La que hoy ilustra nuestra foto de la semana, no es una margarita. Es una gerbera. Pero bien serviría para practicar el absurdo ritual de arrancar consecutivamente todos los pétalos de la desdichada flor recitando con cada gesto el tradicional "me quiere" seguido del "no me quiere" y así uno tras otro hasta dejar desnuda, a la ya entonces escuálida planta. Tan carente de lógica es esta costumbre, como la reacción de los enamorados al concluir lo que podríamos denominar como arrancamiento de pétalos. Si el último en caer es un "no me quiere" el tortolito se indigna, sacrifica una nueva flor, que pobrecita no tiene la culpa, y comienza de nuevo. Tantas veces como sea necesario hasta que el último pétalo arrancado sea un "me quiere". Entonces salta y llora de alegría porque ha corroborado que su amor es correspondido. Pero no es la única estupidez que se hace durante la adolescencia y algunos... Hasta un poco más adelante. Hay quien observa sus pupilas en un espejo, para comprobar si se dilatan al pensar en el nombre del ser amado, o los que cumplimentan un test de afinidad por Internet o incluso, aquellos que creen a pies juntillas los cuestionarios de la revista Cosmopolitan. Lo cierto es que desde siempre el ser humano ha sido muy inseguro en cuanto a sentimientos se refiere. Hay animales que desprenden olores, cambian de color, o libran encarnizadas batallas para comenzar un cortejo, sin embargo nosotros debemos guiarnos por señales. Discretas y difícilmente identificables señales que deben hacernos intuir que gustamos y dejar claro que nos gustan. Así es que luego eres amable y simpática con alguien que malinterpreta las señales, seguro que la margarita acabó en "me quiere", y tú te ves en la incómoda situación de desengañarle. Entonces, volvemos a ser complicados, porque nuestros códigos y protocolos sociales nos impiden ser bruscos y dañar los sentimientos del otro... ¡Genial! ¿Cómo convencer al que traduce sonrisa = está loca por mí, de que era sólo amabilidad? ¿Grabando mil veces un vídeo en el que la última hoja de la flor es siempre el "no me quiere" y guiñando un ojo al ritmo de "¿lo pillas?".
Al final cada uno lo hace como puede... Hay quien mata moscas a cañonazos y hay quien aguanta el tipo hasta encontrar el momento adecuado para abrazar al pobre engañado y decirle aquella temible frase de "Eres mi mejor amigo, te quiero como a un hermano". Personalmente creo que es bastante más cruel que un ¡Oye tío te estás equivocando de margarita... la mía se acaba en "no te quiero"!.. Ahh... Muy brusco ¿no?. Lo dicho, que no hay como una buena berrea del ciervo, la costumbre de teñir el nido de color azul utilizando bayas silvestres que tienen algunos pájaros o los códigos de los reptiles. Lamento daros la mala noticia de que mientras a alguien no se le ocurra escribir un manual con códigos de cortejo para humanos descargable en iPhone, iPad, Android... Habrá que seguir deshojando la margarita.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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