Una de las mayores plagas de la humanidad ha sido, es y será, la avaricia. El deseo desmedido de amasar fortunas. No importa cómo, ni a costa de quién.
Hace unos años, cuando íbamos a la frutería, podíamos encontrar los productos de temporada. Había que esperar a Marzo para comer fresas, a Noviembre para las naranjas... llegábamos a casa con los carros de la compra, llenos de vegetales frescos, que había que consumir con relativa rapidez, ya que si no, en pocos días, unas sospechosas manchitas aparecían sobre su piel, indicando que aquellas frutas y verduras habían comenzado a estropearse. Recuerdo cuándo los productos de la huerta, tenían aroma.
Luego, llegó la biotecnología y la manipulación genética de los alimentos. La mayoría de lo que se sirve hoy en nuestras mesas, son variedades adulteradas para hibernar en verde. Desarrollan los azúcares mediante un delicado sistema de aplicación de rayos ultravioleta. Eso permite, que sean recogidas antes de su maduración natural, impidiendo al mismo tiempo, que los polifenoles se generen en su piel, y por tanto, se transmitan a la pulpa. Por eso las frutas y verduras ya hace tiempo, dejaron de tener aroma. Sin embargo, tras muchos días en casa, siguen luciendo una piel perfecta, sin manchas, parecen idénticas al primer día. Sólo hay que abrirlas y veremos que por dentro, están estropeadas. Su código genético ha sido manipulado. Esto permite, que compremos artículos en apariencia frescos, que al llegar a casa tenemos que tirar. Esto facilita, que unos pocos sean cada vez más ricos, mientras vamos perdiendo nuestro bien más preciado, la salud. Nuestros hijos no sabrán que existe una temporada de alcachofas, nunca percibirán, el maravilloso perfume de una naranja madurada en el árbol. Vamos caminando sin salvación hacia una humanidad enferma. Estéticamente perfecta, pero con el corazón transgénico. Con el corazón podrido.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
Puedes descargarte esta foto libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario