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La Foto de la semana 08-12-2013: "Sigue tensando"


-¡Sigue tensando! ¡Sigue tensando!
Y obediente el muchacho forzó las cuerdas que rechinaban entre las pastecas hasta que su padre realizó un gesto con la mano indicando que ya era suficiente. 
Con un enorme bocadillo cada uno, se sentaron a descansar sintiendo el salitre en sus rostros. Era invierno y hacía frío, pero estando junto a su padre, disfrutando de un domingo en alta mar y con el suculento almuerzo entre sus manos, la temperatura más gélida se tornaba tibia y agradable.
Cuando hubieron terminado de comer, el hombre decidió compartir con su retoño un poco de filosofía de la vida.
- Las cuerdas son como las personas. Si las dejas sueltas, libres, sin ninguna atadura, no sirven para nada. Se quedan enroscadas en un rincón acumulando polvo. Si las estiras en exceso, son capaces de aguantar esa tensión durante unos minutos, pero luego sus hebras ceden y saltan en mil pedazos, dejando la situación mucho peor que al principio. Sin embargo, si les aplicas la fuerza exacta para que se tensen en la medida adecuada, y luego les dejas descansar, entonces te darán lo mejor de sí mismas. Trabajarán durante años y cumplirán su cometido sin rechistar. Igual que las personas.
- Pero padre, las personas no pasan por una pasteca ni se estiran... No entiendo.
- Según cómo lo mires hijo. Los obreros que van a la fábrica a las cinco de la mañana ¿crees que lo hacen por gusto? No, por un salario. Los oficinistas que soportan el despotismo de su jefe ¿lo hacen por gusto?. No, por dar una vida mejor a sus familias. ¿Los pescadores que retan a la mar cada día? ¿Los agricultores que luchan contra las malas cosechas?.
- Ya lo entiendo padre. ¿Y que sucedería si todas las cuerdas del universo se revelaran al unísono?
- Que el equilibrio de la naturaleza se rompería y el mundo tal y como lo conocemos desaparecería.
- ¿Y cómo sería ese nuevo mundo?
- Uno sin seres humanos hijo mío.

El padre abrazó a su hijo y en silencio continuaron disfrutando del mar, las cuerdas y la vida misma.



Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza

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