No, no me he equivocado. Realmente existieron y se llamaban Indigetes. Fueron un asentamiento íbero establecido en la provincia de Geirona, varios siglos antes de Cristo. Ocupaban las comarcas catalanas del Ampurdán, La Selva y el Gironés y se extendían hasta los Pirineos.
Los estudios demuestran, que una de sus ciudades principales fue, Indika, que podría ser la actual Ullastret, aunque no se han encontrado restos que nos puedan llevar a una conclusión precisa. Otros núcleos urbanos importantes de esta civilización, fueron Emporidae, Rhoda, Juncaria, Cinniana y Deciana. Que podríamos asociar a las actuales Ampurias, Rosas, La Junquera y Cerviá.
Su moneda era el Undikesken, que en lengua ibérica nororiental quería decir "los de Undika". Los principales yacimientos arqueológicos que nos muestran la vida de estos hombres y mujeres, los podemos visitar en Ullastret, Castell Fosca y Puig Castellet. Situados respectivamente en el Bajo Ampurdán, Palamós y La Selva.
Los indigetes lucharon para evitar ser conquistados por el Imperio de Roma, pero fracasaron en el 195 a.c. frente a las tropas de Marco Porcio Catón.
Los poblados indigetes, solían estar situados, por norma general, en zonas de terreno elevado. Lugares con visión privilegiada, como cerros o colinas, que les permitían controlar el acceso, las tierras y las vías de comunicación y facilitar la protección de los habitantes en caso de ataque.
Las edificaciones no poseían cimientos, como puede observarse en la imagen de hoy, comenzaban por una primera línea, que aún se conserva, sobre la que se levantaban las paredes de barro, totalmente desaparecidas, al igual que las techumbres, construidas mediante una cubierta vegetal entrelazada y fijada con arcilla.
Disponían de áreas comunes. Silos, cisternas, plazas, templos o los dedicados a las labores artesanas como hornos de pan, de cerámica etc.
Vestían con diferentes tipos de tejidos, en función de su poder económico y social. Así los guerreros, utilizaban un vestido con un ribete rojo similar al de los romanos o las sacerdotisas, que cubrían su cabello y parte del cuerpo con una peineta y mantilla. En invierno, la mayoría de habitantes, se protegían del frío con el sagum, una gruesa capa de lana, y con botas confeccionadas con piel y pelo de animal.
Cultivaban fundamentalmente cereales, olivas y uvas. Los frutales más habituales eran manzanos, higueras y granados. No eran grandes ganaderos y sólo practicaban esta actividad como complemento a la agricultura.
Completaban su alimentación con la caza de jabalíes y ciervos, que les proporcionaban además pieles para mantas y vestidos.
Los vestigios artísticos más destacados los encontramos en escultura y cerámica. Asombrando por su perfección, los restos encontrados de vasijas, cuencos, kalathos y grandes recipientes.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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