La Foto de la semana 24-02-2013: "Justicia"


Arrastraba mi maleta por la calle. Las últimas luces del día iluminaban el cielo tiñéndolo de un  azul intenso y profundo. Los arcos de la estación de autobuses resplandecían, blancos. A mis ojos se aparecían como las mismísimas puertas del paraíso. Después de tanto sufrimiento y penalidades para mí era la oportunidad de volver a empezar. Desde cero. Una nueva vida. Nadie encontraría jamás las huellas de mi pasado.  Las aguas bravas rompiendo contra los acantilados de piedra, arrastrarían los restos de aquel cuerpo donde nadie jamás pudiera encontrarlo. La voracidad de los peces y otros animales marinos, harían el resto. Nunca había pensado que sería capaz de matar a nadie y sin embargo no tenía remordimientos. Sólo una palabra retumbaba en mi mente... Justicia. En realidad no lo había planeado. Sencillamente sucedió. La semana anterior había acudido a una reunión a su flamante despacho de la sucursal bancaria. La única solución, me dijo, es que embarguemos su vivienda. Si hubiera cumplido usted con los plazos de la hipoteca no nos veríamos obligados a tomar esta dolorosa decisión.
Dolorosa?, sonaba extraño, viniendo de aquel tipo desalmado y sin escrúpulos... Dolorosa. Por eso, viéndome sola, desvalida, sin trabajo, sin el techo que me había dado cobijo desde hacía mas de veinte años, no me lo pensé dos veces cuando aquella mañana fría del mes de Enero, el azar que es sin duda caprichoso, me había hecho cruzarme con él en aquel acantilado solitario. Más de cien kilómetros al norte de mi ciudad de residencia. Nada podía relacionarme con ese lugar. Sólo había decidido pasear cerca del mar para intentar aclarar mis ideas. Tomé el primer autobús y me bajé en aquel pequeño pueblo de costa al que nada me unía, con el que nadie podría jamás relacionarme. Caminé durante horas a la orilla del mar, al borde de los acantilados solitarios. Hacía frío, pero iba enfundada en una gruesa bufanda y unos guantes de lana que me protegían. A lo lejos apareció una silueta que me resultaba conocida. Mis ojos se encontraron por un segundo con los del hombre, una vertiginosa sucesión de imágenes atravesó mi mente. Mi casa, las escrituras, los documentos de la hipoteca, el momento en que la policía me obligaba a abandonar mi hogar... Simplemente le empujé y observé su cara de horror mientras caía al vacío.



Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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