La Foto del día: 02-09-2011 "Quema de brujas"

Edurne Iza, Quema de brujas

La vida, en muchos momentos, se convierte en un simple cruce de caminos. Simple en apariencia, ya que no siempre, somos conscientes de las consecuencias que pueden llegar a tener, esas elecciones, a primera vista intrascendentes. Este es el caso de nuestra protagonista de hoy. Marybeth, era una joven con una gran vitalidad. Vivía en el campo, en una granja con sus padres y tres hermanos varones. Desde pequeña, había trabajado con el resto de su familia, en el cuidado de los animales, arado de las tierras, la siembra y la recogida. Eran tareas duras, sobretodo en invierno, cuando los fértiles prados que rodeaban su casa, se cubrían con una gruesa capa de nieve. Siendo muy niña, su madre le cosió una preciosa muñeca hecha con trapos y lanas de colores. Marybeth jugaba con ella sin mucho entusiasmo, hasta que un día pasó por el camino, que transcurría por delante de su casa en dirección al pueblo, el colorido carro de un cirujano barbero. Estos profesionales, desaparecidos hace ya muchos siglos, eran apreciados por las gentes de las aldeas, ya que restablecían, en muchas ocasiones su salud, gracias a unas infusiones de hierbas o a una cataplasma caliente. Pero no tanto por los clérigos, que temerosos de que les arrebataran el poder, que ostentaban en solitario, de curar, saber y convencer a las masas, los acusaban de brujería, a la más mínima oportunidad. El hombre se alojó en el pajar aquella noche y cenó sentado a la mesa familiar. Como pago por tan generosa acogida, no pudo por menos, que compensarles con una receta de infusión, para los dolores de garganta y la afonía. Además, a la pequeña de la casa, le regaló la figura de una niña, de unos cuatro centímetros de largo y hecha con hierbas aromáticas secadas al sol. Podía colgarla de su cuello, porque llevaba trenzado un fino cordón de cuero, con lo que  de inmediato, se convirtió en su juguete favorito, y con el tiempo, en amuleto y tesoro, ante la frustración de su madre, que vio como la muñeca que había realizado con tanto cariño, quedaba relegada al rincón más oscuro de la casa. Esa fue la primera elección de Marybeth, y no podía imaginar, lo mucho que significaría en su vida. Los siguientes años, vinieron marcados por aquella fortuita visita. Las hierbas y todo lo que la naturaleza podía ofrecer, se convirtió en su obsesión. Deseaba ayudar a sus familiares, vecinos y amigos a restablecer su salud y a base de experimentar y de un poco de información obtenida de aquí y otro poco de allá, consiguió una buena cantidad de fórmulas para ungüentos y diversas curas de males menores. Dedicaba su tiempo por entero a las actividades curativas. Hasta el punto, de rechazar a dos jóvenes pretendientes. Sus habilidades, llegaron a oídos del cura del pueblo, que de inmediato, sometió a rigurosa observación, sus actividades. Para ello, contaba con la complicidad de algunos de sus feligreses. Un día de invierno, la joven, supo que un hombre del lugar, estaba en cama, sufriendo terribles dolores en pecho y garganta. Decidió visitarlo, e intentar aliviar su mal, con infusiones y remedios caseros. El hombre, además de anciano, había pasado demasiados días sin atención médica, y de nada sirvió la buena voluntad de Marybeth. Esa misma noche falleció. El caritativo hermano, consiguió por fin la excusa perfecta, para librarse de la incómoda mujer, que sanaba a sus parroquianos sin pedir nada a cambio. Aquella, a la que la gente admiraba y respetaba por sus remedios milagrosos. Con un hábil golpe de timón, consiguió que los mismos que ayer la adoraban y agradecían sus esfuerzos por sanar y cuidar a los enfermos, hoy sólo vieran a una mujer casadera, que renegaba del matrimonio y por tanto de Dios. A una infiel, que llevaba colgada al cuello, una representación pagana del maligno. Su habilidad con las hierbas, pasó a denominarse pacto con el diablo. La muerte por vejez y desatención de su último paciente, fue una señal del altísimo para prevenir a los fieles y que la impía fuera castigada. Nada pudieron hacer sus padres y hermanos, desgarrados por la impotencia de ver como su querida niña, sería injustamente acusada. Marybeth ardió al día siguiente, atada a una cruz de madera. Podríamos decir, que Marybeth escogió, pese a conocer los riesgos de la época que le tocó vivir. La ignorancia y el oscurantismo, envilecen al ser humano y sirven de caldo de cultivo, a quienes desean apoderarse de la voluntad de los otros y evitar así, que al llegar a un cruce de caminos, cada uno escoja con libertad.


Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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2 comentarios:

  1. Hola amigas espero que hayas pasado unas buenas y merecidas vacaciones Onintza (Edurne tu ya se como las has pasado je je), "On the web again" jo todo un año nos espera de historias, lo bien que lo vamos a pasar con vuestras imagenes e historias, algún dia editaras un libro con todas estas historias y ahi estare yo para hacerme con una copia... lo dicho encantos... On The Road Again, suerte amigas.

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  2. Fotografía Edurne Iza4 de septiembre de 2011, 22:27

    Mil gracias Nexus. Es estupendo volver, sabiendo que nos esperais con tanto cariño e ilusión. Como bien dices, We are back on the road!

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