Salí a dar un paseo por el mar, pensando en encontrar algún suculento manjar que llevarme al pico. A pesar de ser principios de Mayo, el agua estaba fría y algo movidita y sin embargo eso no me detuvo en mi afán por buscar alimento. Dejando mi cuerpo al baibén de las olas, mi memoria se transportó a los tiempos en que siendo yo un polluelo, mi madre recorría aquella misma zona durante horas y siempre regresaba con un desayuno digno de cisnes. Mis hermanos y yo piábamos como locos al verla llegar y ella repartía el tesoro alimenticio sin guardar apenas nada para ella. Ahora que soy un pato adulto y apenas encuentro sustento para mí mismo, comprendo los esfuerzos que ella tenía que realizar para saciar el voraz apetito de sus cuatro pollos. Hace mucho tiempo que abandoné el nido pero no puedo dejar de pensar, que mi mami fue la mejor del mundo. Lo he hablado con algunos amigos, no sólo patos, también cormoranes, cisnes e incluso algunos habitantes de tierra adentro... todos coinciden en pensar que nada hay en esta vida, comparable al amor de una madre.
En fin, os dejo ahora, voy a descansar y luego continuaré mi búsqueda. ¡Hasta otra, cuak!
Texto: Onintza Otamendi Iza
Música: Jack Waldenmaier (Licencia de uso personal, no comercial)
Música: Jack Waldenmaier (Licencia de uso personal, no comercial)