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Concurso de micro relatos románticos de Barcelona Divina

Onintza Otamendi IzaComo ya sabéis, nos encanta combinar, en Fotoblog Edurne Iza, diferentes expresiones artísticas. Fotografía con literatura, es nuestra favorita, así que nos colamos en vuestros ordenadores, y nos gusta pensar que en vuestras vidas, con La Foto del día. Nos entusiasma transmitir a traves de las imágenes y las letras. Edurne captura con su cámara los escenarios, para que mis palabras broten una detrás de otra y os ofrezcan estos breves relatos diarios.
Además de la Foto del día, participo en varias actividades literarias y hoy he despertado con la estupenda noticia, de haber sido una de los tres ganadores, del concurso de micro relatos románticos, que la revista Barcelona Divina, en colaboración con la escritora Megan Maxwell han organizado y que se ha fallado hoy mismo. Os dejo el link donde ha quedado reflejada la decisión del jurado y os adjunto más abajo el texto original del micro relato.

Son tan sólo otra pareja de enamorados
Elena había escuchado que una de las grandes multinacionales de la electrónica de consumo, había sacado al mercado un tablet adaptado para invidentes. Sí, era ciega, de nacimiento. Había desarrollado otros sentidos, y había aprendido a adaptarse hasta tal punto, que era difícil detectar su minusvalía hasta tenerla muy cerca o llevar un buen rato hablando con ella. Loca por las nuevas tecnologías y dispuesta a adquirir su nuevo juguete, se acercó a un centro comercial.
- Buenos días, he visto anunciado un tablet con aplicaciones para ciegos.
- Mire, aquí mismo lo tengo, es la última novedad.
El vendedor extendió el aparato, invitándola a probarlo, sin siquiera percatarse de su discapacidad. Al recogerlo, sus manos se tocaron, ella percibió el tacto de su piel, el tamaño de los dedos y la redondez de las uñas. “Es guapo pensó”. La belleza era un concepto diferente para ella. El timbre de voz o una textura, podían dejar de lado cualquier rasgo físico estereotipado según los cánones de belleza tradicional. De pronto un murmullo invadió el lugar. “¡Se ha ido la luz, hay que evacuar el local!”. La gente caminaba alborotada, casi a la carrera. “¡No se ve nada!”. El dependiente, estaba tembloroso. Ella tomó su mano y con voz tranquilizadora dijo:
- Todo está bien, yo sé el camino, acompáñame.
- Pero si apenas puedo distinguir el suelo, hay escaleras, vamos a tropezar.
- Confía en mí.
Con asombrosa destreza, lo condujo entre pasillos, y detenidas escaleras mecánicas, hasta que la luz del sol, relajó la tensión de la mano del joven.
- ¡Increíble! ¿Cómo lo consigues?
- Soy ciega, me llamo Elena. Busco la luz en las sombras que me rodean.
- Oh, vaya, lo siento, yo… No me había dado cuenta.
- Quizá en lugar de sentirlo podrías invitarme a tomar un café, creo que me lo he ganado, ¿no?
- ¡Por supuesto!
Desde ese día los dos jóvenes se encuentran a menudo. Entrelazan sus manos, charlan y acarician sus cabellos. Se miran sin verse. Para el resto del mundo, son tan sólo otra pareja de enamorados.


Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza