A pesar de que la definición más estricta, nos lleva a entender por hidroavión, cualquier aeronave con alas fijas y capaz de despegar o descender sobre el agua, sabemos que existen diversas estructuras, que lo hacen posible. Los denominados hidroflotadores, que disponen de dos flotadores alargados que sustituyen a las ruedas del tren de aterrizaje y que le permiten, permanecer sobre el agua, durante las operaciones de ascenso y aterrizaje. Los hidrocanoas, mientras tanto, utilizan el propio fuselaje de la nave, para ejercer de casco y esto les permite, mantenerse a flote. Ambos tipos, son considerados como hidroaviones puros. Además, existen los anfibios que pueden utilizar tanto pistas convencionales, como superficies líquidas para su elevación y descenso.
Hoy centra nuestra atención, el Canadair CL-215, anfibio contraincendios, nacido en las fábricas de la empresa canadiense, a finales de la década de los 60. Se trata de un avión grande, muy estable y en cuyo diseño primó la seguridad, la estanqueidad, sistemas anticorrosivos y dar mayor prioridad a los espacios destinados a la carga, de manera que en un sólo trayecto, pudiera transportar, repartidos en dos depósitos, más de cinco mil litros de agua y más de seis mil de sustancias químicas. Adicionalmente, dispone de dos tanques, con capacidad para trescientos litros cada uno, para almacenar el retardante ignífugo. Es capaz de realizar una carga completa, durante el amerizaje, en escasos doce segundos, gracias a dos sondas retráctiles ubicadas bajo el casco. El CL-215, debe localizar para la operación de recarga, zonas con al menos dos metros de profundidad y si se encuentra sobre el mar, con olas inferiores, a un metro de altura. Una vez situada la aeronave sobre el incendio, arroja todo el líquido en aproximadamente un segundo. Durante las labores de extinción, suele prescindirse de un depósito auxiliar de combustible, que le otorgaría una autonomía de vuelo de doce horas. Extrayendo este recipiente, para dar prioridad a las funciones de lucha contra el fuego, el avión no necesita repostar durante cinco horas.
El habitáculo delantero, está preparado para transportar a seis personas, incluyendo a piloto y copiloto. Dispone de un radar meteorológico y de exploración, un radioaltímetro, un radiofaro direccional y un equipo medidor de distancia DME.
En la actualidad, más de diez países en todo el mundo, utilizan sus servicios y debemos agradecerle, desde su primera aparición, la salvación de millones de vidas humanas y la de varios miles de especies animales y vegetales.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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