Quién diría cómo tengo que verme. Metido en una caja camino de un museo… Yo que he sido uno de los mayores mamíferos de la historia de nuestro planeta. Dicen que hace unos 3.700 años que desaparecí. No por un único motivo, más bien por un cúmulo de circunstancias, como casi todo en esta vida. Por un lado el Homo Erectus, al que le encantaba el sabor de nuestra carne. Además los cambios climáticos. La última glaciación, fue realmente dura. En 1728, encontraron en Siberia, los huesos de un pariente mío. Los humanos estaban maravillados con el hallazgo y decidieron reconstruirlo para su exhibición pública, en el museo de San Petersburgo.
También en Siberia encontraron en 2007 a uno de mis bisnietos, que había fallecido hacía unos 9.000 años. Los científicos trabajan ahora para conseguir su clonación. Su plan es obtener muestras del ADN de este ejemplar y fecundar con él un óvulo de una hembra de elefante asiático, que es lo más parecido que existe en la actualidad a nosotros. Si lo consiguen, yo sinceramente, encuentro que tendrán un grave problema de espacio. Los seres humanos viven en pisos de 30 metros, construyen en vertical, porque ya no caben todos en las ciudades, muchos animales se están extinguiendo porque destruyen su hábitat para cultivos, zonas residenciales, industriales… y ¿pretenden repoblar la Tierra con uno de los mamíferos más grandes que jamás ha existido?. Pero ¿dónde viviremos?, y ¿qué comeremos?. En fin, yo bastante tengo con pensar que mis pobres huesecillos van a ser expuestos en el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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