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La Foto de la semana 22-06-2015: "Un rayo de sol"




¿A ver? Sí. Creo que si me quedo en esta zona podré disfrutar del sol y el calorcito veraniego al menos hasta que esa sombra de ahí avance lo suficiente como para cubrir esta parte de la roca. Si mis cálculos no me fallan eso me proporcionará aproximadamente... diez minutos. Se que a vosotros los humanos os llama poderosamente la atención el hecho de que las lagartijas tomemos el sol. En realidad lo necesitamos puesto que somos animales ectotermos. O sea, que a diferencia de vosotros nuestro cuerpo no es capaz de generar calor, si no que debemos regular nuestra temperatura corporal a través de la temperatura ambiental. Por eso nos encanta exponernos a la radiación solar y colocarnos sobre piedras recalentadas por el astro rey. Sin embargo, una vez alcanzado el nivel deseado, nos retiramos a una zona sombría para que los grados se reduzcan hasta un  nivel confortable. 
También podemos desprendernos de la parte final de nuestra cola. Es una solución que sólo utilizamos en casos extremos cuando necesitamos escapar de un depredador que nos tiene acorralados. Intentamos evitarlo ya que en esa parte de la cola almacenamos grasas para las épocas de escasez y además nos sirve de equilibrio para correr con mayor agilidad. Sin embargo, debo reconocer que en situaciones límite, consigue distraer a nuestros perseguidores, ya que una vez desprendida la cola continúa moviéndose durante unos segundos lo cual confunde al enemigo y nos proporciona una ventaja que puede salvar nuestra vida. Pasado un tiempo la cola vuelve a crecernos, ya que las células de esa parte de nuestro cuerpo se regeneran con cierta facilidad, sin embargo, ya no será tan robusta como la original. 
En fin queridos humanos, en este primer día oficial de verano os deseo sol y buenas vibraciones ¡Hasta pronto!




Texto: Onintza Otamendi Iza
Fotografía: Edurne Iza: Lagartija ibicenca    (Datos de disparo: f/8; 1/400; ISO 100)

Puedes descargarte esta foto libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la  misma. No olvides que   toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.

La Foto de la semana 28-09-2014: "¿Nacionalista? Sí igual que tú"

La tierra, las raíces, la lengua... Desde que comenzamos a tener uso de razón, subimos uno a  uno los escalones de la vida y en función del entorno social y cultural en el que crecemos, adquirimos con mayor o menor fuerza unos u otros valores. Estudiamos historia y memorizamos los acontecimientos vividos y sufridos por otras generaciones como si de películas se tratara. Como si el hecho de comprender y analizar los errores que otros cometieron, fuera suficiente para evitar que nosotros volvamos a tropezar con las mismas piedras. 
Hay palabras, conceptos, que de tanto repetirlos han perdido su esencia y el significado más puro y profundo que emanan. Democracia, libertad de expresión, estado de derecho... Sin embargo, miramos a nuestro alrededor y esos derechos básicos y esenciales de que todo ser humano debería disfrutar por definición, se quebrantan con total impunidad. A la vista y oído del mundo entero se pretende no sólo ignorar si no aplastar, el deseo de todo un pueblo, de muchos pueblos.
Hubo una época en la que decir en voz alta "soy nacionalista" era casi como reconocer un pecado por el que uno debía ser castigado. Nacionalismo ha sido una de esas palabras manidas y distorsionadas por los intereses políticos de unos y otros. Durante un tiempo intenté ocultar que me sentía nacionalista, por aquello de no ser señalada con el dedo, de no ser observada como sospechosa. Sin embargo, necesité muy poco tiempo para mirar a mi alrededor y comprender que los que me despreciaban por nacionalista, henchían su pecho al ver ondear la bandera de su nación; dejaban resbalar una lágrima por su mejilla al escuchar el himno de su país y gritaban con todas las fuerzas que sus pulmones les permitían si su selección de fútbol marcaba en un campeonato internacional. Ese día llegué a la conclusión de que todos somos nacionalistas y de que los nacionalistas más radicales, son a menudo los que intentan tachar despectivamente de nacionalistas a los que en inferioridad de condiciones por los acontecimientos históricos de los que antes hablaba, perdieron su frontera o sus derechos políticos y viven condenados a esperar una nueva oportunidad en la historia. Una curva inesperada, o premeditada, en el camino, que escriba un capítulo más en los libros que estudiarán los niños del futuro. Por eso cuando alguien me pregunta si soy nacionalista, mi respuesta es contundente: Sí, igual que tú.
Estamos en pleno siglo XXI rodeados de alta tecnología, inimaginable hace dos o tres generaciones y sin embargo los hombres y mujeres de este planeta, siguen dando su vida en sentido literal, político, económico o cultural, por una bandera, por un idioma, por una frontera o por un derecho básico e inquebrantable como la libertad de expresar sus deseos y sentimientos.

No se puede evitar que los árboles echen raíces, ni mirar al mar sin sentir que te invade una satisfactoria sensación de liviana libertad. 



Fotografía: Edurne Iza en Sa Conca, Platja D´Aro, Catalunya.
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 06-04-2014: "Historia en venta"

Heredó la casa de su padre y éste del suyo. Construyó un hogar y una familia. El amor y la armonía reinaron durante muchos años. Llegaron los niños. Crecieron sanos y fuertes y fueron felices en una casa humilde pero repleta de cariño. Los adolescentes se hicieron hombres y abandonaron la casa familiar. Crearon sus propias vidas. Los adultos se convirtieron en ancianos y las enfermedades llamaron a su puerta, acosaron su existencia en una batalla sin cuartel que terminó como todas las guerras, en muerte, desolación y silencio.
Hoy es sólo un amasijo de piedras semi derruidas, hierros oxidados y salvaje vegetación abriéndose paso para recuperar un espacio que tiempo atrás le perteneciera. 
¡Hagan sus pujas! aquí y ahora, se cotiza barata una historia que en realidad no tiene precio. La de una familia, las vidas de varias generaciones. Un ADN que desaparecerá para dejar paso a un centro comercial, una cadena hotelera o quizá un elegante edificio de apartamentos.
Así, con un cartel blanco y un número de teléfono es como se pone una historia en venta.



Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza

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