La Foto del día: 26-05-2011 "Éxito en la niebla"

Edurne Iza, Éxito en la niebla

Llevo un par de años trabajando en este hermoso navío. Mi vocación era ser cantante, pero la verdad no tuve mucha suerte. Incluso llegué a organizar una banda de música con unos amiguetes y a grabar una maqueta, que enviamos ilusionados a varios productores musicales. Pero ni siquiera nos contestaron. La frustración invadió mis cuerdas vocales, el dinero se acabó en mis bolsillos y terminé sustituyendo los sueños de convertirme en una voz de éxito, por la realidad de tener que pagar las facturas a fin de mes. “No seré la primera ni la última pensé, life is life”. Ese día estábamos atracados en uno de tantos muelles. En uno de los muchos puertos a los que arribábamos. A mí me tocaba baldear, pasar el cepillo y encargarme de que la madera se liberara de las gruesas capas de salitre, que casi de un día para otro, cubrían cualquier superficie. Era un día gris. Habíamos amanecido rodeados de una espesa niebla y aún no había terminado de aclarar. Era una situación curiosa, porque allí, en medio del puerto, rodeados de otros barcos y con la vida propia de una zona de carga y descarga de mercancías y de arribada de pasajeros, tenía la sensación de intimidad, que me proporcionaba el estar rodeada por la densa blancura de la niebla. Inmersa en mi trabajo, comencé a canturrear una canción de Virginia Labuat. En este momento de vuestra lectura, os pido que conectéis los altavoces y luego hagáis click en este link http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=rzPD0oYF5uQ. No olvidéis volver al blog para continuar con la historia. 107 veces, no pude respirar, mirándote a los ojos, mirándote algo más…“Ella si que tuvo suerte”, pensé. "Participó en un reality para aspirantes a cantantes, y mírala. Éxito en las principales cadenas de radio, con  su disco “Dulce Hogar”". Y seguí concentrada, 107 veces mordí la tentación… a estas alturas, el escobón, se había convertido ya en micrófono, en pareja de baile o en ambos, según el momento. El eco de mi voz rebotando en los contenedores de carga, me ofrecía una acústica bastante buena y sobretodo, elevaba mi volumen unos cuantos decibelios. Y aguantando la risa, miraste al corazón. Mi concentración iba en aumento, falsetes, giros, graves, agudos, bailes… y tengo 107 veces te quise yo olvidar uhh yeah la vida en un momento. Estaba tan entregada a mi interpretación, que terminé con una rodilla clavada en cubierta y mirando al cielo con los brazos en cruz y los ojos cerrados. Respiré hondo y muy lentamente los abrí, intentando volver a la realidad a un ritmo lento. Cuál fue mi sorpresa, cuando encontré el barco rodeado de operarios, estibadores, curiosos y tripulantes de otros navíos. Hubo un par de segundos de desconcierto, hasta que rompieron a aplaudir y vitorear con entusiasmo “¡otra, otra otra!”. Emocionada les dediqué una reverencia, lo más profesional, que el temblor de mis rodillas me permitió. Una lágrima rodaba por mi mejilla, cuando de entre el gentío escuché una voz. “Señorita, señorita por favor”. Al más puro estilo Hollywood, un productor musical, acababa de desembarcar del trasatlántico atracado un par de espigones más allá y asombrado por el sonido y la aglomeración de curiosos agolpados en el muelle, se acercó hasta la popa, subió por la pasarela y me extendió su tarjeta. “Señorita, tenemos que hablar. Su voz es justo lo que estábamos buscando para nuestro nuevo disco”. Solté la escoba y eufórica, abracé al estupefacto productor. Había navegado sin rumbo y encontré mis sueños en un puerto perdido. Así que os animo a navegar, a remar, a correr o a volar… pero sobretodo a perseguir vuestros sueños.



Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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