Recorro las calles de la ciudad en soledad. De hecho, mi fiel compañía es una escoba de alambres, retorcidos de tanto barrer. En ocasiones, nos sigue un vehículo de limpieza que rueda a pocos metros de distancia resoplando, lanzando chorrillos de agua y aspirando en círculos para mantener limpia la urbe. En nuestro peregrinar diario, pasamos junto a cientos, a miles de personas que caminan con paso firme y decidido, hacia sus lugares de trabajo, a reunirse con la familia o amigos, paseando... Todos esquivan a mi amiga la escoba. La miran como a un objeto algo sospechoso del que hay que permanecer alejado, para no tropezar, para que no rompa las medias panty, porque se cruza obstaculizando el avance... Lo cierto es que ninguno repara en mí. Sus brazos casi rozan los míos al adelantarme, porque ellos siempre van más rápido, pero rara vez dirigen su mirada a mi persona. Soy como un fantasma en la gran ciudad. Cuando me siento solo entre la multitud, dejo volar la imaginación y me traslado a un lugar fantástico, en el que mi escoba tiene poderes y me sirve de transporte. Me lleva aquí y allá y me permite mirar al mundo desde otra perspectiva, no siempre con la cabeza hacia el suelo, sino con una visión panorámica de lo que me rodea. Sueño que descubro durante mi vuelo a damiselas en apuros, a ancianitas que van a ser atracadas, a niños que perdieron su pelota y mi amiga la escoba, me da la oportunidad de ayudarlos a todos. Me convierto en un súper héroe volador, salvador de los desvalidos. He llegado a pensar, que quizá, JK Rowling, fuera barrendera en otra vida, antes que escritora y en sus horas de lento deambular por la metrópoli, ideara las fantásticas aventuras de Harry Potter. Bueno, quizá algún día si sigo imaginando... podría convertirme en "super sweeper", suena bien ¿no?. A ver... otra vuelta de tuerca... "super sweeper, el barrendero salvador". Esta noche cuando llegue a casa, se lo contaré a mi hija Lidia para que se duerma, le encantan los cuentos. En realidad... Quizá así empezó JK Rowling... contando cuentos a sus hijos David Gordon y Mackenzie Jean.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
Puedes descargarte esta foto libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario