La Foto de la Semana 22-03-2015: "La era de la manzana"

Dicen que Adán mordió la manzana por culpa de Eva. Ambos cometieron un pecado imperdonable y todos los demás fuimos castigados por siempre jamás. Una versión algo resumida, pero estoy segura de que reconocéis la historia. Sin embargo, siglos después del desdichado evento, una gran parte de la población nos volvemos locos por morder la manzana. Arrastrados por el lenguaje i nos seduce disfrutar de tan maravillosas prestaciones. iPod, iPad, iMac, iPhone... Y lo único que tiene de pecado son los euros que se gastan en adquirir los preciados equipos. En breve saldrá al mercado el Apple Watch, el último desarrollo de los ingenieros manzaniles, y ya son miles los que se afilan los dientes y preparan la cartera para adquirir el suyo. 
Así que pensándolo bien, estoy algo confundida ¿Disfrutar de los máximos avances en tecnología con una cosmética inmejorable y un servicio al cliente de lo más exquisito es el castigo por pecar mordiendo la manzana?
Pues en ese caso yo... me confieso pecadora y ya he preparado mi alma para vivir eternamente en un purgatorio de alta tecnología, donde podré controlar la temperatura con una app gratuita y localizar al demonio con el que tenga más afinidad con tan sólo un par de clicks. Así que prepárate Satán que ha llegado la era de la manzana.



Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/16.0  ; 100 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 14-03-2015: "La exposición"

Había esperado aquel momento toda su vida. Desde niño había acudido a todas las exposiciones posibles. Pintura, escultura, fotografía. Sintió la llamada del arte mucho antes de tener conciencia de ello. Rodeado de obras de diversas disciplinas y artistas se sentía feliz. Notaba manar su creatividad por cada uno de los poros de su cuerpo. Encontraba inspiración en el resultado de la inspiración de otros artistas. Se prometió a sí mismo que algún día cientos de personas harían cola para ver su obra, tal y como él hacía para disfrutar la de tantos otros. Artistas consagrados todos ellos, pero algún día él también lo conseguiría. Realizó todo tipo de trabajos de medio pelo que le permitieron subsistir y enfocar sus energías a su verdadera pasión. No le importaban las comidas frías de lata, ni el frío del invierno. Ignoraba a todos aquellos que le consideraban invisible, incontable, incoloro e insignificante porque su propósito en la vida iba mucho más allá. La vida en sí carecía de importancia si al final de las vías el tren se detenía en la estación correcta. 
Pasaron décadas hasta que su sueño se cumplió y su obra se expuso en una de las galerías más prestigiosas del país. Sus penurias por cumplir sus anhelos le llevaron a la miseria extrema y pereció fruto de una neumonía en un invierno algo más duro de lo normal. Había esperado aquel momento toda su vida, pero el momento llegó pocos meses después de su muerte. 

Este es un tributo a todos los seres humanos, artistas o no, que dedican cada segundo de sus vidas a cumplir sus sueños. 


Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/60 ; 400 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 08-03-2015: "Vida. En femenino"

Speyer, Alemania

Vida era una mujer adulta. Ni joven ni mayor. Ni guapa ni fea. Ni gorda ni flaca. Le gustaba coleccionar sellos y siempre que podía se acercaba paseando por las calles empredradas del casco antiguo de la ciudad hasta la oficina de Correos. Estaba situada en una céntrica plaza que albergaba un precioso kiosko cubierto con estructura metálica y muy cerca estaba la torre del reloj que tanto le gustaba observar. Aprovechaba esos paseos para contemplar la preciosa ciudad en la que vivía, imaginarse los tiempos pasados y cómo aquellas mismas piedras, muros y edificios habrían sido testigos de tantos acontecimientos históricos. El tiempo era espléndido, así que se sentó en la terraza de un pequeño café que le permitía observar el conjunto de la plaza en todo su esplendor. Embriagada por la suave temperatura primaveral y el aroma del café recién tostado posó sus ojos una tras otra en las personas que transitaban por la zona. La camarera que servía las mesas caminaba incansable con su libreta llena de pedidos. Al fondo una muchacha pasaba en bicicleta con su cesto lleno de pan, leche y frutas frescas. Su rostro reflejaba que llevaba prisa y Vida se percató de que cargaba a la espalda una mochila de escuela repleta de libros. Una guía turística era seguida por un grupo de jubilados de una esquina a otra de la plaza mientras escuchaban obnubilados sus explicaciones en varios idiomas. Una mujer vestida con traje y portando un maletín recibió una llamada telefónica. Vida alcanzó a escuchar parte de la conversación, al parecer era la guardería que le avisaba de que su hijo estaba enfermo y debía pasar a recogerlo de inmediato. Su rostro reflejaba contrariedad, preocupación y estrés. Continuó haciendo llamadas, esta vez a la oficina. Vida sólo pudo oir "lo siento, llegaré tarde". Al otro extremo de la plaza descubrió a una anciana que empujaba una silla de ruedas, sin duda su marido. Parecía cansada, pero continuaba guiando la silla hacia un rinconcito soleado. Se sentó en un banco y colocó al anciano junto a ella. Le arregló la camisa, acarició su rostro surcado de arrugas y besó su mano con devoción infinita. En la parada del autobús esperaba una mujer de unos treinta años. Estaba embarazada. Con una mano acariciaba su enorme barriga y con la otra mecía con movimiento constante un cochecito que portaba dos preciosos bebés iguales como dos gotas de agua. Vida suspiró, apuró el último sorbo de café y pensó. Definitivamente, vida se escribe en femenino.




Fotografía: Edurne Iza (Datos de disparo: f/8.0 ; 1/500 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza

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La Foto de la semana 01-03-2015: "La Torre"


- ¡Mira Mamá! Qué torre tan bonita. 
- A mi me resulta una imagen triste.
- ¿Triste? ¡Pero si parece sacada de un libro caballeresco! Estoy convencida de que alberga entre sus piedras historias de princesas y batallas con espada.
- En eso tienes razón y quizá sea el motivo por el que me apena pasear por aquí.
- Mamá, tú sabes algo ¿verdad? Vamos por favor, cuéntamelo, por favor.
- Está bien, pero no digas que no te lo avisé.
Hace muchos años, esta torre su utilizaba como prisión para encarcelar a los contrarios al régimen  en el gobierno. Los arrancaban de sus camas en plena noche ante los ojos angustiados de sus familias que impotentes no podían evitar la tragedia. 
En algunos casos los detenidos estaban involucrados en política y de uno u otro modo trabajaban en la oposición con la esperanza de poder algún día cambiar el futuro de la nación. Sin embargo, otros muchos eran detenidos fruto de la envidia de algún vecino mal intencionado, un amante despechado o un prestamista con pagos atrasados que filtraba datos falsos y provocaba la detención.
El gobierno no quería correr el más mínimo riesgo así que a la primera sombra de sospecha sobre la fidelidad al régimen de algún ciudadano, no se molestaban en comprobar la veracidad de la información y sencillamente lo encerraban en la torre. Nunca nadie consiguió salir con vida de esos muros. Los ancianos contaban que a medianoche si te acercas al arco principal aún se escucha el eco de los aullidos de los prisioneros sometidos a las más crueles torturas. Algunos de los marcos de puertas y ventanas aún se pintan de rojo, como la sangre derramada durante años.
- ¡Caramba! vaya historia tan desgarradora.
- Desgarradora y real. Por eso para mi esa torre proyecta una sombra de tristeza y abandono. Varios siglos después la mayoría de ciudadanos han olvidado esta historia y la torre se utiliza para albergar eventos festivos y culturales. A mi, me cuesta sonreír bajo el recuerdo de tanto sufrimiento. 




Fotografía: "Puerta de Gentpoort,Brujas" Edurne Iza (Datos de disparo: f/2.0 ; 1/250 ; 200 ISO)
Texto: Onintza Otamendi Iza (Este texto es ficción y no basado en hechos reales)

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