Cuando quise reaccionar, algo había volteado la canoa y estaba ya medio hundida y sumergida en el océano. Comencé a tragar agua, entraba por mi nariz, escocía con la sal marina. Medio aturdido e intentando patalear para subir a la superficie, comencé a recordar. Visualicé nuevamente la escena en la tienda de El Niño, de hecho al salir de la tienda, tiré la bolsa de plástico en el primer contenedor y estrené la camiseta. Caminé por la calle, feliz por mi nueva adquisición, cuando un tipo vestido de hombre rana se acercó a mí. Acercó algo punzante a mis costillas, me agarró fuertemente por el brazo y mientras sonreía con cordialidad, me dijo, “sigue andando si no quieres respirar por última vez. ¿Tienes coche?”. “Sí, contesté asustado, ese de la esquina” Bien, pues sube conmigo y no hagas tonterías o no vivirás para contarlo.” Una vez dentro del vehículo me contó una historia un tanto extraña. Me dijo que había encontrado un tesoro submarino. Un cofre lleno de doblones de oro, de la época pirata. Me dijo que necesitaba que le llevara a un lugar en la costa y que remara en un kayak hasta el punto que él me indicaría. Que le esperara allí y le ayudara a transportar el botín hasta el coche, que quedaría aparcado cerca de la playa. Me dijo que por mi seguridad y por la suya, me inyectaría un medicamento que borraría de mi memoria este capítulo de mi vida. De ese modo él huiría con el botín y yo no podría ni denunciarle, ni perseguirle para robarle. Buen plan, ¿no?. Ahora lo comprendía todo, por eso desperté en medio del mar a bordo de la canoa, pero algo debió fallar porque supuestamente no tenía que haberme despertado tan pronto… Ya a flote, noté como algo tiraba de uno de mis pies. Metí la cara en el agua y lo vi. Era el hombre rana, buceando con un arpón en su mano y una cuerda amarilla que desaparecía lejos tras él. Salimos a la superficie. Parecía muy enojado, se retiró la boquilla del oxígeno y comenzó a gritarme como loco. “¡Qué haces aquí!. Sabía que sólo me traerías problemas”. Mientras no paraba de gritar y gesticular, colocó sus manos alrededor de mi cuello y comenzó a apretar con fuerza. “Ya no me sirves para nada, estúpido”. Luché con todas mis fuerzas, intentando zafarme de la tremenda presión. De pronto, cuando todo comenzaba a volverse oscuro, las manos me soltaron. El hombre se presionaba el pecho con intensidad. Su gesto mostraba mucho dolor. Pocos segundos después, su cuerpo flotaba inerte. Era increíble, la fortuna había querido que me librara de una muerte segura en el último instante. Masajeé mi cuello deseando que el dolor desapareciera. Me recuperé durante unos minutos y luego seguí la cuerda amarilla aún atada a la cintura de mi raptor. Efectivamente, unos cuantos metros más allá en el otro extremo de la soga, estaba en cofre, no muy grande pero repleto de antiguas monedas, que bajo una gruesa capa roñosa, dejaban entrever su color dorado. Con esfuerzo y en varios viajes, transporté el contenido de la caja hasta el interior del kayak, que había quedado junto a las rocas. Paleé hasta la orilla. Despacio, aún sin dar crédito a la extraña aventura que acababa de vivir. Llegué a la orilla. Esperé que anocheciera. Trasladé con discreción mi cargamento hasta el maletero del coche y desde una cabina telefónica realicé una llamada anónima para que recogieran el cuerpo de mi involuntario benefactor. Jugueteando con una de las monedas, entre mis dedos, pensé “quiso asesinarme, y murió por avaricia”.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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Pues menuda suerte tuvo el protagonista... eso es encontrar un verdadero tesoro. Me gustó el relato. gracias
ResponderEliminarQuién pudiera encontrar un tesoro igual verdad? Gracias por tu comentario Wersemei!
ResponderEliminarchicas, chicas, chias....
ResponderEliminarOnin, menudo relato! cuanta imaginación! (ya te lo tengo dicho... es tu profesión frustrada, ríete tu de J.K Rowling!)
Edurne, las fotos geniales, como siempre! me encanta la del "hombre rana" (habría que ver su cara, je, je)
En fín, que más voy a decir???
Ah! sí! yo también tengo mi tesoro... QUIEN TIENE UN AMIGO, TIENE UN TESORO, y vamos... con vosotras dos... estoy "forráááááááá"!!!!!!!!
Pues nada, habrá que hacer pronto un homenaje a Harry Potter :-)
ResponderEliminarGracias Vicky, nosotras tenemos un gran tesoro también!