La Foto de la semana 03-05-2015: "Día de la madre"



Homenaje a las madres. Las que lo dieron todo por sus hijos y las que lo siguen dando,
Maite zaitugu ama                                                                                                                              Edurne y Onintza


Fotografía: Edurne Iza "Edurne Iza Amutxastegi año 1993"

La Foto de la semana 26-04-2015: "Por los pelos"


Era un perro pequeño. Con el pelaje blanco y varias áreas negras en algunas zonas de su cuerpo. Hubiera preferido llamarse Golfo, Beethoven, Pluto o Lassie, pero tuvo que conformarse con Manchas. Ese era el nombre grabado en la placa que colgaba de su cuello. No era una mascota cinematográfica, ni sería recordado por millones de niños y adultos, sin embargo, Manchas estaba a punto de salvar a la humanidad, desde el anonimato de sus veinte centímetros de estatura y su nombre de andar por casa. Miguel había camuflado en su collar un microchip que contenía los códigos de bloqueo de todas las centrales de gas del país. Consiguió esconderlo justo antes de que una bala de 9 milímetros atravesara su sien. Manchas tenía que entregar el chip en la embajada antes de que cayera en manos de los asesinos que pretendían mezclar una sustancia tóxica con el gas ciudad y distribuirla a través de las tuberías a los hogares de millones de personas que quedarían fulminadas en cuanto encendieran sus radiadores, el agua caliente o el fuego para cocinar. Miguel cayó al suelo y su cabeza se rodeó rápidamente de un enorme charco de sangre. Manchas corrió escaleras abajo, tan rápido como sus diminutas pero ágiles patitas le permitían. En pocos instantes, los asesinos reconocieron la situación. En el silencio de una tarde de domingo se oyó retumbar entre las paredes de las desiertas calles ¡A por el perro! ¡Lo tiene el perro!. 
Manchas continuó corriendo, salió del laberinto de callejas del casco antiguo, cruzó una de las plazas más grandes de la ciudad donde por poco cae aplastado bajo las ruedas de un turista que paseaba en bibicleta. Casi no podía respirar pero continuó corriendo. Podía escuchar los gritos amenazadores de sus perseguidores, pero estaba muy cerca, divisó a tan sólo unos metros los brillantes barrotes de acero con adornos dorados de las rejas de la embajada. No quedaba tiempo, Manchas tomó impulso en sus patas traseras y en un último y desesperado esfuerzo saltó por encima de la verja. Las afiladas puntas de los barrotes rasgaron su barriga al tiempo que a lo lejos oía salvar los disparos de sus perseguidores en un último intento por detenerle. La guardia de la embajada que le esperaba salió a su encuentro en el patio trasero. Recuperaron el chip de su collar, transmitieron los datos a las centrales para asegurar que los conductos de la ciudad estaban a salvo y trasladaron a Manchas al interior del edificio. Tenía varios cortes en la panza por los rasguños de los barrotes y una bala había rozado su costado izquierdo por donde sangraba abundantemente, pero nada que hiciera temer por su vida. Manchas había salvado el futuro de la humanidad. Aquel pequeño perrillo con nombre de andar por casa, descansaba con la satisfacción del deber cumplido. Una vez sus heridas estuvieron vendadas, lo colocaron en una pulida cesta para que durmiera un rato. Manchas apoyó la cabeza en los almohadones y resoplando pensó ¡Por los pelos!.



Fotografía: Edurne Iza: Black White photography series (Datos de disparo: f/8.0; 1/20; ISO 100)

Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 19-04-2015: "A contra corriente"



En la vida, como en el mar, estamos rodeados de corrientes. La educación que recibimos, el entorno social y cultural en el que crecemos y nos relacionamos, las creencias políticas y religiosas. Podríamos decir que todos y cada uno de estos factores son corrientes que nos empujan hacia una u otra dirección. Hay quien decide vivir su vida a contra corriente y tomar por sistema la dirección contraria a la señalada por las normas establecidas. Hay quien decide dejarse llevar, en la clara condición de que la vida será mucho más sencilla si otros deciden el camino a seguir en cada cruce de caminos. Por último están los que avanzan durante un tiempo a caballo de una determinada corriente, dan un quiebro cuando su cerebro topa con una inconsistencia superior a los estándares de sus creencias, circulan a contra corriente durante un tiempo, hasta que se sienten exhaustos de luchar y en el momento que encuentran de nuevo una corriente aceptable según sus esquemas mentales, aceptan un billete en el viaje de lo socialmente aceptado. Para estos individuos la vida está formada por innumerables ciclos y períodos de contradicción, de agotamiento y de impresionante energía vital. ¿Y tú? ¿Te reconoces en alguno de estos tres modos de vivir la vida?.


Fotografía: Edurne Iza:Mediterranean sea, Black White photography series (Datos de disparo: f/11.0; 1/4; ISO 200)

Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 12-04-2015: "Espuma de mar"


    
Era invierno, caía la noche. El mar engullía las rocas como una fuerza imparable. Las piedras se tornaban negras al desaparecer el sol, destellaban bravura al sumergirse bajo las aguas. Era el momento en que las criaturas de las profundidades emergían a nuestro mundo, protegidas por las sombras de la noche, envueltas en la espuma del mar. Los humanos temen la noche y ésta sirve de camuflaje perfecto a los hijos de las sombras. Martín debía haber recogido sus aparejos antes de la caída del sol, pero la pesca había sido mala y no tenía nada que llevar a casa para la cena. Sabía que sus pequeños lo esperaban hambriento y quería aprovechar hasta el último segundo para probar suerte con su caña. Apenas podía ya distinguir sus propios pies. La espuma del mar al romper contra el arrecife proyectaba los únicos destellos que aún le permitían distinguir entre tierra y océano. Tenía la sensación de escuchar susurros procedentes del otro lado del acantilado, voces lejanas que parecían entonar una melodía. Se dio valor intentando no recordar las docenas de historias aterradoras que sobre el poder del fondo marino su abuela le había contado junto a la chimenea en las noches de invierno. Recordó a sus hijos, se dio valor para seguir con su labor unos minutos más.
Al amanecer, el sol hizo, como siempre, retornar los colores al paisaje marino. Martín nunca regresó a casa. Su cuerpo tampoco fue hallado. Su caña y aparejos aparecieron flotando en una cala cercana. La mayoría piensa que la marea le sorprendió y no pudo volver a casa, que dio un mal paso en la oscuridad de la noche y se golpeó mortalmente contra las rocas para luego ser arrastrado mar adentro. Nosotros y las criaturas de las profundidades... Sabemos la verdad.



Fotografía: Edurne Iza:Mediterranean sea,Black & White photography series (Datos de disparo: f/16.0; 3"; ISO 200)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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