pintura también se puede encontrar, siendo uno de los ejemplos más célebres la Leda y el cisne de Leonardo.
Fotografía: Edurne Iza
Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Contrapposto
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La Foto de la semana 01-06-2014: "El errante caminante"

Descalzo, con pobres y raídos ropajes, una vieja capa y un sombrero por toda protección, caminaba errante Bartolomé. Era un hombre joven, curtido por el sufrimiento, de cuerpo musculoso y huesos fortalecidos por la dureza de una vida plagada de escollos. Agricultor de profesión, cultivaba sus tierras de sol a sol con la esperanza de conseguir algún día una vida mejor: una esposa, hijos, un hogar que defender y en el que refugiarse. Una mañana lluviosa los tesoreros del rey irrumpieron en casa de Bartolomé. Le mostraron unos documentos que no consiguió comprender y asaltaron su cabeza con palabras que nunca había escuchado. Tras unos minutos lo sacaron a patadas de su cabaña y le dijeron que se marchara, todo aquello por lo que había luchado era ahora propiedad del soberano. ¡Lárgate cucaracha!, fue lo último que escuchó mientras caía rodando por la ladera. Aquella noche durmió en el bosque. Protegido por los árboles y arrullado por el suave canto de las aves nocturnas. Por la mañana se sentía algo menos desgraciado. Pensó que aún era joven y fuerte y podía continuar peleando por su futuro. Decidió pasar el día descansando y recuperando fuerzas y comenzar al día siguiente la aventura de su nueva vida. No se daría por vencido. En busca de bayas y frutos silvestres caminó sin rumbo durante horas. Se adentró en una zona del bosque totalmente desconocida para él. Los árboles eran altos y frondosos y apenas dejaban pasar la luz del sol. Intentó regresar pero ya anochecía y no consiguió encontrar el camino de vuelta. Se sentía observado, algo le inquietaba pero no podía explicar el qué. Decidió borrar aquellos oscuros pensamientos y descansar en una hendidura de la roca que le protegería del frío. Bartolomé desconocía que había llegado al territorio del señor de los sueños. Un ser despiadado que robaba los sueños de cuantos se atrevieran a acercarse a su reino. Durante la noche colocó sus manos de uñas negras y afiladas a ambos lados de la cabeza de Bartolomé y mientras él dormía, ajeno a su destino, robó todas las bellas imágenes que le mantenían con vida. Le arrebató la casa, la esposa, los hijos, el perro, se apropió del único y más preciado bien del campesino. Le robó sus sueños. Al amanecer, Bartolomé despertó vacío. No sabía que le había sucedido durante esa fatídica noche, pero sentía en lo más hondo de su ser, que ya no tenía una razón para luchar, no tenía sueños, dentro de su alma, la nada. Así el hombre pasó el resto de su existencia errando por los caminos sin rumbo ni destino. Hoy, en cada plaza de cada pueblo y ciudad podemos ver una estatua que simboliza al errante caminante, para que cada hombre, mujer y niño recuerde que no importa cuan dura sea nuestra vida y empinado nuestro camino, todo irá bien mientras mantengamos a salvo nuestros sueños.




Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 25-05-2014: "El mundo es redondo"

Mi día empezó en blanco y negro. A la hora indicada, tomé el vuelo hacia mi nueva vida. En la maleta llevaba tan sólo lo necesario, el resto me seguiría en un camión de mudanzas. Apenas ocho kilos de ropa y zapatos perfectamente ordenados en un trolley de cabina. No pagué penalización por exceso de equipaje y sin embargo sentía sobre mis hombros la pesada carga de dirigirme a un destino lleno de incertidumbre. 

Dentro del avión las acciones rutinarias se sucedían una a la otra con perfecta armonía. Los mensajes de megafonía, el catering, los avisos de seguridad... Zumo de tomate con sal y pimienta por favor. Mi petición fue recibida con una amplia sonrisa, un gesto diligente y la entrega de un vaso con mi bebida favorita. Conecté el iPod en modo aleatorio y la selección automática del reproductor fue perfecta. Sonó el hit de aquel verano inolvidable, la melodía con la que tantas bromas hicimos en la universidad, la que le regalé a mi mejor amiga por su cumpleaños, la que no podía evitar bailar aunque fuera siguiendo el ritmo con los dedos de la mano, la que siempre cantaba a voz en cuello... Mi gesto gris se había tornado en sonrisa sin apenas darme cuenta. Terminé el zumo y miré por la ventanilla:




Descubrí la belleza del cielo, los picos nevados, las nubes al alcance de mi mano... Sonreí. Acababa de descubrir que el paisaje no termina allá donde nuestra vista ya no puede alcanzar; que la vida no es una gama de grises; que hay tantos colores como estados de ánimo; que las fronteras las marcan las personas; que la vida termina en muerte, pero lo que pase entre ambos momentos sí, está en nuestras manos; que por muy mala que sea la noche siempre sale el sol; que el invierno nos enseña lo hermoso que será el verano... En un corto vuelo de apenas dos horas, descubrí que el mundo es redondo.



Fotografías: CC Edurne Iza: sobrevolando los Pirineos
Texto: Onintza Otamendi Iza
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