La foto de la semana 29-06-2014 "Una nota de ésta es capaz de calmar al mundo"


Por la sencillez de su construcción, puede que la flauta sea uno de los instrumentos de viento más antiguos, pues con diversas formas se encuentra en todas las culturas. Consta de un tubo, generalmente de madera o metal (pero también de hueso, marfil, cristal, porcelana y actualmente plásticos o resinas, etc.) con una serie de orificios y una boquilla, en el borde del cual (bisel) se produce el sonido: el aire puede llegar directamente de los labios del ejecutante (como en la flauta traversa o travesera, el bansuri de la India o el shakuhachi japonés), o introduciéndose antes en un canal enfocado al bisel (como en la flauta dulce). En algunas culturas también existen flautas que se tocan a través de la nariz.
Abriendo o cerrando los orificios del cuerpo (tubo) del instrumento se cambia la longitud del aire vibrante dentro del tubo, definiendo así la altura del sonido. Los orificios se tapan en algunos casos directamente con la yema de los dedos, en otras con llaves. En su sentido más elemental, para producir una escala ascendente se descubren secuencialmente los agujeros del instrumento, desde el más alejado de la boquilla (o elemento productor del sonido) hasta el más cercano; para obtener sonidos de octavas superiores pueden utilizarse armónicos, en algunos casos con la ayuda de digitaciones cruzadas (en éstas la organización de los dedos de tapar/destapar agujeros puede parecer estar dispuesta de manera arbitraria).
A pesar de que puede estar construida en madera o metal, la flauta se cataloga dentro de la familia de viento de madera, ya que el esquema de producción de sonido se mantiene inalterado; en los instrumentos de viento de madera, se produce el sonido mediante la vibración de una o varias cañas o secciones del instrumento (en el caso de la flauta, el bisel de la embocadura, o en la "boca" de las flautas dulces), mientras que en los instrumentos de viento de metal, son los labios los que vibran para producir sonidos, tipo trompeta.
Para tocarla hay dos maneras de embocarla: de frente, en casi la mayoría de las flautas, y de lado, soplando por un orificio situado en el lateral, en la flauta travesera o traversa.
El sonido de la flauta traversa era asociado con dioses. «Una nota de ésta es capaz de calmar al mundo», fue una de las frases más escuchadas durante la Edad Media.


Fotografía: Edurne Iza
Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Flauta
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La Foto de la semana 22-06-2014: "La Torre de los Deseos Olvidados"

Desde la pequeña ventana que iluminaba la estancia podía ver un paisaje hermoso. Pasaba horas ensimismado fantaseando sobre lo que haría si pudiera recorrer los prados, caminar entre los árboles y perderse por los bosques. Había memorizado cada centímetro de  aquella vista, como si de un cuadro se tratara. Lo había visto de un verde resplandeciente en primavera, vestido de cálidos ocres en otoño y engalanado con el manto de la nieve en los meses de invierno. 
Pero Daniel nunca podría tumbarse sobre la hierba ni apreciar el aroma de los árboles en una cálida tarde de Agosto. No podría remover la tierra con sus dedos ni disfrutar de la indescriptible sensación de libertad que provoca la brisa removiendo los cabellos. Daniel permanecía prisionero en la Torre de los Deseos Olvidados y esa era la mayor maldición que podía recaer sobre cualquier ser. Humano o divino. 
Cuenta la leyenda que cuando alguien que nos ama profundamente desea que se cumpla para nosotros algo con tanta intensidad que daría su vida a cambio de que sucediera, en realidad nos está condenando a vivir encerrados en la Torre de los Deseos Olvidados. Eso es lo que involuntariamente consiguió Manuela, la madre del joven, desde el mismo día en que éste nació. Manuela era una hermosa campesina enamorada de un pobre granjero. Con humildad y paciencia vivían su amor fruto del cual nació Daniel. El dueño de las tierras que trabajaban, un viejo tan rico como nauseabundo, se encaprichó de la belleza de la joven y ante sus constantes rechazos, vio como solución a sus anhelos asesinar al esposo suponiendo que la joven viuda con el bebé en sus brazos, sola y desamparada caería rendida a sus pies. Sin embargo, Manuela, prefirió huir al bosque con su retoño y sobrevivir allí junto a los osos y las ardillas, antes que ceder a las presiones del viejo desalmado y asesino de su amor. Los veranos sucedieron a las primaveras y éstas llegaron para iluminar los inviernos que a su vez habían congelado los otoños. El pequeño tenía ya siete años y la joven madre vivía angustiada por el futuro de su vástago. Proyectó en él su vida entera. Sus sueños de venganza, de justicia, de una vida mejor, eran los únicos temas de conversación entre ambos. Era una obsesión enfermiza que mantenía al mismo tiempo a Manuela con vida, pero aislada de la realidad. Sumida tan sólo en el oscuro deseo que que su hijo consiguiera todo aquello que la vida y la maldad de algunas personas les habían negado a su esposo y ella. Tan grande era su fijación, que sin quererlo, sin pensarlo, sin ser consciente de en qué momento sucedió, condenó a su hijo a vivir en la Torre de los Deseos Olvidados, que es donde quedan encerrados para toda la eternidad aquellos seres que alienados por los sueños ajenos, viven sus vidas a través de otros ojos, acumulan experiencias que no son las suyas, se frustran por desgracias ajenas y saborean venganzas que ni tan siquiera saben a satisfacción. Y es que Manuela, como tantos otros, olvidó en su lucha por la supervivencia, que dos personas bajo las mismas circunstancias, en el mismo punto del espacio y el tiempo, buscan soluciones diferentes a un mismo problema. Y presa del amor emponzoñado por el amargo regusto de la venganza, destruyó a quien se había convertido en su razón para existir confinándolo a vivir eternamente mirando el futuro tal y como ella lo había dibujado, como si de un cuadro al óleo se tratara.



Fotografía: Edurne Iza Panorámica de Heidelberg, Alemania
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 15-06-2014: "El profesor"

Manuela se afanaba por decorar el escaparate con los adornos típicos de la Pascua. Le parecía una tradición entrañable y disfrutaba llenando de colorido su establecimiento. Concentrada en su tarea miró hacia el exterior a través del cristal delantero de la tienda. Entonces lo vio pasar. Con paso firme, hablando por el móvil con la cabeza baja, concentrado en la conversación. No cabía lugar a dudas. Las gafas, la típicas chaquetas de cuadros que tanto le gustaba vestir, las largas zancadas... Se trataba del profesor. Aquel hombre taciturno con aspecto corriente y cerebro privilegiado que había descubierto la cura del cáncer y cuya vida estaba en peligro ya que determinados laboratorios farmacéuticos querían especular con la fórmula, mientras que el profesor quería compartirla con el mundo de forma gratuita.
Manuela había sido alumna suya en la universidad y había seguido los pasos del profesor hasta que le perdió la pista en uno de los numerosos cambios de identidad a los que tuvo que someterse para escapar de las garras de la prensa y de la persecución de los laboratorios. Manuela sintió una necesidad incontenible de acercarse a él, de invitarle a un café y preguntarle a qué se dedicaba en este momento, si había algo que ella pudiera hacer para contribuir a hacer público tan maravilloso descubrimiento. Estaba dispuesta a correr cualquier riesgo. Abrió la puerta y corrió a su encuentro. ¡Profesor! ¡Profesor!, él se detuvo en el centro de la calzada y se giró buscando el origen de aquella voz que tan familiar le resultaba y entonces... un autobús urbano que pareció surgir de la nada, lo arrolló dejándolo tendido en el suelo, inerte. El conductor se dio a la fuga y Manuela se quedó arrodillada junto a su maestro comprobando que no había pulso, que había fallecido en el acto y que se había llevado consigo la esperanza de vida de millones de seres humanos.


Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
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La Foto de la semana 08-06-2014: "Contrapposto"

 
Contrapposto o chiasmo es un término italiano que designa la oposición armónica de las distintas partes del cuerpo de la figura humana, lo que proporciona cierto movimiento y contribuye a romper la ley de la frontalidad.
Se usa en la escultura para dar sensación de movimiento. Una de las piernas está fija en el suelo y la otra se adelanta, los brazos hacen lo propio, mientras la cabeza mira hacia un lado simulando un paso.
Fue el escultor Policleto quien lo puso en práctica en obras como el Doríforo, influyendo mucho en las escultura del Renacimiento (por ejemplo, en el David de Miguel Ángel). Básicamente consiste en representar a la figura humana con una pierna ligeramente flexionada, con lo que la cadera del lado opuesto aparece más elevada, al igual que el hombro de ese mismo lado está a menor altura que el contrario, lo que da lugar a que la figura describa una ligera curva y contracurva (una S) en su recorrido vertical. El escultor griego del siglo IV a. C. Praxíteles practicó un contrapposto muy particular y elegante que fue denominado “curva praxiteliana”.
En pintura también se puede encontrar, siendo uno de los ejemplos más célebres la Leda y el cisne de Leonardo.
Fotografía: Edurne Iza
Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Contrapposto
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