La Foto del día: 25-04-2011 "El día que Homer Simpson se volvió verde"

Soy perezoso, egoísta, tengo un carácter explosivo. Mi inteligencia es cuestionable, soy de belleza distraída, tengo un evidente sobrepeso y rozo el alcoholismo. No obstante, gran parte de estos problemas, incluyendo mi coeficiente intelectual de 55 (por debajo de la media estipulada de 100), no son culpa mía, ya que tienen su origen en el gen Simpson. Si a eso le sumamos,  mi constante exposición a los residuos radiactivos y los repetidos traumatismos craneoencefálicos que he sufrido durante mi vida…  Lo que para otros podría resultar vergonzante, para mi es sencillamente un orgullo, ya que los científicos de la universidad de Emory, pusieron mi nombre al gen RGS14, que dificulta el desarrollo de la inteligencia. A ver quién de vosotros, que sois tan listos, tiene un gen llamado Homer Simpson y una de las series de más audiencia de la televisión en los últimos años. Fijaros si la fama me precede, que mi creador, decidió facilitar en el episodio 299, mi dirección personal de correo electrónico, amanterechoncho@aol.com. De hecho, fue tal la afluencia de e-mails, que cancelaron la cuenta, pasado el primer mes. 

Edurne Iza, El día que Homer Simpson se volvió verde

Pero en realidad yo no estaba aquí para hablaros de lo maravillosa que es mi vida, si no del día en que saboteé la central nuclear de Springfield. Cómo sabéis trabajaba como inspector de seguridad en el sector 7G de la planta, hasta que un día vi algo en las noticias, que me obligó a tomar una decisión. Un terremoto de gran magnitud había sacudido Japón. Después de que la tierra destruyera las vidas de miles de japoneses, el mar, con su fuerza imparable invadió muchos kilómetros de litoral. Los destrozos fueron incalculables, así como el dolor de tantas y tantas familias que vieron sus vidas truncadas por el fenómeno natural. Para acabar de completar el dantesco cuadro, la central nuclear de Fukushima, sufrió daños severos en uno de sus reactores, contaminando de forma irreversible a la inmensa mayoría de vida que rodeaba la central. De hecho, los expertos afirman, que las consecuencias, sólo podrán ser evaluadas  a veinte años vista. Ese día, decidí llevar a cabo mi protesta particular. Ese día decidí parar el reactor principal de la central de Springfield y concienciar a todos los ciudadanos para que aboguen por una energía verde. Me encantaba decir, que ese día me volví verde, je, je, je. ¡Lisa estaba tan orgullosa de mi! Así que bajé dispuesto a accionar la palanca del cuadro de control. De hecho accioné la palanca y conseguí mi objetivo. Aunque fuera tan sólo durante unos minutos, el mundo fue un poco más saludable, más limpio, tuvo futuro. Como podéis imaginaros, mi sueño terminó en el momento en que el Señor Burns entró en la sala y atizó mi trasero con un doloroso puntapié.



Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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