La Foto del día: 24-07-2011 "El secreto del fin del mundo"

Edurne Iza, El secreto del fin del mundo

Las mareas son vivas, y pasan, de cubrir la playa casi en su totalidad a dejar al desnudo el fondo rocoso, de arena y lodo, que rodea la pared de piedra, construida por el ser humano, en su constante lucha de poder contra los elementos. Ese muro sólido, bordea el cementerio del pueblo y durante la pleamar, las olas golpean a escasos metros del camposanto.
Cuenta la leyenda, que a treinta pies bajo las lápidas, se encuentra el más magnífico tesoro que jamás se haya descubierto. Protegido entre almas que duermen el sueño eterno y golpes de mar, reposan doblones de oro, procedentes de un galeón español y joyas que con su brillo deslumbrarían al mismísimo sol. Dicen que también hay documentos. Papeles antiguos, que guardan entre sus fibras amarilleadas por el tiempo, el secreto por el que muchas personas venderían su alma al diablo. Las palabras en ellos escritas, narran cómo y cuándo desaparecerá el planeta Tierra.
Hace pocas semanas, un diario local, tuvo la desastrosa idea, de publicar una entrevista a un anciano de la zona, en la que se relataba la historia, que hasta ahora había pasado de padres a hijos sin mayor trascendencia. Desde entonces el pueblo se ha llenado de oportunistas, curiosos y buscavidas, que intentan acceder al camposanto a cualquier precio. Las autoridades, han tenido que organizar turnos de  vigilancia, para proteger el lugar. Los desconocidos, llegados de todas partes, intentan sobornar a los agentes. La desconfianza y la ambición se respiran en el ambiente. La aldea pacífica y tranquila en la que crecí, se ha convertido en un hervidero de intereses y codicia.
Esta mañana, ha amanecido lloviendo. El cielo estaba de color gris plomizo y los rayos y truenos se sucedían, amenazando con partir el cielo. Al principio, la mar estaba tranquila, pero poco a poco se ha ido agitando, enfadando, al tiempo que la marea subía. La flota pesquera ha tenido que ser amarrada en puerto. El viento era cada vez más fuerte, las olas más altas. El mar barría las cruces, como limpiándolas del oportunismo de los recién llegados, que a pesar de todo, se aferraban a las rejas del recinto, no queriendo alejarse demasiado de su botín. De pronto una gigantesca masa de agua se ha elevado desde la orilla, cubriendo la colina durante varios minutos. La violencia del golpe ha sido brutal y cuando por fin el océano se ha retirado, el paisaje del litoral había cambiado por completo. El cementerio y toda la loma en la que se encontraba, habían desaparecido. En su lugar había quedado un profundo socavón, que sin duda había servido de lecho a las riquezas y secretos que allí habían permanecido ocultos. Me acerqué a curiosear, encontré una perla enorme, del tamaño de una nuez. Pequeño resto de las maravillas desaparecidas. Me acerqué a la orilla y encontré sobre la arena, arrastrados por la resaca, los cuerpos de varios de los ambiciosos visitantes. Uno tenía entre los dedos un collar de esmeraldas, otro un sólido lingote de oro macizo. Más allá un tercero, agarraba con sus manos ya rígidas de muerte, unos papeles. Corrí hacia él. Tomé los documentos y me paré a pensar unos segundos antes de leerlos. Tenía en mis manos los detalles del ocaso de nuestra civilización. Las habladurías de los ancianos del lugar eran ciertas ¡los papeles existían!. Finalmente, los deposité sobre las olas, y desaparecieron mar adentro, mientras la tinta se emborronaba y el papel se iba deshaciendo. El pensar que nuestra existencia tiene fecha de caducidad, casi nos destruye. Así que decidí seguir viviendo en la ignorancia, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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2 comentarios:

  1. Me encanta esta historia de hasta donde puede llegar la codicia del ser humano, pienso que seguro que habra otras civilizaciones alla afuera ahi... en algún lugar del universo otros seres, personas quizas de una civilización mas adelantada que la nuestra donde la codicia, el poder y todo lo que hace que el ser humano se autodestruya poco a poco destruyendo esta... nuestra casa no tenga cabida ni lugar, unico sitio que por alguna razón nacio de la nada con una temperatura, inclinación y distancia al astro rey muy peculiar, la justa e idonea para que podamos vivir, si solo estamos nosotros en este universo... cuanto espacio desaprovechado (Contact).
    Onintza me ha gustado mucho esta historia, sigue asi... besos a las dos.

    Rafa (Nexus Seis)

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  2. Fotografía Edurne Iza25 de julio de 2011, 17:24

    Pues mira es una muy buena forma de verlo. Me ha encantado lo de "cuanto espacio desaprovechado". Quien sabe quizá algún día descubramos a nuestro ET particular.

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