Marybeth era una muchacha muy joven y con una vitalidad fuera de lo común. Era alta, estilizada, con los cabellos muy largos, siguiendo la moda de la época. Era la única hija de una distinguido caballero de la región, Lord Field, que poseía vastos territorios, con prados ricos para criar ganado, bosques, ríos y terreno cultivable. Riqueza, que esperaba algún día poder entregar, a su única heredera. Era un hombre bondadoso, incapaz de casar a su pequeña con cualquier viejo decrépito, tan sólo por obtener un buen acuerdo económico. Él creía en el amor. Se había casado con Lady Hanna, la madre de Marybeth, profundamente enamorado y habían sido felices, hasta que una cruel enfermedad, se la había arrebatado. Habían criado a su pequeña, en el convencimiento de que el amor verdadero, era la esencia misma de la vida. Con la pérdida de Lady Hanna, todo cambió en las vidas de Field y Marybeth. Los días parecían oscuros, la música ya nunca sonaba en la casa y el silencio les acompañaba a todas horas. Pronto tanta nostalgia hizo enfermar a Lord Field. Sintiendo próximo el día de su muerte, su única preocupación, era el porvenir de Marybeth. Aún era muy joven para convertirse en una rica heredera, así que decidió buscar una buena mujer con quien casarse y que asegurara el cuidado de su hijita, tras su marcha. Sin embargo, nada salió como el viejo Field había planeado, por fortuna, él se fue antes de comprender el desgraciado futuro que esperaba a la muchacha. El mismo día en que fue enterrado su padre, la cara de la mujer se transformó. La avaricia y la maldad, mudaron su mirada, dejando paso a una arpía, calculadora y sin sentimientos, que tomó completa posesión de la casa y las tierras, sin perder un solo minuto. Marybeth, se entretuvo melancólica, dando un largo paseo a caballo. Necesitaba retener en su memoria los días felices, vividos cuando era niña. Capturar el eco de la risa de su madre y el calor de los abrazos de su progenitor. Regresó a casa, bien entrada la noche y se encontró una imagen aterradora. Su madrastra, había hecho amontonar todas las pertenencias de Lord Field en una gran montaña delante de la puerta principal y les estaba prendiendo fuego.
- ¡Se ha vuelto loca! -protestó Marybeth- ¡no se atreva a tocar las cosas de mi padre!
- Pequeña, ya puedes ir calmando ese carácter rebelde, porque a partir de ahora todo va a ser muy diferente en esta casa. Recuerda que soy tu tutora y me debes un respeto.
Las palabras pausadas y gélidas de su nueva "madre", repicaban en su cabeza con insistencia. Con el convencimiento de que podía modificar la actitud de semejante monstruo, a la mañana siguiente, se dirigió al salón principal, dispuesta a dialogar. Todo lo que obtuvo, fue una orden cruel e inflexible que arruinó su vida para siempre. Fue confinada en una torre, que su padre utilizaba como estudio de pintura, su madre para hilar y ella para leer poesía. La torre fue asegurada con rejas y el sólido portón de madera cerrado con una enorme llave, que su madrastra llevaba colgada alrededor del cuello, con un cordón de cuero. La despiadada mujer, consiguió adueñarse de todas las riquezas de la familia y de la joven Marybeth nunca más se supo. Hay quien afirma, que se transformó en golondrina durante la siguiente primavera y huyó volando entre los barrotes de su encierro. Otros aseguran, que lloró tantos días y noches, que sus ojos, dejaron de ver y su cuerpo, se marchitó como una flor en otoño. Los más optimistas, cuentan que desde la soledad de su encierro, solía cantar hermosas melodías y que un joven que paseaba a caballo por la zona, quedó tan prendado de su voz, que no cejó hasta liberarla y llevarla lejos, a salvo de tanta maldad.
Nadie sabe a ciencia cierta, que fue de Marybeth, pero siempre que paso junto a su torre, un sentimiento de profunda melancolía, invade mi corazón.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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Bonita historia para dar inicio a la Foto de la Semana. Que cruel la madrastra.. cual malvada bruja de Walt Disney!.. porque no olvidemos que en Disney siempre se dibuja un trazo de maldad, de drama.. que habrá sido de Marybeth?? Apuesto por la salida convertida en golondrina, entre los barrotes de su encierro.
ResponderEliminarPues sí vicky, yo también me quedo con el final feliz y en libertad. Estoy convencida que Disney, Heidi, Marco... Han marcado nuestra infancia... ¡Y nuestra vida!
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