Libros o celuloide... A menudo el gran público se debate entre dos horas de sala oscura y sonido envolvente o varios días de inmersión compartiendo alegrías y tristezas con unos personajes a los que tenemos el privilegio de imaginar exactamente como queramos. En los últimos veinte años, hemos pasado de tener un sesenta por ciento de población que afirmaba no leer nunca a que ese porcentaje haya descendido hasta el cuarenta por ciento.Muy lejos aún de las cifras de otros países Europeos, pero una mejora, sin duda.
Asimismo hemos pasado de un cine basado casi exclusivamente en películas del denominado destape, a grandes producciones de diversos géneros con interpretaciones relevantes y guiones que cubren un amplio espectro de gustos.
Con frecuencia se organizan en pueblos y ciudades ferias del libro o festivales de cine con el fin de acercar a todos los públicos estas dos formas de expresión artística y cultural.
Las nuevas tecnologías también contribuyen a que libros y películas nos resulten más atractivas, o cuando menos diferentes. Hace ya algunos años que circulan los libros electrónicos, que podemos cargar con cientos de novelas para visualizar en una pequeña y ligera pantalla. Tampoco podemos olvidar el realismo con el que nos envuelven las películas en 3D.
En una época en la que nos abduce el consumismo, no deberíamos olvidar que si además de cumplir con las tradiciones y de hacer entrega de un vistoso paquete envuelto en colorido papel de regalo, éste puede contener un libro o una película, estaremos no sólo contribuyendo a mantener viva la cultura si no a potenciar la imaginación de los afortunados que lo reciben.
Foto: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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