Lo habían conseguido. María y Elena. Como tantas otras mujeres sexagenarias, eran invisibles. Nombres normales y vidas corrientes. Se casaron jóvenes, tuvieron hijos, los criaron, éstos se independizaron, soportaron unas cuantas infidelidades de sus maridos, algún que otro grito por protestar o por tener la osadía de aspirar a una vida plena con más reconocimiento que el mero "gracias mamá, la cena estaba muy buena" o el "ponme más que tengo hambre". Sus vidas establecidas según las normas de la sociedad transcurrieron sin mayores sorpresas. Siempre hicieron lo que se esperaba de ellas, incluso al enviudar, mantuvieron un riguroso respeto a sus fallecidos esposos durante más de un año, en el que no se permitieron apenas sonreír o disfrutar de actividades sociales. En sus tardes de solitarios pensamientos se hicieron compañía. Descubrieron que a pocas manzanas de distancia, sin apenas haber intimado en tantos años, habían tenido vidas paralelas. De hecho, llegaron a la conclusión de que la mayoría de las mujeres que les rodeaban habían tenido las mismas vidas que ellas. Y de ese modo copita de jerez tras copita de jerez y mano de mus tras otra, Elena y María se hicieron amigas y decidieron compartir cada tarde una primera vez. Así, por primera, vez fueron al fútbol. Por primera vez vieron borroso el amanecer tomando chocolate con churros después de una noche de fiesta y alcohol. Por primera vez ligaron en una discoteca y amanecieron junto a un hombre que no se tiraba pedos. Por primera vez pidieron comida china de entrega a domicilio y la comieron con palillos desechables directamente de los recipientes de cartón, igual que en las películas americanas. Por primera vez se fueron de compras juntas y como dos quinceañeras adquirieron dos paraguas iguales y de color morado como símbolo de su hermandad. Por primera vez... Descubrieron lo que era vivir sin pasar cuentas a nadie.
Jugaban cada semana a la quiniela y un día acertaron un pleno al quince. Así que por primera vez, tomaron sus dos paraguas iguales y morados y se fueron de viaje a recorrer todas aquellas ciudades que siempre habían soñado visitar.
Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/250 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi IzaPuedes descargarte esta foto libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.
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