Llenó de sueños la cabeza de miles de niñas en los años posteriores a la Guerra Civil. Proporcionalmente, sólo unas pocas afortunadas tuvieron la dicha de poder jugar con ella, ya que la mayoría, no recibían mucho más que muñecas de cartón. Durante sus largos paseos por la playa de La Concha en Donosti, Leonor Coello, una de tantas damas, que veraneaban por tierras vascas, gustaba de llamar la atención de los paseantes, por llevar a su hija Leonor de Góngora de dos añitos, vestida a imagen y semejanza, de su preciosa muñeca de porcelana alemana. Tanta expectación, generaban los vestidos, que Leonor, se entretenía dibujando, cortando y cosiendo los trajes, tanto para la niña, como para su juguete favorito. Pronto comenzó a tomar forma, la idea de ir más allá y diseñar también la muñeca en sí. Debía ser idéntica a la pequeña Leonor, debía tener nombre y apellido, árbol genealógico, una biografía incluso. Ayudada por su esposo, Manuel de Góngora y por otros pensadores de la época como Luis Escobar, Jacinto Guerrero o Felipe Sassone, llegaron a denominarla, Mariquita Pérez. El nombre como diminutivo del popular “María” y Pérez, por tratarse de uno de los apellidos más extendidos del país. Así, el 11 de Noviembre de 1940, nacía Mariquita Pérez, de manos del artesano juguetero alicantino, Santiago Molina. Se fabricaron 1000 unidades que se vendieron en poco más de un mes, a un precio de 85 pesetas, cuando el salario medio de la época, no superaba las 150 pesetas. Durante su trayectoria hasta 1976, en que se detiene la fabricación de la muñeca, tuvo colecciones de ropa cada año, hermanitos, muebles, maletas, baúles… un completo ajuar, infinitamente más rico que la mayoría de las pertenencias de la población. Se abrieron más de cuarenta tiendas en toda la península y algunas incluso en Estados Unidos. Convertida en artículo de coleccionismo, fue durante décadas, el juguete preferido o el sueño imposible de alcanzar de muchos niños y niñas. Leonor Coello, ganó muchísimo renombre y dinero gracias a la creación de Mariquita. Hizo infelices a muchos más niños, que nunca pudieron recibir la muñeca, de los que fueron felices por tenerla. Hoy, esta dama de nobles apellidos, es recordada por su genial extravagancia convertida en gran negocio, ya que no olvidemos, que todo comenzó, por vestir a su hija igual que al juguete… Quizá Doña Leonor, podía haber pasado a la historia, por comercializar un entretenimiento barato y asequible, incluso para los bolsillos de la posguerra. Probablemente, hubiera ganado el mismo, o incluso más dinero, vendiendo cientos de miles de unidades a menor precio. Sólo por su importancia histórica, serían igualmente, piezas de coleccionismo. Pero claro, olvidamos que una gran dama de la nobleza, debía ante todo mantener su glamour...
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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