Su misión había concluido. Había interceptado al mensajero y recuperado los documentos. Estaba más cerca que nunca de regresar a su mundo, a su hogar. Con nerviosismo miró de nuevo el reloj de su muñeca, recorrió el lugar con al mirada... No cabía duda, era el lugar indicado y la hora correcta. Pero entonces, ¿por qué no se abría la puerta? ¿Habría fallado algo al otro lado?. No había contemplado la posibilidad de quedarse atrapado en este universo y sin embargo e aquel instante comprendió que tan sólo con que el doctor Germen sufriera un accidente, una enfermedad imprevista, amnesia... Él no volvería jamás al lugar que le vio nacer. Donde su familia y sus amigos le esperaban convencidos de que se encontraba en uno de tantos viajes de negocios relacionados con la gran empresa Suiza en la que trabajaba. Era más seguro para ellos no saber que su adorado Frank era en realidad un agente especial del servicio de inteligencia. Especializado en viajes interdimensionales. Se desplazaba no sólo en el tiempo si no a dimensiones diferentes, mundos paralelos donde acechaban peligros indescriptibles. Esta vez le habían asignado recuperar unos documentos que un doble agente había filtrado a un grupo de científicos de la otra dimensión hacía unas semanas. En ellos, se desglosaban las fórmulas que permitían redistribuir la materia de forma que pudiera viajar libremente en el espacio y el tiempo. Dicho de otro modo, el secreto de los viajes temporales. Frank había completado su parte recuperando la fórmula, había acudido al lugar del intercambio y sin embargo algo no iba bien. Frente a él se había dibujado con claridad el camino a seguir, pero esta vez no había puerta. Al final del sendero debería de haberse creado un portal que le permitiera regresar. Recorrió angustiado la calle, primero hacia arriba y luego en sentido contrario. Observó un acceso al edificio que quedaba a su derecha, estaba semi tapiado. Tocó los ladrillos, intentando accionar algún mecanismo que desplegara la entrada pero nada sucedió. Escuchó pasos, cada vez más cercanos, sonaban a botas de soldados, venían a por él. Desesperado recorrió el camino blanco de nuevo con la esperanza de que alguno de sus actos activara la entrada.
-¡Alto! ¡Ni un paso más o abriremos fuego!
Una veintena de hombres armados y uniformados le tenían rodeados. Sabía que no le matarían, necesitaban investigarle. Le harían prisionero y le someterían a todo tipo de experimentos hasta dar con la clave. Levantó las manos mostrando que no llevaba ningún arma. Había decidido tranquilizar a los soldados y cuando estuvieran convencidos de que iba a entregarse echar a correr hacia ellos para forzarles a disparar y evitar el desastre. Contó mentalmente hasta tres y comenzó a caminar.
-¡Alto! ¡No dudaremos en disparar!
Escuchó el inconfundible sonido de los gatillos al ser accionados y en ese preciso instante el portal se abrió ante sí y al tiempo que escuchaba el sonido de los disparos cruzó al otro lado. Una bala le alcanzó en la pierna y así dolorido y sangrando abrió los ojos y vio el rostro agitado del doctor Germen. A lo lejos le escuchó decir
- Esta vez ha faltado poco, pero za estás a salvo
Y después la oscuridad le arrastró hacia el mundo de la inconsciencia.
-¡Alto! ¡Ni un paso más o abriremos fuego!
Una veintena de hombres armados y uniformados le tenían rodeados. Sabía que no le matarían, necesitaban investigarle. Le harían prisionero y le someterían a todo tipo de experimentos hasta dar con la clave. Levantó las manos mostrando que no llevaba ningún arma. Había decidido tranquilizar a los soldados y cuando estuvieran convencidos de que iba a entregarse echar a correr hacia ellos para forzarles a disparar y evitar el desastre. Contó mentalmente hasta tres y comenzó a caminar.
-¡Alto! ¡No dudaremos en disparar!
Escuchó el inconfundible sonido de los gatillos al ser accionados y en ese preciso instante el portal se abrió ante sí y al tiempo que escuchaba el sonido de los disparos cruzó al otro lado. Una bala le alcanzó en la pierna y así dolorido y sangrando abrió los ojos y vio el rostro agitado del doctor Germen. A lo lejos le escuchó decir
- Esta vez ha faltado poco, pero za estás a salvo
Y después la oscuridad le arrastró hacia el mundo de la inconsciencia.
Fotografía: Edurne Iza
Relato: Onintza Otamendi Iza
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