
Hasta yo, aunque me avergüence reconocerlo, me convertí en gacela la noche en que de improviso aquel compañero de trabajo tímido y callado se me declaró tartamudeando tras una cena de empresa, ante lo cual no pude por menos que apresurarme a aclararle lo mucho que me alegraba que fuese mi AMIGO.
Pues sí amigos lectores, no hace falta engancharse a un reportaje de la 2. Con darnos un paseo por nuestra rutina diaria descubriremos que... Gacelas somos todos.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
Puedes descargarte esta foto libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.
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