La Foto de la semana 30-03-2014: "¿Reforma o demolición?

¿Qué futuro esperamos ofrecer a las generaciones venideras?. Suena a pregunta electoralista. De hecho es un argumento habitualmente utilizado por los mercenarios de la política que comercian con nuestro futuro y por desgracia nos representan. La realidad es que los jóvenes continúan mejorando su formación con la esperanza de alcanzar una vida mejor. Y lo lograrán sin duda. Y sin duda también, el camino correcto es la educación. Sin embargo, muchos de ellos deberán hacerlo lejos de la tierra que les vio nacer. En el pasado exportábamos mano de obra barata. Con escasa formación pero a precios muy convenientes. Hoy, exportamos ingenieros, arquitectos, médicos... Y a precios aún más competitivos. La diferencia es que cuando algún día, lejano, pero que llegará, la situación económica se restablezca ¿quién y con qué argumento moral irá a buscar a los miles de jóvenes que están protagonizando este éxodo de cerebros? ¿con qué activos humanos resurgirá esta vez el ave Fénix?. No quiero pecar de pesimismo pero sinceramente las continuas e inconexas reformas de la educación, los incrementos de las tasas escolares, la ausencia de planificación laboral... no son más que una demolición del presente que dejan un legado desolador y un futuro poco menos que opaco, raído y maloliente.


Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza

Puedes descargarte esta fotografía libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.

La Foto de la semana 23-03-2014: "Miradas que nunca se apagan"


Hace ahora diez años que sus ojos dejaron de brillar. Esa mirada sincera que no escondía ningún sentimiento. Mostraba todo lo que tenía: amor, devoción, lealtad...amistad a cambio de nada. Cariño incondicional. Esa mirada pura ha permanecido grabada en mi recuerdo y en días alegres, soleados llenos de energía positiva, como la que él transmitía, aún puedo ver sus rizos dorados y sus ojillos vivarachos pendientes del mínimo gesto que indicara "¡vamos de paseo!".

Este es un homenaje a todas las miradas puras.  A todas las pupilas que sin necesidad de palabras nos dicen "te quiero", "te has equivocado", "estoy orgulloso de ti", "te perdono", "siempre estaré ahí". Porque esas... Son miradas que nunca se apagan.



Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
Puedes descargarte esta fotografía libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.

La Foto de la semana 16-03-2014: "Anonimato perdido"

Hacía tan sólo unos días que había regresado de Hollywood. Como cada año la alfombra roja se había llenado de celebridades, de vestidos impresionantes y de cientos de fotógrafos y periodistas dispuestos a obtener la mejor toma de la ceremonia. A pesar de que todas las encuestas le apuntaban como claro ganador de la estatuilla al mejor actor, una vez más su nombre no terminó la tan repetida frase de "And the Oscar goes to..." La prensa siempre especula en este tipo de situaciones. Hubo quienes aseguraron que se había refugiado en su mansión europea y que estaba sumido en una profunda depresión, manteniendo su mente en blanco a base de barbitúricos y alcohol. Otros imprimían historias absurdas acerca de ataques de ira hacia la Academia y el ganador justificadas con la superficial excusa del carácter caprichoso de los artistas.
La realidad era mucho más sencilla que todo eso. Conocedor del mecanismo del certamen, tras el fallo del jurado quedó decepcionado pero no sorprendido. Su película era demasiado explícita, nada diplomática y políticamente muy incorrecta. Él se sabía perdedor mucho antes del inicio de la noche mágica del cine. Por lo tanto, cuando los focos se apagaron y enrollaron la alfombra, se retiró a un pueblecito de la costa a practicar su segunda pasión después del cine, el piragüismo. Tenía una casita escondida en las montañas y pasaba horas paleando por las tranquilas aguas que bañaban los alrededores. A menudo se llevaba un libro y se quedaba flotando durante horas en su canoa en el medio de la nada, disfrutando de la naturaleza y del relax del anonimato.
Aquella mañana soleada no se percató de la presencia de un paparazzi. Desde lo alto de un puente tomó varias instantáneas del actor en su piragua. A los pocos días, mientras se dirigía al pueblo para desyunar, le sorprendieron las portadas de varias revistas asegurando su estado mental inestable aparentemente confirmado por numerosos testigos que le habían visto ingerir alcohol y drogas y deambular por las calles de la localidad desorientado y sin rumbo fijo.
El camarero del bar le sirvió, como siempre, un café con leche con la leche muy caliente y un croissant recién hecho y con sorna y la familiaridad de atenderle cada día durante años le dijo, tenga le sirvo su coctel antidepresivo. Acuérdese de romper unos cuantos vasos e insultar al resto de clientes antes de marcharse.
Ambos sonrieron con sorna y el artista continuó disfrutando de su desayuno a la francesa y es que cuando "firmó el contrato" para convertirse en famoso sabía que de algún modo perdía su vida privada, su reputación y por supuesto, su anonimato.


Fotografía: Edurne Iza
Texto: Onintza Otamendi Iza
Puedes descargarte esta fotografía libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.

La Foto de la semana 09-03-2014: "Cap Roig. Destino: Yo"


Cada verano, en un paraje tan singular como atractivo, situado a mitad de camino entre las localidades gerundenses de Palafrugell y Mont-Ras, los jardines de Cap Roig albergan un festival de música que atrae a miles de visitantes. Muchos acuden a la llamada de artistas consagrados, otros enamorados del paisaje idílico de la zona y todos, una vez allí, sucumben a los encantos de tan paradisíaco enclave.
Cuando me encargaron formar parte de la organización del evento me sentí un tanto confundida. En mi larga experiencia profesional nunca había participado en un acontecimiento de este estilo. A primera vista me resultaba demasiado silvestre. Muy lejos del glamour urbanita de cemento y cristal del que tan orgullosa me sentía de formar parte indispensable. Así que de mala gana cogí mis maletas y me instalé en un hotelito que en su página web definían como "con encanto y vistas al mar". La primera noche no pude dormir. Desde la amplia cama de mi habitación no escuchaba el murmullo del tráfico, las voces de los viandantes nocturnos en fase etílica de exaltación de la amistad ni los camiones de recogida de basura limpiando las vergüenzas de los cientos de miles de elegantes ciudadanos. Así, con las primeras luces del alba, me vestí con unos tejanos viejos y una camiseta raída, me escondí tras mis gafas de sol de Prada y decidí acercarme a la cala que rodeaba el hotel. Me senté en una piedra echando de menos el CO2 de los escapes de los coches, los gritos de los conductores histéricos por avanzar diez metros y el aroma de café recién molido. Pensé que mi imaginación me jugaba una mala pasada cuando fue precisamente ese aroma tan agradable y matutino, el del café tostado, el que invadió mi pituitaria. En un acto reflejo me giré y allí estaba él. Un anciano con la piel tan curtida como las rocas en las que estaba sentada, con el color del cielo de una tormenta de invierno en sus ojos y portando dos tazas despostilladas con humeante café. Me acercó una de ellas y me dijo
- Buenos días, le he visto desde la ventana del hotel y por su aspecto, he pensado que  necesitaba un buen café. Mi nombre es Ismael.
- Buenos días Ismael, la verdad es que me ha leído usted el pensamiento, muchas gracias-dije mientras tomaba la taza entre mis manos- mi nombre es...
- Sí, la conozco, es la diva de la organización de eventos... otra pobre víctima- masculló el viejo con sorna y una sonrisa de medio lado que otorgaba a sus ojos de tormenta un aspecto aún más salvaje y enigmático-
- ¿Disculpe? -dije con enojo-
- No se ofenda, he visto ya muchos y muchas como usted. Llegan obnubilados con sus ropas de marca, sus perfumes caros y sus agendas frenéticas. No pueden dormir, añoran la urbe. Señorita, desde el primer momento que ha descendido usted a la cala, ha sido atrapada. Aún no se ha dado cuenta, pero el océano está susurrando canciones de amor en sus oídos. Las rocas se encargan de crear el eco que repita sus palabras por si no las entiende la primera vez. Las aves marinas vigilan para que usted esté a salvo, el cielo cambia de azul a malva y las plantas del jardín botánico se encargan de perfumar el ambiente. 
- ¡Tonterías! -dije enojada y con gesto casi grosero- Gracias por el café.
Me marché airada pensando que había ido a toparme con el viejo loco del pueblo. ¿Porqué me tienen que pasar estas cosas a mi? -pregunté para mis adentros-.
Al oscurecer me acosté con el miedo de que el insomnio de la noche anterior se repitiera. Sin embargo, a los pocos minutos comencé a escuchar el murmullo del mar acariciando las piedras de la cala. Un profundo perfume inundó mi habitación y no pude resistir la tentación de saltar de la cama y abrir la ventana de par en par. Me choqué con una luna inmensa que casi podía atrapar entre mis manos, reflejada en la inmensidad infinita y ondulada del océano. Cientos de estrellas traviesas jugaban a brillar y desaparecer en el techo de aquel mundo de cuento al que sin querer y como había pronosticado el anciano me había trasladado sin remedio. De pronto la infinita soledad de aquel paraje perdido se transformó en libertad para cuerpo y alma. Los sonidos salvajes de la naturaleza, en dulces arrullos de amor. Me sentí como si hubiera descubierto un mundo a todo color tras una cortina en blanco y negro. Como la primera mujer en pilotar un avión, en pisar la luna. Viajé a Neverland, al mundo de Oz, Brigadoon, Atlantis, Camelot, Wonderland, Narnia... sólo por abrir una ventana. De pronto, mi mundo de Dior, Chanel y Prada, de tráfico y ejecutivos agresivos parecía tan ordinario, tan vulgar... Una copia barata de la verdadera fantasía.
Pasaron las semanas y con ellas mi colaboración en la organización del festival. Fue el mejor evento de mi vida. En realidad fue el evento que cambió mi vida. Liberó mi alma de prejuicios y desde entonces conduzco el coche de mi futuro sin semáforos ni atascos... Rumbo a mí. Destino: Yo.




Fotografía: Edurne Iza 
Texto: Onintza Otamendi Iza
Puedes descargarte esta fotografía libremente. La única restricción es su venta y/o el uso lucrativo de la misma. No olvides que toda obra pertenece a su autor, haz un buen uso de ella.