El vaquebra es en realidad un personaje real y que inunda nuestras vidas. En el caso de la imagen que nos ocupa es una vaca con aspiraciones de cebra, a la que hemos denominado vaquebra. Sin embargo, en nuestro día a día estamos rodeados de ellos. El vecino que conduce un coche de alta gama y envía a sus hijos a colegios que no puede pagar. Que viste ropa de marca pero debe dinero a amigos y compañeros de trabajo, por no decir que el banco le ha cancelado todas sus tarjetas, es un vaquebra.
También los encontramos en el trabajo. Son estos personajillos de tres al cuarto que gesticulan ampliamente para cubrir los espacios que la triste realidad de sus vidas dejan al descubierto. Los que inflan su currículum diciendo por ejemplo "empresario del sector de la comunicación" cuando en realidad tienen la franquicia de un kiosco de prensa. Directivo hostelero, el que regenta una caravana móvil que es a su vez su vivienda y la churrería de la esquina.
No me malinterpretéis, todas las anteriores son profesiones muy loables, válgame Dios, lo que es una pena es no poder decir, soy churrero o tengo un kiosco. En el fondo los vaquebras sufren mucho. No quisiera encontrarme bajo su piel, y no por lo de las rayas que hoy en día en la Pasarela Gaudí, Cibeles o Milano están muy de moda, tanto rayas como topos. Y ya que estamos puestos con la simbología animal, más ciego que un topo habría que estar para no identificar a un vaquebra.
En fin, estoy segura de que ahora que les hemos puesto nombre si miráis a vuestro alrededor reconocéis a más de uno y de que la próxima vez que alguien os pregunte dónde vais a pasar las vacaciones de Navidad, antes de contestar "en una cabaña en la nieve, en un pueblecito de las montañas", reconoceréis qué vais a visitar a la familia, que vive en un pueblo perdido del que todos los jóvenes huyeron hace décadas por no existir futuro profesional.
Moraleja: seas vaca, cebra o topo... Nunca te avergüences de quien en realidad eres. La belleza está en ser auténtico.
En fin, estoy segura de que ahora que les hemos puesto nombre si miráis a vuestro alrededor reconocéis a más de uno y de que la próxima vez que alguien os pregunte dónde vais a pasar las vacaciones de Navidad, antes de contestar "en una cabaña en la nieve, en un pueblecito de las montañas", reconoceréis qué vais a visitar a la familia, que vive en un pueblo perdido del que todos los jóvenes huyeron hace décadas por no existir futuro profesional.
Moraleja: seas vaca, cebra o topo... Nunca te avergüences de quien en realidad eres. La belleza está en ser auténtico.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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