La Foto de la semana 19-04-2015: "A contra corriente"



En la vida, como en el mar, estamos rodeados de corrientes. La educación que recibimos, el entorno social y cultural en el que crecemos y nos relacionamos, las creencias políticas y religiosas. Podríamos decir que todos y cada uno de estos factores son corrientes que nos empujan hacia una u otra dirección. Hay quien decide vivir su vida a contra corriente y tomar por sistema la dirección contraria a la señalada por las normas establecidas. Hay quien decide dejarse llevar, en la clara condición de que la vida será mucho más sencilla si otros deciden el camino a seguir en cada cruce de caminos. Por último están los que avanzan durante un tiempo a caballo de una determinada corriente, dan un quiebro cuando su cerebro topa con una inconsistencia superior a los estándares de sus creencias, circulan a contra corriente durante un tiempo, hasta que se sienten exhaustos de luchar y en el momento que encuentran de nuevo una corriente aceptable según sus esquemas mentales, aceptan un billete en el viaje de lo socialmente aceptado. Para estos individuos la vida está formada por innumerables ciclos y períodos de contradicción, de agotamiento y de impresionante energía vital. ¿Y tú? ¿Te reconoces en alguno de estos tres modos de vivir la vida?.


Fotografía: Edurne Iza:Mediterranean sea, Black White photography series (Datos de disparo: f/11.0; 1/4; ISO 200)

Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 12-04-2015: "Espuma de mar"


    
Era invierno, caía la noche. El mar engullía las rocas como una fuerza imparable. Las piedras se tornaban negras al desaparecer el sol, destellaban bravura al sumergirse bajo las aguas. Era el momento en que las criaturas de las profundidades emergían a nuestro mundo, protegidas por las sombras de la noche, envueltas en la espuma del mar. Los humanos temen la noche y ésta sirve de camuflaje perfecto a los hijos de las sombras. Martín debía haber recogido sus aparejos antes de la caída del sol, pero la pesca había sido mala y no tenía nada que llevar a casa para la cena. Sabía que sus pequeños lo esperaban hambriento y quería aprovechar hasta el último segundo para probar suerte con su caña. Apenas podía ya distinguir sus propios pies. La espuma del mar al romper contra el arrecife proyectaba los únicos destellos que aún le permitían distinguir entre tierra y océano. Tenía la sensación de escuchar susurros procedentes del otro lado del acantilado, voces lejanas que parecían entonar una melodía. Se dio valor intentando no recordar las docenas de historias aterradoras que sobre el poder del fondo marino su abuela le había contado junto a la chimenea en las noches de invierno. Recordó a sus hijos, se dio valor para seguir con su labor unos minutos más.
Al amanecer, el sol hizo, como siempre, retornar los colores al paisaje marino. Martín nunca regresó a casa. Su cuerpo tampoco fue hallado. Su caña y aparejos aparecieron flotando en una cala cercana. La mayoría piensa que la marea le sorprendió y no pudo volver a casa, que dio un mal paso en la oscuridad de la noche y se golpeó mortalmente contra las rocas para luego ser arrastrado mar adentro. Nosotros y las criaturas de las profundidades... Sabemos la verdad.



Fotografía: Edurne Iza:Mediterranean sea,Black & White photography series (Datos de disparo: f/16.0; 3"; ISO 200)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 05-04-2015: "Indigencia"

    Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/5.0;ISO 100; 170 mm)


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La Foto de la semana 29-03-2015: "Y girarán y girarán..."

El cielo oscureció en apenas unos segundos. Era como si la noche hubiera inundado cada centímetro del lugar. Nunca pensó que la maldición fuera a cumplirse y mucho menos que sus efectos se notaran tan rápido. Se sentía culpable de aquel desastre. Si tan sólo hubiera accedido a los deseos de Lamaz... Pero no, había tenido que dejar que su orgullo de campesino, como le recriminaba su padre, prevaleciera por encima de la sensatez.
¿Pero era acaso sensato aceptar los designios de un futuro injusto?. Primero sería la boda ¿Y luego?. Si claudicaba la primera vez, sería como una hoja al viento de los caprichos del malvado conde. 
Lamaz tenía una hija tan fea y monstruosa como negra era su alma. La muchacha se había enamorado de Mertel, el apuesto hijo del molinero y su padre estaba dispuesto a satisfacer el antojo de su niña a cualquier precio. Así que amenazó a Mertel con sumir la aldea en una noche eterna y hacer soplar el viento de forma tan constante e intensa que las aspas del molino rotaran a mucha velocidad y no se detuvieran jamás, lo cual haría imposible su uso y llevaría a la ruina a Mertel y su padre. Mientras movía las manos de forma frenética dibujando círculos en el aire Lamaz pronunció su conjuro: la oscuridad caerá sobre la aldea y las aspas de tu molino girarán y girarán hasta que decidas pedir la mano de mi hija... o morir. 
Cuando Mertel comprobó que no eran vanas las amenazas proferidas, comprendió que no podía poner en riesgo la vida de su padre ni del resto de habitantes de la aldea así que se dirigió al palacio de Lamaz y solicitó audiencia. El conde complacido le atendió de inmediato y Mertel accedió a casarse con su hija. Lamaz no quería correr el riesgo de que el joven cambiara de opinión así que mandó llamar al obispo para que improvisara un ceremonia de forma inmediata. Apenas un par de horas después los muchachos estaban casados, el viento cesó de soplar y el sol brilló de nuevo sobre la aldea. Mertel pidió permiso para despedirse de su padre. Al llegar al molino, ató una cuerda de la zona más elevada de las aspas, puso en funcionamiento la rueca, pasó la cuerda alrededor de su cuello y dejó que el movimiento lento de las aspas lo alzara durante varios minutos, la falta de oxígeno le hizo enrojecer, patalear, tambalearse con movimientos espasmódicos y finalmente expirar. Mertel liberó a la aldea de la maldición y acto seguido liberó su propia alma. Podrás dominar mi orgullo en esta vida, pero atrévete a seguirme a la siguiente, pensó mientras el último soplo de vida se extinguía de su cuerpo.


Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/4.0 ; 1/500 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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