No sé si alguna vez os habéis parado a pensar en la similitud entre la vida y un puente... pues sí, por extraño que parezca. La vida está repleta de senderos por recorrer, podemos tomar uno u otro, escoger diferentes direcciones y SÍ, se puede elegir, no me gusta el tópico de... "no tuve más remedio..." Pero también es cierto, que una vez emprendemos uno de esos caminos, debemos continuar por él hasta que una nueva bifurcación se abra ante nuestros ojos y es ahí donde la vida se parece a un puente. Hay que continuar hasta el final, no se puede cambiar el rumbo hasta no terminar de cruzar... a no ser que se salte al vacío, lo cuál no suele ser aconsejable. Además, a los seres humanos, nos gusta cruzar esos puentes acompañados. Necesitamos sentirnos rodeados de personas especiales, un herman@, una madre, un padre, un gran amor, un amig@... En la hermosa foto que nos acompaña hoy, observamos un bello puente de la ciudad de Barcelona, el del Maremagnum, resplandeciente por los rayos del sol. Dos personas están llegando al final de ese recorrido... tendrán que escoger qué nuevo puente cruzar, tendrán que decidir si continúan juntos su camino.
Foto: Edurne Iza
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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