La Foto del día: 18-10-2011 "Mayday, Mayday"

Edurne Iza, Mayday, Mayday

- ¡Mayday, Mayday! ¿por favor alguien me recibe? ¡Necesito ayuda! ¡Mayday, Mayday!
El piloto repetía su mensaje de emergencia por radio incesantemente, a la espera de que una voz salvadora, sonara desde el otro lado indicándole que iban en su auxilio. Sin embargo, sólo había silencio. ¿Sería posible que en toda la zona, nadie estuviera conectado por radio?. A Tom, se le antojaba muy extraño, así que empezó a pensar que en realidad el aparato de comunicaciones no funcionaba y nadie podía recibir su llamada de desesperación.
La aguja del altímetro giraba sin parar, indicando que el aparato descendía cada vez más deprisa. El motor había comenzado a emitir un extraño gemido. Un ronco estertor, preludio de la inminente parada de la hélice. El cielo estaba raso, de un azul intenso, pero las bajas temperaturas y los escarpados riscos de hielo que se encontraban cada vez a menos metros del avión, no auguraban un buen aterrizaje. Es más, sería un milagro si conseguía sobrevivir.
-¡Mayday, Mayday! ¡Santo cielo, respondan!
De pronto sus súplicas parecieron dar resultado.
- Hola... ¿quién eres?
Ante sus oídos estupefactos, la voz parecía de un niño o alguien realmente joven.
- Hola estoy en apuros, el motor de mi avión se ha averiado y pierdo altura muy rápidamente. No puedo facilitarte mis coordenadas, porque no funcionan la mayoría de los aparatos de navegación. ¿Puedes pedir ayuda? ¿están tu padre o tu madre en casa?
- No, estoy solo, pero yo puedo ayudarte.
- ¡¿De veras?!
- ¡Claro! Mamá dice que cuando piense que todo está perdido y tenga miedo, sólo debo cerrar los ojos, relajarme y desear con todas mis fuerzas que se solucione. Dice que debo aprender a confiar en mí mismo y que cuando uno está seguro de sus conocimientos y fortaleza personal, consigue todo lo que se propone.
- ¡Por favor pequeño! ¡me estoy estrellando en un avión! ¿en serio piensas que cerrando los ojos conseguiré no estrellarme?
- Bueno, quizá no lo consiga, pero  mientras cae en picado, tampoco puede hacer mucho más.
- ¡Esto es inaudito! está bien, ¿qué debo hacer?
- Ponga las manos sobre los mandos, relaje sus músculos, cierre los ojos y piense en cuando estaba usted en la academia de vuelo. Recuerde los ejercicios con los que practicaba para ser el piloto que hoy ha llegado a ser. Repita los movimientos, confíe en sus posibilidades.
Se oyó un suspiro profundo a través de la radio.
- Ahora, abra sus ojos, observe a su alrededor y busque un lugar donde poder tomar tierra.
- No hay nada llano por aquí, son todo riscos, hielo, piedras... ¡Un momento! allí veo algo! necesito acercarme un poco más... Parece... ¡Sí! ¡es un lago! no es muy grande pero creo que bastará.
Tom asió con convicción el control de la aeronave y consiguió enderezar el rumbo lo suficiente como para aproximarse a las verdosas aguas que podían convertirse en su salvación. El avión temblaba como una hoja. Las vibraciones se transmitían a lo largo de sus brazos y piernas y hacían que todo su cuerpo sufriera violentas sacudidas. Calculó el ángulo de aproximación, hizo elevar el morro todo lo que pudo y por fin el fuselaje impactó contra el agua calma del lago. Los cristales se rompieron por el impacto, pero él consiguió salir nadando hasta la superficie y acercarse a la orilla. El frío era intenso, así que decidió echar a andar sin perder un minuto. Un par de horas después, avistó una cabaña de madera, donde una pareja de ancianos se disponían a degustar una deliciosa sopa. Asistieron a Tom con gran hospitalidad. Le dejaron ropas secas, le alimentaron y se encargaron de que pudiera contactar con su familia y con su base para que vinieran a recogerle.
Los días siguientes, Tom, estuvo especialmente interesado en recuperar la caja negra del avión, pues estaba empeñado en localizar al pequeño que le había servido de inspiración en  el peor momento de su vida y gracias al cual había conseguido salir ileso del accidente.
Cuando por fin la caja negra estuvo en su poder y escucharon la grabación... Tom no podía dar crédito a lo que oía. Sólo estaban sus llamadas pidiendo ayuda, pero ni rastro del niño. Rebobinó varias veces pero la cinta se cortaba en el preciso momento en que el aparato impactaba contra las aguas. No había habido ninguna respuesta a sus constantes peticiones de auxilio. Pero ¿entonces? ¿lo habría imaginado todo? ¿fue su subconsciente quien creó un personaje imaginario que le ayudara a reaccionar?.
Tom tuvo que vivir con esa incógnita pues jamás halló respuesta.


Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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2 comentarios:

  1. Me a encantado la historia, Onintza eres increible narrando historias salidas de tu imaginación, que dios te la conserve 1000 años por que de verdad es verdaderamente bestial como entretienen tus historias, un beso muy fuerte para ti y otro para esa chica rubia llamada Edurne, un beso a las dos y cuidaros mucho.

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  2. Hola Nexus, muchísimas gracias por tu comentario.
    En realidad es una espiral... Fotos sugestivas llaman a historias interesantes y si encima os gustan a nuestros lectores, no podemos pedir más.
    Un abrazo!

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